El Poder Ejecutivo aceptó la renuncia del director del Instituto de Bienestar Animal (INBA) Gastón Cossia luego de que opinó que “se pasó un límite” el viernes pasado cuando productores rurales llevaron ovejas muertas y lastimadas a la Plaza Independencia para protestar contra los ataques de jaurías. Cossia dijo a Caras y Caretas que los “productores entendieron que era una prioridad” destituirlo.
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“(Los productores) tuvieron una resolución y no recuerdo una tan dura antes ni siquiera en el Pit-Cnt. […] El planteo fue en un congreso de la Federación Rural. Los productores entendieron que para ellos era una prioridad del país destituir al director ejecutivo de Bienestar Animal, eso marca las prioridades que tiene un colectivo tan importante, de tan larga trayectoria en el país. Creo que no me merezco tanta atención ni tanta relevancia”, dijo a esta revista Cossia. Sostuvo que la Federación pretendía tratar a los perros como una plaga, pero detrás de ellos “hay tenedores y responsables” que tendrían que hacerse cargo de los mismos. “Por más rabia y bronca por la situación que generan los perros, eso no justifica que se realice un acto donde había animales muertos, otros estaban agonizando. Eso es una muestra que allí no hay un claro concepto de lo que es el bienestar animal. No podemos admitir que haya crueldad animal. Demasiado sufrimiento hay en Uruguay por parte de muchísimos animales para que este director sea la causa de generar más sufrimiento”, expresó. Consideró que la solución a este problema es impulsar la tenencia responsable. Afirmó que hay una “grieta entre productores y animalistas, entre la ciudad y el campo” y señaló que con su salida apostó a encontrar “el camino del entendimiento”. “Yo no creo en los blancos y negros, yo creo en una diversidad de matices de colores, acá no hay gente ignorante que no sepa qué es lo que le pasa a la oveja cuando la muerde un perro, no se necesita venir a tirar una oveja para que se crea que es la forma de que los montevideanos se den cuenta de cómo sufre la oveja, esos son extremismos y forma de prejuzgar, eso no conduce a nada. La problemática es nacional, el gobierno está buscando acuerdos. Se sale entre todos, no se sale con una visión que se imponga sobre otra”, agregó. La profesión veterinaria en el mundo se dirige hacia un concepto global, hacia una “sola salud”, explicó.
“Nuestro objetivo es la salud en un concepto integral, político, donde ya no hay una salud de los animales, separada de los seres humanos, del medio ambiente, hay una sola salud. ¿Qué es lo que estamos discutiendo acá? ¿Que el perro es más importante que la oveja? Es un disparate. Tenemos que hablar de esta marca país de bienestar animal, que es lo que nos abre los mercados mundiales”, agregó.
¿Qué reflexiones le merece su renuncia como director del Instituto de Bienestar Animal?
No tengo nada que reflexionar. Lo que puedo hacer es explicar lo que ha ocurrido. Lo sucedido es una sumatoria de desencuentros, fundamentalmente con algunas organizaciones, que tienen otro enfoque de cómo solucionar el problema de la sobrepoblación canina en Uruguay, que ha sido la base de las políticas públicas que hemos impulsado en el gobierno. El desencadenante de mi renuncia es que eso se llevó al plano personal, cuando está en juego el buen nombre de las personas, no se interpreta adecuadamente que lo que estamos haciendo es un ejercicio de gobierno, en el cual estamos plasmando políticas que tienen consensos partidarios. La creación del Instituto se hizo por unanimidad, estas cosas son muy importantes porque estamos hablando de que se creó el programa, que uno de sus puntos claves es controlar la sobrepoblación de caninos y felinos, es el punto clave de la política pública, luego ocurrió en el debate presupuestal y es la respuesta que el gobierno está dando a esta situación, entonces llevarlo al plano personal para mí no tenía ningún tipo de sentido porque mi tarea es tratar de buscar soluciones a la problemática que los productores plantean. A su vez, creí importante dejar una señal muy clara de que este tipo de manifestaciones, en donde puede haber estos reclamos, por más rabia y bronca por la situación que generan los perros, no justifican que se realice un acto donde había animales muertos, otros estaban agonizando. Eso es una muestra que allí no hay un claro concepto de lo que es el bienestar animal. No podemos admitir que haya crueldad animal. Demasiado sufrimiento hay en Uruguay por parte de muchísimos animales para que este director sea la causa de generar más sufrimiento. Ante la escalada de situaciones de que se anunciaba que se iba a continuar con ese tipo de protestas y el hecho de haber recibido diez denuncias del instituto contra quienes llevaron esas protestas, a mí me toca como director resolverlas, pero estaba inhibido de hacerlo porque las personas que hicieron el reclamo querían mi cese como director, esas situaciones de incomodidad fueron las que motivaron la presentación de la renuncia. Había falta de diálogo, apoyo en la gestión, eso desencadenó esta situación. Se tiene que llevar un trabajo de alfabetización de convivencia con los animales, de tenencia responsable, que es la clave de la solución a todo esto.
