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«Libro cerrado no saca letrado» (proverbio chino)

¿Conocemos China?

Por Juan Raúl Ferreira.

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¿Conocemos algo de China? Cuando señalamos el exceso de optimismo del gobierno, especialmente del canciller, sobre un tratado o un plan de factibilidad antes de fin de año, no es porque estemos en contra, todo lo contrario. Manejar así los tiempos es un modo de hacer imposible el acuerdo. Y eso es lo que criticamos: la inexperiencia en el manejo del tema.

Yo estuve en Beijing -y 11 ciudades más- de la República Popular China (RPC) en 1986. Aún no teníamos relaciones diplomáticas. Fui con representantes de todos los partidos políticos a comenzar un diálogo de cara al establecimiento de relaciones. Finalmente Uruguay dejó de reconocer a Taiwán, autodenominada República China, donde se refugió Chiang Kai-shek tras el triunfo de Mao Tse Tung, ya caído el imperio.

En inicios de la Guerra Fría, EEUU, tras la derrota militar del “Kuo ming tang” (Partido Nacionalista) ante el hoy centenario Partido Comunista Chino, lanzó una ofensiva diplomática. Luego de la derrota militar de Tchang, la diplomacia gringa decidió reconocer a la isla de Formosa (Taiwán) como la legítima China.

Recuperar en cocteles lo perdido en el campo de batalla no funcionó.

El presidente Nixon, en 1972, dio el primer paso haciendo un viaje oficial a la República Popular. No la reconocía, pero la visitó. Luego, cada vez fueron menos los países que la ignoraron. En diciembre de 1978, diez meses después que Uruguay, establecieron relaciones EEUU y la RPC. Solo reconoció un hecho preexistente.

El Consejo de Seguridad de la ONU, creado en la posguerra, tiene cinco miembros permanentes con derecho a veto. En octubre de 1971 la ONU reconoció a la RPC como titular de la soberanía de dicho país. Eso significó la salida automática de Taiwán de la ONU y de su asiento con veto en el Consejo de Seguridad. Todo ello pasó a ostentarlo el gobierno de Beijing.

Introducción larga pero fundamental.

China, la de verdad, es un mercado de más de 1.400 millones de consumidores. Taiwán tiene 123 millones de habitantes. Y costó que Uruguay la reconociera. El Foro Batllista, en el gobierno, coqueteaba con Taiwán a expensas de la China de verdad. Fue un tema en el que Wilson se puso muy duro en la exigencia. Hasta semanas antes de morir.

Bustillo quiere firmar un acuerdo con China antes de fin de año. Nosotros lo criticamos no para evitarlo, sino para hacerlo posible. El proceso es: 1) Carta Intención 2) Firma del Tratado. En América Latina lo han hecho Chile, Perú y Costa Rica. O sea, se puede. ¿Cuanto le lleva a estos países? ¿Cuánto a España, país más importante para China? De 5 a 12 años cada etapa.

Esto nos obliga a ser realistas y amplios políticamente. No improvisar. Si cada vez que hablamos del futuro tratado lanzamos un petardo el Frente Amplio, no habrá acuerdo. Los chinos piensan a muy largo plazo. Si un gobierno no puede hablar más más allá de su mandato, con los chinos no tiene suerte.

¿Y en nombre de quién vamos a negociar? Internamente, de todos los uruguayos y en diálogo con todos los partidos. En lo regional, con la oferta y el mercado consumidor más grande. Pero no, dejamos a Argentina y Brasil afuera confiando en que, mano a mano, Uruguay puede salir airoso con China. Es no tener idea.

¿Y qué vamos a vender? Bueno, exportamos carne y soja, por ejemplo. Mientras que la soja no plantea problemas a mediano plazo, tenemos que hablar de nuestra carne, con los grandes mercados. En la Cumbre de Medio Ambiente, en Escocia, fue un tema central. Y Uruguay no estuvo. La intendenta de Montevideo habló con jefes de Estado y de gobierno. Cuquito no tuvo tiempo de ir.

Allí se habló del efecto invernadero de la cría de ganado y la emisión de gases tóxicos. Hay muchos asesores y técnicos en el tema -yo no lo soy- que podrán tener una batería de argumentos. Hay que ir, aprender, hablar, recibir y dar insumos, decir y negociar. ¿Pero faltar? ¿Por un partido de baby fútbol?

Bustillo prometió la firma de la carta intención antes de fin de año. Faltan pocas semanas y no va a llegar. No se adelantó nada. Más bien la ausencia de interlocutores de peso político en Glasgow fue un retroceso. Lamentablemente negociar con la China milenaria es más lento que sus ascensos en la carrera diplomática.

Es así.

 

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