El libro de Ignacio Munyo encara en forma pionera alguna de las cuestiones más importantes del futuro económico y social mundial, y propone soluciones. Analiza y propone. Debe leerse por todos.
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El Dr. Ignacio Munyo (ver recuadro) acaba de publicar en Penguin Random House el libro La revolución de los humanos/El futuro del trabajo, destinado a convertirse en uno de los textos más importantes publicados en nuestro país en el campo que abarca la economía y las ciencias sociales.
Escrito con producción periodística de Federico Castillo, aborda en apenas 142 páginas (con una densidad de contenido superlativa), el problema de la caída sostenida del empleo que el mundo viene sufriendo como consecuencia del avance de la automatización, la robotización y, en general, de la Cuarta Revolución Tecnológica, que es la de las tecnologías de las ciencias de la información (TIC), el desarrollo de la Inteligencia Artificial (AI) y la biotecnología.
Ese aumento del desempleo en las personas que realizan tareas automatizables (para lo cual grandes teóricos, como Yuval Noah Harari, no señalan soluciones concretas) tiene características de catástrofe global.
El autor señala que en Estados Unidos el 47% de los puestos de trabajo son automatizables; y que en Uruguay la cifra sube al 54% según un estudio del IEEM, Escuela de Negocios de la Universidad de Montevideo, realizado en 2016; antes de la «Gran Aceleración» que produjo la pandemia de covid-19, que habría adelantado el proceso en diez años, por el auge del teletrabajo y otros temas, además del afán empresarial por reducir costos.
Pensemos en estas aterradoras cifras y sus consecuencias en la sociedad, en el consumo, en el aumento de la desigualdad, la pobreza, la marginalidad y la delincuencia sin códigos.
Estamos ante una tormenta perfecta.
La humanidad sufre la pandemia; enfrenta el cambio climático; la creciente desigualdad y exclusión de un capitalismo poco y mal regulado (muy lejano del capitalismo inclusivo de Franklin Delano Roosevelt, que forjó a partir de 1945 la «Edad Dorada del Capitalismo», que duró hasta 1973); mientras avanza esta amenaza que puede destruir la civilización.
La pandemia de desempleo es tan grave como la de covid-19, y tienen una similitud principal: la salvación será para todos los habitantes del planeta o para nadie, como acaba de editorializar Martin Wolf, el eminente editor económico del Financial Times.
El desempleo masivo es un desastre global, porque no habrá barrios privados, ni ciudades prohibidas ni soldados (que tendrán, a su vez, familiares desempleados) que protejan a los privilegiados de masas desesperadas y dispuestas a todo.
Es un tema que debiera estar en el número dos de las agendas políticas de todo el mundo, y en particular de la uruguaya, porque nuestro país expulsa gente desde hace décadas, tanto al exterior como a la periferia miserable de las ciudades.
Este fenómeno global ha sido estudiado por pensadores como Robert Reich, Jeremy Rifkin y el mencionado Harari, pero han aportado diagnósticos y no soluciones.
Estas no vendrán solas, como ocurrió en las anteriores revoluciones tecnológicas, que también tuvieron costos terribles, pero se solucionaron en el mediano y largo plazo.
Por ahora no se ven soluciones a tema tan grave y urgente.
En un país como Uruguay, con 3,3 millones de habitantes (y un desempleo abierto y encubierto muy por encima de las cifras conocidas), el desastre económico (por la caída que habría en el consumo interno que es superior al 60% de nuestro Producto Interno Bruto, PIB) y humano, sería simplemente devastador.
No se conocen políticos ni pensadores que se dediquen al tema (con excepción de Ricardo Pascale e Ignacio Munyo), y esto constituye otro drama para nuestro país.
El libro y sus partes
La estructura del libro es sorprendente.
El prólogo del Cr. Enrique V. Iglesias (original y valioso como todos los suyos) recorre sucintamente la evolución del trabajo y afirma que «el desafío de la sociedad del futuro es hacer del trabajo un punto de apoyo de la solidaridad social […] el trabajo forma parte de la revolución de los humanos y debe servir para vivir más y mejor».
El libro comienza señalando que se empezó a escribir «en un mundo que ya no existe» (en Uruguay terminó el 13 de marzo de 2020), y que el proceso de automatización del trabajo -que el autor viene trabajando desde hace años- ya había comenzado y es indetenible, porque los robots no piden, no se cansan, no hacen huelgas, no se embarazan y obedecen ciegamente lo que se les manda hacer.
Por lo tanto, «asistimos a la muerte lenta de oficios y labores que ya lucen obsoletas».
¿Qué se puede hacer al respecto? Munyo entrevista a personas con distintas ocupaciones: un chef internacional (Francis Mallmann, en una conversación inolvidable); el corredor de bolsa Ángel Urraburu; un agente de viajes y un ingeniero agrónomo, «que revelan un ingrediente que puede salvar los oficios de la dictadura de los algoritmos: el misterio» y la empatía.
Las máquinas, dice Munyo, nunca podrán preparar una cena inolvidable ni infundir confianza al cliente para invertir en la Bolsa o para planear y encargar un viaje.
«La IA (Inteligencia Artificial) podrá abrirnos puertas inimaginables, pero nunca podrá sentir empatía», es decir, ponerse en el lugar del ser humano que tiene enfrente y sentir lo que él siente o quiere. No pueden agregar confianza ni amor a lo que hacen.
Las personas que ocupan tareas no automatizables, o tienen la empatía y capacidad de reinvención suficiente, podrán subsistir en el mundo del trabajo.
El tema es salvar al 54% de la población que quedará fuera del sistema y que, si no hay soluciones, lo destruirá.
La situación global
Munyo analiza lo que ocurre en China y Estados Unidos (entrevista a una matemática uruguaya que trabaja en Shenzen y a Martín Aguirre, director de El País, que vivió en Phoenix), donde la automatización está más avanzada y tampoco se ven políticas para encarar el problema.
Vuelve a Uruguay y entrevista a un diseñador de videojuegos que cuestiona las bases de la educación formal; al médico Justo Alonso, grado 5 de Ginecología (cuyas historias son impresionantes); la peluquera Lina Pacella; el comunicador social reconvertido en pintor Daniel Supervielle; el psicólogo y terapeuta Alejandro de Barbieri; a una cuidadora de adultos mayores, y al empleado de la Colonia Berro Jorge Boca Muñoz, que maneja 60 menores infractores -la mayoría homicidas- que aprenden oficios y profesiones. Este hombre curtido lo hace por amor, y ninguna máquina podrá reemplazarlo nunca.
«El Boca cree en la redención», apunta Munyo. Su sueño es devolver esos muchachos de 14 o 15 años (homicidas, adictos) con un oficio aprendido o el liceo terminado.
Como la de Mallmann -tan opuestos-, es una historia inolvidable.
La situación en Uruguay
«Los problemas de empleo figuran entre las principales preocupaciones en todas las encuestas desde hace años. Desde el pico de fines de 2014 hasta el comienzo de la pandemia, la caída superaba los 65.000 puestos».
El presidente del Pit-Cnt, Fernando Pereira, con quien Munyo charla en la sede de la calle Jackson, hace una larga exposición, aboga por una renta básica, se muestra partidario de «una formación dual» en disciplinas humanísticas y técnicas, y de despolitizar el tema.
Munyo destaca que ya está redactada la regulación para los robots; mientras que la legislación laboral uruguaya tiene más de 100 años y debe ser ajustada, o la regulación la hará el mercado, siempre a la baja en el empleo y las retribuciones. «Mientras Uruguay no actualice el marco en el que operan los Consejos de Salarios, los empresarios seguirán recalculando antes de contratar a un nuevo trabajador».
Se podrá discutir esta frase, pero el mercado (lugar donde se encuentran la oferta y la demanda, y las diferencias de poder entre cada una de ellas), opera así.
La única verdad es la realidad, y más con alto desempleo.
Entrevista al exministro de Trabajo Santiago Pérez del Castillo y a Cristina Mangarelli, decana de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República (Udelar), ambos catedráticos de Derecho Laboral; y al rector de la Udelar, Rodrigo Arim.
A continuación aborda el tema de «La educación necesaria», para el que entrevista en Casavalle al fundador de «Los Pinos» y actual ministro de Desarrollo Social, Pablo Bartol.
La propuesta de soluciones
Finalmente, en el capítulo «Contra Brasil en el Maracaná» (claro señalamiento de la gravedad del problema, porque ya el Negro Jefe dijo que si ese partido «lo jugábamos 100 veces, lo hubiéramos perdido 99»), Munyo presenta sus soluciones.
Ante todo señala que «no es cuestión de evitar el avance (tecnológico) para que nuevos tipos de puestos de trabajo puedan ser ocupados con base en habilidades inherentemente humanas».
Y vienen los cinco puntos que hacen del libro de Munyo una experiencia revolucionaria:
- «La clave es lograr sustituir trabajos automatizables por trabajos que sean complementarios al avance de la tecnología».
- «El Estado tiene un rol clave a jugar».
- «Cambios en la regulación son esenciales para evitar que se corte por completo la relación laboral».
Tenemos a un «neoliberal» que afirma que el rol del Estado (antes habló también de desarrollo nacional) es esencial para para solucionar el problema (hay quienes solo apuestan a la intervención del capital privado, y si es extranjero, mejor) y que las regulaciones deben ser para mantener empleos.
