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Consensos sociales para mitigar el impacto multidimensional de la pandemia

Por Fernando Pereira.

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Vivimos un año que no va a ser fácil de olvidar. La historia reciente de la humanidad no registra antecedentes cercanos de una situación como esta. Una nueva cepa de coronavirus nos puso frente a una crisis sanitaria sin precedentes cercanos en la memoria colectiva. El 11 de marzo la OMS declaraba la existencia de una pandemia, y el día 13 de marzo nuestro país registraba los primeros 4 casos y declaraba la emergencia sanitaria.

Mucho se ha escrito, mucho se ha dicho, mucho hemos podido constatar cada uno de nosotros y nosotras sobre los impactos múltiples de un virus que cambió nuestras percepciones, nuestros hábitos y nos desafió a repensar la forma en la que organizamos nuestras sociedades.

El desafío que enfrentamos supone repensar nuestros modelos colectivos, el rol de los Estados, nuestras formas de consumo, las prioridades. Repensarlos como sociedad e individualmente desde el lugar que a cada persona le toca.

Desde el primer momento asumimos como organización la disposición de contribuir con todas nuestras fuerzas, con todas nuestras capacidades y con toda nuestra voluntad a mitigar el impacto de una situación que tiene efectos dolorosos a lo largo y ancho del planeta.

Asumimos nuestro apego inquebrantable a las disposiciones que de acuerdo a la información disponible y siguiendo los avances científicos establecieran las autoridades sanitarias. 

Nos pusimos a trabajar desde el primer día en la generación de protocolos sanitarios. En primer lugar, en el sistema sanitario, pero luego, en cada una de las ramas de actividad, en cada uno de los centros de trabajo, empezando en la construcción y las escuelas rurales, en donde hicimos nuestros aportes.

También fuimos enfáticos, y lo seguimos siendo, con la necesidad de acompañar estas medidas con una amplia malla de contención social. Los efectos de la covid-19 en la salud son lamentables, pero el efecto social y económico de la pandemia tienen también significan un impacto durísimo, generando una crisis global en la que los precedentes cercanos son, al igual que los sanitarios, difíciles de rastrear en la memoria colectiva reciente de la sociedad.

No nos limitamos a hacer propuestas, nos pusimos desde cada rincón del país a poner el hombro a la emergencia social. Respaldando las ollas, trabajando en las brigadas solidarias, poniendo al servicio de la sociedad toda nuestra organización. Pero entendíamos entonces, y entendemos más que nunca hoy que las soluciones efectivas requieren un papel mucho más activo del Estado.

Han sido las políticas públicas, las fortalezas institucionales, las que nos permitieron hasta el momento enfrentar la crisis. Un sistema de salud robusto, una institucionalidad fuerte para las prestaciones sociales, empresas públicas al servicio de la sociedad y un cuerpo científico y médico que demostró en la cancha su rol estratégico.

Las propuesta integral que acordamos con otras organizaciones hermanas en el marco de la Intersocial pretende instalar una serie de medidas que son el paraguas fundamental que nos permita enfrentar esta nueva fase en la que ingresamos. 

Seguimos proponiendo la creación de una renta transitoria de emergencia que asegure que todas las uruguayas y uruguayos cuenten con un ingreso mínimo que les permita acceder a bienes y servicios básicos mientras dure esta situación. 

También implementar medidas de protección a las pequeñas y medianas empresas que garanticen los puestos de trabajo. Postergar el aumento de tarifas anunciado. Implementar un control de precios de la canasta sanitaria y de insumos, alimentos básicos y garrafas de gas. Necesitamos por parte del gobierno que genere medidas extraordinarias que atiendan la violencia basada en género. 

Las medidas forman parte de una batería de 12 propuestas que ponemos a consideración de nuestro gobierno para abordar las múltiples dimensiones de la crisis, bajo la premisa de que no es momento de recortar el gasto público en el momento en que más recursos se requieren para atender la emergencia. 

El crecimiento exponencial de los contagios, la crisis económica que genera la pandemia, agravada por una temporada turística que se presenta muy compleja, requieren hoy mucha claridad estratégica para definir prioridades, grandes acuerdos sociales para garantizar la efectividad de las medidas y un gran esfuerzo económico del Estado, que se encuentra en condiciones de destinar recursos. 

El horizonte de la vacuna permite, más allá del grado de incertidumbre inevitable que implica la situación, tener mayor claridad en los cálculos. Vivimos el momento más complejo de la crisis sanitaria. Es el momento de actuar con mayor precisión, integrando la pluralidad de miradas existentes, y estableciendo las prioridades con claridad.

No podemos permitirnos como sociedad que la falta de inversión se traduzca en más pobreza y marginación. No podemos permitirnos que los costos sociales los paguen las niñas y los niños de nuestro país. La crisis sanitaria no puede ser la justificación que profundice los problemas estructurales que como sociedad padecemos.

Precisamos un Estado presente, que intervenga en su rol social, garantizando el derecho de las personas a cuidarse y cuidar a sus familias. La libertad responsable implica posibilidades de todas las personas de decidir cuidarse y eso requiere contención del Estado, políticas públicas que permitan mitigar los impactos brutales de la emergencia sanitaria.

Es necesario pensar desde ahora mismo, las condiciones necesarias para la presencialidad plena en la escuela pública, esto supone tomar nota de cuáles son las necesidades a cubrir para cumplir este objetivo, alquiler de aulas, creación de cargos de maestros/as y funcionarios/as, alimentación escolar, pero lo real es que hay que trabajarlo ahora. Los sindicatos pueden hacer un gran aporte.

La crisis sanitaria no se puede transformar en un enorme déficit social, es preferible déficit fiscal o lograr que los que tienen más paguen más, para atender a los sectores más vulnerables de los uruguayos/as.

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