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Crimen de dirigente del SUTCRA: «Mataste a un hermano» por Ruben Abrines

Por Ruben Abrines.

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Hiciste uno de los peores crímenes que puede hacer un hermano de clase. Mataste a un hermano desde la cabina del camión de tu patrón, en la puerta de la empresa que rápidamente te abrió las puertas para darte refugio sin darle asistencia, ni tú, mucho menos tus patrones y todos los otros funcionarios de la empresa Viana, en las cercanías de la entrada de la ciudad de Rivera. Hiciste el peor y más horrendo de los crímenes y ahora no importa lo que digan el jefe de Policía ni los jueces que te castigarán con algunos años de cárcel; cometiste el peor de los crímenes, mataste a un hermano de clase, a un explotado igual que vos. No te dieron el coraje ni la compasión. Lo hiciste de forma que su hijo pequeño nunca olvidará. Su mujer mucho menos. Tu crimen es múltiple, ahora te explico. Tu ignorancia y tu exacerbado individualismo y desprecio por lo colectivo y por tus iguales son en sí mismos una falta grave absoluta en contra del colectivo organizado en el Sutcra. El sindicato había resuelto medidas en beneficio de todos, incluso de vos, que no estabas de acuerdo, y fuiste más lejos, lo mataste. ¿Sabés que cometiste uno de los peores crímenes y probablemente nunca lo sepas? Además, perdiste la oportunidad de aprender, en la única escuela en que los explotados adquieren los conocimientos primarios de saber quiénes son sus enemigos de clase y quiénes son sus hermanos. Y por muchas diferencias que puedas tener por una medida gremial puntual, siempre serán tus hermanos, siempre serán igual que vos en el camino de conocer por qué aún vivimos en la prehistoria de la humanidad, porque mientras exista la explotación de unos hombres sobre otros, habrá patrones como los Viana y sindicalistas como Marcelo Silvera. Ahora sí te voy a decir qué fue lo que hiciste y por lo que no te va a condenar ningún juez; la Policía no te va a interrogar por lo peor que hiciste; la prensa dirá lo que quiera, cuando quiera y muy pronto olvidará. Quedate tranquilo, la vas a sacar barata con la Justicia. Sólo te digo que lo hiciste y luego huiste a ampararte bajo el techo de tu patrón, donde otros peores que vos no fueron capaces de llamar a una ambulancia. Lo mataste de la forma menos honrosa para un hombre, a sangre fría, desde lo alto de tu seguro refugio de una gran cabina de camión ajeno. En un santiamén mataste a un hermano de clase. Hiciste varios hijos huérfanos. A una mujer, que no debe ser muy diferente a la tuya, madre, esposa, compañera, la hiciste viuda. ¿Vos sabes que los bárbaros, después de sus tropelías, raptaban a las mujeres y se las llevaban consigo? Y lo peor, huiste a esconderte por las puertas que tu patrón mandó abrir prontamente. No creas que fue para protegerte a vos; sólo para sacar de la escena del crimen el mismo camión que sin dudas ya debe estar cargando para salir a la carretera con otra carga y otro chofer. Vos, con suerte, irás a la cárcel del Cerro Carancho, ahí nomás, casi frente a “tu” empresa, para que no extrañes a quien estabas carnereando. Tenés suerte, igual vas a recibir lo que te corresponde de las conquista de muchos años y de muchos hermanos de clase como Marcelo Silvera: tu último salario, licencia y aguinaldo, y fuste tan imbécil que facilitaste que no tengan que pagarte el despido. Cuando salgas de la cárcel tampoco tendrás trabajo en esa empresa con larga historia de impunidades con la complicidad de muchos como vos. En las carreteras seguirán andando cientos de conductores de camiones de todas las empresas y ellos llevarán la voz que vos apagaste de un solo disparo. Ellos hablarán y recordarán que uno de sus dirigentes fue asesinado por un hermano bastardo. Y algún día, ahí donde cometiste esos crímenes por los que no serás juzgado, penado y condenado, capaz que vamos todos con el Sutcra y colocamos una placa que diga como la canción: “No se mata a un hermano”.

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