¿Cree que los productores terminaron presionando al gobierno para su renuncia?
No es algo que yo crea. Ellos hicieron eso, tuvieron una resolución y no recuerdo una tan dura antes ni siquiera en el Pit-Cnt. Uruguay tiene una larga tradición de movimientos sindicales, gremiales, corporativos, que interactúan con el gobierno. Me encontré una situación muy incómoda para un jerarca del gobierno. El término no era remoción, era destitución. No es algo que yo piense o me parezca. El planteo fue en un congreso de la Federación Rural. Los productores entendieron que para ellos era una prioridad del país destituir al director ejecutivo de Bienestar Animal, eso marca las prioridades que tiene un colectivo tan importante, de tan larga trayectoria en el país. Creo que no me merezco tanta atención ni tanta relevancia. Los problemas del país pasan por otro lado, si bien este es un problema importante, pero no pasa por cambiar el director. Los problemas van a seguir estando, porque nuestra labor era tratar de colaborar desde la ciencia, desde el conocimiento académico, desde la tecnología a dar respuesta a esos mismos productores. Seguramente fallé en eso, no se entendió. Detrás de los perros hay tenedores y responsables, tenemos que trabajar sobre esos tenedores. El mensaje tiene que ser empático, me tengo que dirigir a quienes tienen perros. Si hay que poner 250.000 microchips por año, como vamos a hacer en forma gratuita, si los únicos que pueden ponerlos son los veterinarios, qué mejor que haya un veterinario de perros que se encargue de transmitir la importancia de colocar un microchip. Yo era el único veterinario del instituto de Bienestar Animal, ahora no hay veterinario, es muy difícil llevar una política si se cuestionaban cosas que eran de sentido común. Entendí que mi salida del instituto podría ayudar a descomprimir esto y buscar caminos de entendimiento, porque estamos cansados de la grieta entre productores y animalistas, entre el campo y la ciudad, el enfrentamiento llegó hasta los veterinarios que trabajan con perros y gatos o los que trabajan con animales para producción cuando el título de veterinario es uno solo, nadie puede poner en cuestión eso. Aquí hubo un cuestionamiento a título personal y nada más alejado de lo que habíamos querido hacer que es fomentar la grieta, la división, todo lo contrario. Yo no creo en los blancos y negros, yo creo en una diversidad de matices de colores, acá no hay gente ignorante que no sepa qué es lo que le pasa a la oveja cuando la muerde un perro, no se necesita venir a tirar una oveja para que se crea que es la forma de que los montevideanos se den cuenta de cómo sufre la oveja, esos son extremismos y forma de prejuzgar, eso no conduce a nada. La problemática es nacional, el gobierno está buscando acuerdos. Se sale entre todos, no se sale con una visión supremacista sobre otra.
