Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Columnas | historia | Wilson |

Nuevas realidades para la región

Salú, Panamá

El canal de Panamá y su zona aledaña son de los panameños. Su defensa es una causa de todos los latinoamericanos.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Recuerdo cuando, a inicios de 1976, el presidente Echeverría nos informó a mi padre y a mí, que lo acompañaba, sobre los primeros asilados: Carlos Puchet (1975) y Carlos Boche (1976). Luego vino el aluvión de refugiados.

Esta tierra, que dio cobijo a tantos españoles que huían de Franco (antepasados míos incluidos) y salvó la vida de tantos compatriotas, hoy sufre la deportación de inmigrantes uruguayos no regularizados en EEUU. Llegan esposados y denunciando malos tratos. Un decreto presidencial de su vecino del norte cambia el nombre del Golfo de México por el de “Golfo de América”, como ya lo acreditan los nuevos mapas de Google.

Colombia vive una situación similar y ha recurrido a la vía diplomática bilateral para encauzar las cosas y sentar su protesta. Nuestro vecino y país hermano, Brasil, también ha rechazado las condiciones en que los inmigrantes deportados de EEUU llegan a su territorio.

Pero Panamá atraviesa su momento más difícil. Definido por un expresidente como el país “más lejos de Dios y más cerca de Estados Unidos”, su nuevo mandatario ha declarado que “Canadá sería un estado más de EEUU”, pero, desde entonces, ha amenazado con recuperar el control del canal de Panamá (BBC). De hecho, ha insistido en que Panamá debe “devolver el canal a EEUU”, como si se lo hubiera tomado en préstamo. Ayer escuchamos en televisión a un importante líder político uruguayo sostener que “eso sí, Panamá es de los panameños”. Atrás, resonó la voz del Dr. Lacalle Herrera diciendo: “¡Muy bien!”.

No profundizaron demasiado en el tema. Pero es bueno que, desde ya, en este asunto no haya divisiones partidarias, siempre y cuando todos digamos lo mismo.

Un poco de historia

Panamá era una provincia de Colombia, la gran patria del libertador Simón Bolívar. Fue allí, precisamente, donde convocó al Congreso Anfictiónico de Panamá en 1826. Su sueño era unir a todos los pueblos de América del Sur. Es decir, consideraba a Panamá parte indisoluble de Colombia. Panamá se separó de ésta el 3 de noviembre de 1903.

Claro, como ocurre en tantos países, incluso el nuestro, fue forjando su identidad propia hasta consolidarla. Pero, en los tiempos de los libertadores, no estaba pensada como una nación independiente, al igual que nosotros.

Pocos meses después de su independencia, Panamá accedió a la construcción de un canal interoceánico por parte de EEUU. Todo bajo la presidencia del estratega de la jugada, Theodore Roosevelt. No solo forzó la firma de los tratados de construcción, sino que aseguró la soberanía estadounidense en los territorios hasta 1979, conocida como la Zona del Canal.

Ese fue el Panamá que conocí en los años 70, bajo el liderazgo del general Omar Torrijos, jefe de la Guardia Nacional. Torrijos democratizó su país, fundó el PRD, posibilitó elecciones limpias que llevaron a la presidencia a Arístides Royo y, sobre todo, marcó el rumbo para que Panamá recuperara el canal y la soberanía de la zona “ocupada”.

Nuestro exilio y Panamá

Con el paso de los años, miro atrás y pienso que era demasiado joven en aquella época para ser plenamente consciente del privilegio de los hechos y experiencias que me tocó presenciar y que hoy forman parte de nuestra historia reciente.

El exiliado que nos representaba en Panamá era Rafael Cribari. Con él y Diego Achard, luego secretarios de mi padre, nos hicimos muy amigos de Torrijos y del presidente Royo. Un día, junto al “Gordo” Grille, hoy director de esta revista, le pedimos a Royo que condecorara en prisión al general Seregni, y lo hizo en el acto.

El 7 de septiembre de 1977, en la OEA, se firmaron los Tratados Torrijos-Carter. Faltaba la ratificación parlamentaria. Asistieron todos los presidentes de América, incluido el dictador Aparicio Méndez.

Los exiliados en Washington éramos muy pocos. Con Iván, Raúl y Nilza organizamos un acto de repudio a su presencia en la Casa Blanca, mientras se celebraba un almuerzo de Estado. En plena comida, Torrijos preguntó:

—¿Qué son esos gritos?, ¿gente contra los tratados?

Carter le respondió que no, que eran exiliados uruguayos.

Fue entonces cuando vimos llegar a nuestro acto a un colombiano muy amigo de Torrijos. “El general me echó del almuerzo para que venga con ustedes”, nos dijo. Lo sentamos en el modesto estrado junto a Isabel Margarita Letelier, viuda de Orlando, asesinado en Washington en septiembre del año anterior. Aquel colombiano era Gabriel García Márquez.

Miro las fotos con nostalgia y se me remueven los sentimientos.

Esa noche, Torrijos devolvió el banquete a Carter con un bufet de pie. Me tomó del brazo y me llevó ante el mismísimo presidente de los Estados Unidos.

—Mire, Carter, esta es la gente que no nos dejaba almorzar tranquilos. No los olvide, ¿eh? Su país está en dictadura…

El mandatario norteamericano miró preocupado, mientras Aparicio Méndez deambulaba solitario por un salón adyacente.

La oficina donde trabajaba, la Washington Office on Latin America (WOLA), que acaba de cumplir 50 años de monitoreo de la política exterior de EEUU en la región, se echó al hombro la lucha por la ratificación de los tratados. No fue fácil, pero se logró.

El 1 de octubre de 1979 comenzó la entrega gradual del canal y la zona ocupada. Torrijos y Royo me invitaron. En el estrado había tres uruguayos: Enrique Iglesias (secretario de Cepal), Diego Achard y yo, como exiliado.

A mediodía, mientras caminaba por las calles de Panamá, de repente todo se detuvo. Alzamos la vista al cerro Ancón: bajaba la bandera de EEUU y, de inmediato, se izaba la panameña. En ese instante, el país entero estalló de alegría. Se bailaba, se cantaba y hasta se lloraba de emoción.

Wilson y la causa del canal

Por la tarde, en el acto formal en las esclusas de Miraflores, Torrijos no asistió. Al día siguiente, su imagen cruzando a nado el canal encabezó las noticias bajo el título: "De que se van, se van".

Recuerdo contarle este episodio a mi padre en Londres y sorprenderme con sus lágrimas. Luego, hizo suyas las palabras de Torrijos cuando, en Buenos Aires, anunció su regreso.

Entenderán los lectores por qué sentí la necesidad de compartir estas vivencias. El canal de Panamá y su zona aledaña son de los panameños. Su defensa es una causa de todos los latinoamericanos.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO