Por Lucía Barrios
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
El tema de la concentración de medios en Uruguay no es un asunto frecuentemente analizado por la prensa, sobre todo porque puede herir susceptibilidades. Lo cierto que un intento por solucionar el excesivo poder de unos pocos sobre la libertad de expresión de muchos fue la Ley de Medios, aprobada en 2014. Sin embargo, muchos afirman que Uruguay no ha asistido a una verdadera aplicación de esa normativa. El doctor en Estudios Culturales Latinoamericanos, investigador y docente universitario, Gabriel Kaplún, sostuvo a Caras y Caretas que la concentración de medios en Uruguay está amenazando a la democracia, sobre todo porque la situación del país en cuanto a este tema no ha cambiado en los últimos años.
“La concentración afecta a la democracia. Si los medios están concentrados en pocas manos, hay menos garantías de que todas las voces puedan ser escuchadas. Esto cobra especial relevancia a partir de que en los últimos años los medios se han convertido en un actor político más directo. En el caso de Argentina y Brasil, la situación ha sido muy notoria. Por ejemplo, el grupo Clarín en Argentina ha hecho una batalla frontal contra los gobiernos de los Kirchner (…) Cada hecho puede tener más de una mirada y si en un sistema político sólo muestra una forma de ver las cosas, ignorando las otras posibilidades, tenemos un problema para la democracia”, afirmó Kaplún.
Según sus palabras, la Ley de Medios estaba pensada para mejorar esta situación, pero “se ha aplicado mal y poco”, debido a que existe un “bloqueo político”. Consideró que esta situación se da debido a que el Parlamento no designó los cinco miembros del Consejo de Comunicación Audiovisual ante la renuencia de la oposición y el gobierno no ha priorizado el tema.
***
El tema de la concentración de medios muchas veces es ignorado y no se habla frecuentemente de él. ¿Cómo está la situación en Uruguay?
Tenemos una situación que no ha cambiado en lo sustancial. Por un lado, en el caso de la televisión montevideana, hay una concentración importante a partir de los tres canales privados: el 4, 10 y 12. Estas cabeceras de concentración han operado históricamente en Uruguay. Por otro lado, hay grupos de concentración en el interior del país. Hay algunos lugares donde una misma empresa, una misma familia, tiene varios medios de comunicación, como una radio, el cable y algún diario local.
Lo cierto es que en Uruguay existe una restricción legal que se cumple mal. Teníamos desde los años 70, aunque parezca paradójico, durante la propia dictadura militar, la Ley de Radiodifusión que pretendía regular la concentración. La actual Ley de Medios de 2014 mantuvo alguno de sus postulados con algunos agregados. Por ejemplo, un mismo adjudicatario no puede tener en su poder más de 2 empresas en la misma banda, por ejemplo, una radio y un canal de televisión.
Sin embargo, la situación histórica de Uruguay por más de medio siglo no cambia mucho por dos razones: la primera, es que la normas son viejas y muchos hacen que parezcan medios distintos cuando todos sabemos que es el mismo dueño. Por medio de testaferros una radio puede aparecer bajo un nombre y otra bajo otro apellido, pero resulta que está a cargo de una misma familia.
Por último, hay algunos casos que no tienen que ver con actores locales. Esta situación esperábamos que mejorara a partir de la normativa, pero, como sabemos todos, la Ley de Medios se ha aplicado mal y poco, entre otras cosas porque nunca se han integrado los organismos encargados de su aplicación.
¿Se puede hablar de un bloqueo político a la aplicación de la Ley de Medios?
Parecería que sí, porque por un lado hay un Parlamento que debió designar a cuatro de los cinco miembros del Consejo de Comunicación Audiovisual y no lo hizo a partir de que la oposición se ha manifestado repetidamente que tiene poco interés en la normativa. Pero en el caso del gobierno, también ha ocurrido una falta de iniciativa importante, porque el presidente del Consejo de Comunicación Audiovisual es designado directamente por el Ejecutivo y este tampoco lo ha hecho.
Por tanto, existe una no priorización del tema que ha hecho que quedara perdido en los últimos meses. La Ursec sí ha aplicado durante los últimos años algunos de los aspectos de la norma.
Usted mencionó que por parte de la oposición ha existido un bloqueo a la ley y que por parte del Gobierno ha habido una falta de priorización del tema. ¿Esto puede ocurrir porque los medios están presionando al sistema político?
Sí. La posición de los grandes medios ha sido clara y muy pública. Puede haber presiones más visibles y otras menos visibles. Por ejemplo, en el caso de la Asociación Nacional de Broadcasters Uruguayos ha habido una manifestación constante de oposición a la ley y ha presentado muchos recursos de inconstitucionalidad; pero no pasó absolutamente nada, sólo hubo algunos artículos quitados mientras que el 99,5% de la ley hay que aplicarla.
Efectivamente los medios tienen serios intereses en que no se aplique y parece claro que al final lo que ha ganado es la no aplicación de la normativa, lo que podría estar mostrando otros tipos de apoyos en el sistema político.
Los gobiernos de izquierda en toda la región -el caso de Brasil ha sido el más notorio- tienen la percepción de que los medios al ser tan poderosos pueden complicarles la gobernabilidad y por eso consideran que es preferible no avanzar en regulaciones que democraticen la comunicación. Sin embargo, las consecuencias de esta decisión están a la vista, ese temor no produjo beneficios, sino que, al contrario, los medios han producido campañas que han desembocado en el impeachment a Dilma Rousseff. En el caso de Uruguay, tenemos una situación por suerte bastante distinta, más pacífica, entre los medios y el sistema político, pero hay una historia de convivencia compleja que habría que mirar con más atención.
Algunos analistas en comunicación dicen que los dueños de los medios generalmente también tienen actividades económicas tradicionales. ¿Qué pasa en Uruguay? ¿Hay una relación entre medios de comunicación y los emprendimientos de tipo económico tradicional?
En Uruguay teníamos hasta hace unos años una cierta relación. En el caso del canal 12, por ejemplo, los dueños también tenían supermercados. En el interior también han existido situaciones de este estilo. En general, los que están en los medios también tienen intereses en otras áreas. Muchos apuestan a los medios, aunque muchas veces no son redituables en términos de dinero, porque lo son en influencia.
¿Se podría decir que una gran concentración de medios es igual a una menor democracia?
Es una democracia que funciona peor. Todos los organismos internacionales han enviado señales en este sentido. La concentración afecta a la democracia. Si los medios están concentrados en pocas manos, hay menos garantías de que todas las voces puedan ser escuchadas.
Esto cobra especial relevancia a partir de que en los últimos años los medios se han convertido en un actor político más directo. En el caso de Argentina y Brasil, la situación ha sido muy notoria. Por ejemplo, el grupo Clarín en Argentina ha hecho una batalla frontal contra los gobiernos de los Kirchner, especialmente contra Cristina Fernández, en la que tomó un protagonismo directo al punto tal que los partidos políticos no terminaban de configurar ese papel.
Está bien que los medios sean críticos con cualquier gobierno, es natural que eso pase, pero cuando la actividad se transforma en una batalla permanente, la cosa pasa a otro nivel. Lo mismo pasó con el caso del grupo O Globo en Brasil. Si uno ve los días previos de la caída de Dilma Rousseff, las noticias estimularon lo que finalmente pasó.
Además, tenemos ahora en todo el mundo la fabricación industrial de noticias, que obligan a los profesionales a ser mucho más cuidadosos en su distribución. Muchas veces todo termina en estas redes de noticias falsas, que son reproducidas tanto por los grandes medios como por los chicos, que con frecuencia no tienen suficiente infraestructura para poder investigarlas.
Cada hecho puede tener más de una mirada y si en un sistema político sólo se muestra una forma de ver las cosas, ignorando las otras posibilidades, tenemos un problema para la democracia.
Datos sobre la concentración de medios audiovisuales en Uruguay
Los canales de televisión concentran el 95% del mercado de televisión abierta nacional, se afirma en el estudio denominado La televisión privada comercial en Uruguay, de Edison Lanza y Gustavo Buquet.
En 2010 facturaron 82,5 millones.
La televisión es el medio que los uruguayos mayormente eligen. El 100% la consume habitualmente.
Según la investigación de Facundo Franco, Nicolás Thevenet, Fernando Gelves y Gustavo Gómez, denominada El mapa de la concentración mediática en Uruguay, la concentración de medios uruguayos radica en tres familias.
El grupo Romay, dueño de canal 4, tiene once emisoras de radio y cuatro empresas de televisión para abonados.
Mientras tanto, el grupo Fontaina-De Feo, que controla Canal 10, también está vinculado a TCC, Radio Carve, Nuevo Tiempo y tiene otro canal de cable en La Paz y Las Piedras de Canelones, Cablecolor, San Carlos satelital.
Por su parte, el grupo Cardoso-Scheck, vinculado al Canal 12, Nuevo Siglo en Montevideo, tiene emisoras de radio, y medios escritos como El País y Búsqueda.