Acá hay que respetar todos los puntos de vista, las organizaciones de protección de los animales son claves en esto, que son las que pueden generar el éxito de las campañas. Hemos logrado avanzar mucho con ellas y romper mitos y prejuicios. El sector productivo tiene un rol fundamental porque son los principales tenedores de animales en este país. En los sistemas productivos también están los perros y los gatos que tienen que estar identificados. Para la profesión veterinaria no hay diferencias. La profesión veterinaria en el mundo se dirige y encamina hacia un concepto global, hacia una sola salud. Nuestro objetivo es la salud en un concepto integral, político, donde ya no hay una salud de los animales, separada de los seres humanos, del medio ambiente, hay una sola salud. ¿Qué es lo que estamos discutiendo acá? ¿Que el perro es más importante que la oveja? Es un disparate. Tenemos que hablar de esta marca país de bienestar animal, que es lo que nos abre los mercados mundiales.
Si esto lo hubiésemos hecho hace 15 años, 140.000 perros castrados por año, hoy no tendríamos el problema que tenemos. Al identificar 250.000 perros por año, hoy no tendríamos este problema. Vamos a animarnos a hacerlo, de confiar y de creer todos en este programa. Ese es el mensaje más fuerte que estoy tratando de transmitir.
La solución pasa porque nos escuchen a los veterinarios que atendemos perros. ¿En esta sociedad no creemos en los profesionales que hemos formado en la Universidad de la República? El mundo ha confiado en sus científicos, en sus profesionales, en la academia, confiemos en la ciencia, en los especialistas en perros para solucionar un problema.
¿Cómo está Uruguay en materia de cuidado animal?
Hemos avanzado mucho, Uruguay fue un país pionero. La ley 5657, que fue en 1918 propuesta por José Batlle y Ordóñez, pero que contó con el apoyo de Washington Beltrán, fue una ley pionera, luego se modifica en 2009 y hasta ahora hemos tenido bastantes traspiés con esta ley, que no pudo ser aplicada en su totalidad. Tenemos algunas cosas que son tareas pendientes, sobre todo en tenencia responsable, sancionatoria y fiscalización, todavía es muy débil, sobre todo en materia de despenalización. Hay todavía tareas para profundizar. Yo sí lo que destaco de lo que está ocurriendo es que esta temática está en la agenda en los primeros temas de importancia política del país por estos días. Esperemos que eso ayude a que cada uno asuma su responsabilidad. ¿Qué estamos haciendo cada uno de nosotros en materia de bienestar animal? ¿Las intendencias, los municipios, el Parlamento, los productores rurales, la Facultad de Veterinaria, la Comisión Nacional de Zoonosis? Son muchas instituciones a las que lamentablemente les cuesta mucho coordinar entre ellas mismas no encontramos la suficiente fortaleza en cuanto a iniciativas vinculadas al bienestar animal. Las propias instituciones tienen el tema de bienestar animal como muy teórico, pero en la práctica las acciones todavía son voluntaristas y recaen en la sociedad civil. Ese es el gran desafío que tiene Uruguay en el siglo XXI.
Además, en Europa se está cambiando la consideración jurídica que tiene un animal. Han dejado de ser objetos para ser sujetos de derechos. Es un cambio radical en la concepción del animal. En Uruguay aún no tenemos una sanción penal para alguien que mata un perro. Estas brechas, tan marcadas necesariamente en un mundo tan globalizado, tenemos que comenzar a trabajar sobre ellas.
Usted denunció en Twitter que inició 2022 con graves episodios de crueldad y morbosidad. Hurtos, muerte, degüello e incineración de perros. ¿Está trabajando en alguna ley para penalizar estos hechos?
Sí, yo he presentado en 2015 un proyecto de ley, pero hay una larga experiencia en varias legislaturas. Hoy mismo hay más de cinco proyectos para incluir en el código penal el maltrato y la muerte de animales. Han pasado gobiernos de distintos signos, no hemos logrado avanzar en esto. Argentina, Brasil, Chile, todos ellos tienen códigos duros para quien maltrate a un animal. En Uruguay existen sanciones administrativas, como poner una multa, confiscar a animales, pero no se puede poner una sanción legal.