- «La capacitación para el futuro pasó de ser una necesidad lejana a una prioridad inmediata. Decenas de miles de trabajadores en Uruguay necesitan apoyo del Estado para mirar con esperanza el futuro».
- «La renta básica como respuesta de política social ante la robotización».
Este cronista apuesta lo que sea a que nadie esperó jamás esta solución viniendo de un economista de la Universidad de Chicago.
Respecto del futuro, se pregunta: «¿Qué va a pasar con las personas que tienen experiencia y formación en tareas robotizables? ¿Qué va a pasar con nuestro sistema de seguridad social moldeado con base en relaciones contractuales empleador-empleado y carreras laborales estables? No hay respuestas».
«Por eso es necesario pensar en las posibilidades de implementar una renta básica. No universal, sino para un grupo bien definido de la población […] se debería pensar en una renta básica asignada a personas cuyas habilidades laborales ya han quedado obsoletas o tienen alto riesgo de ser automatizadas».
Es contundente acerca de su necesidad: «Con las tendencias actuales del mercado de trabajo, no hay más remedio. Estamos todos frente a un drama profundo en el futuro del empleo».
Según el Dr. Ignacio Munyo, hay que implementar todos estos cambios.
¿Que es una tarea difícil? Tanto como jugar un partido contra Brasil, en el estadio de Maracaná.
Como ganamos el más importante, es un libro optimista.
Conclusiones
Asentado en notables historias y testimonios humanos, muy bien escrito, el libro se lee de un tirón, en una tarde-noche.
Señala la gravedad del problema y ofrece soluciones, múltiplemente provocadoras.
Es también, sin quererlo, un desafío a muchos de nuestros políticos, que ni se plantean estos temas, con las excepciones del caso.
Alberto Grille ha señalado en varios editoriales la necesidad de que se revitalice el pensamiento profundo (político, económico, social y hasta filosófico) de la izquierda, ya que la derecha parece tenerlo muy claro.
Cuando lo consulté sobre si hacer o no esta nota, ya había leído el libro y había felicitado a Munyo. “Lo leo habitualmente y, aunque no me sorprende, es muy grato verlo reflexionar sobre el rol insustituible del Estado. Es lo que estamos viendo en estos tiempos, cierto revisionismo neoliberal en momentos en que vemos nuestras bardas arder”.
El derechoso Dr. Munyo
Ignacio Munyo, graduado en la Universidad de Chicago, liderada por el pensamiento conservador del Premio Nobel Milton Friedman (cuyos aportes a la teoría monetaria no deben desconocerse, aunque haya asesorado a dictadores como Augusto Pinochet Ugarte), vinculado desde siempre a la Universidad de Montevideo y a Ceres, es visto por la izquierda como un «neoliberal cheto», de muy buen trato y modales sorprendentemente sencillos.
En ese sentido, lo ve a años luz de «neoliberales agresivos», aquellos que ven como única solución a todos los problemas económicos el ajuste fiscal, la privatización de las empresas y bancos públicos, y toda reducción posible en el Estado, al que responsabilizan de todos los males; pero lo integra a la «tribu neoliberal».
Ahora esta tribu está calladita, porque sin Sistema Integrado de Salud, sin ASSE, sin el GACH, sin la Facultad de Ciencias, sin Fuerzas Armadas y de seguridad, y sin un aporte más o menos generoso del Estado, Uruguay ya hubiera desaparecido en la pandemia.
La tribu tampoco dice que las grandes potencias (Estados Unidos, China Popular, la Unión Europea con Alemania a la cabeza, la Federación Rusa y Japón) invierten los recursos que tienen y no tienen para proteger la vida y la salud de sus habitantes, sin las cuales la economía se cierra sola.
La tribu neoliberal tampoco dice que Kristalina Georgieva, la directora-gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), insta a los países a gastar sin medida para vencer la pandemia y recomponer las economías, grito secundado por David Malpass, presidente del Banco Mundial (BM), y Christine Lagarde, titular del Banco Central Europeo (BCE).
El Dr. Munyo ha demostrado ser distinto a la tribu neoliberal, a pesar de haber estudiado en Chicago.
Propone soluciones como las que se adjudican a la herencia de la Universidad de Harvard o del Massachusetts Institute of Technology (MIT), y que pueden ser más progresistas que las de sus afamados voceros. Soluciones que dicta el sentido común, pero que Uruguay no trata: más apoyo del Estado; más inversión inmediata en educación; y una renta básica para los que se caigan del sistema y de la vida.
Munyo demuestra en este libro que es intelectualmente muy valiente. No es fácil reflexionar sobre lo que se creyó execrable, encontrarlo encomiable y además reconocerlo.
Será sorprendente, pero no hay más verdad que la realidad.