En la primera semana de marzo, el Ministerio del Interior presentó las cifras de los delitos cometidos durante el primer año de gestión de Jorge Larrañaga. Como era de esperar, no se mencionó el hecho de que el porcentaje de homicidios aclarados descendió 13,5% ni se realizó un análisis serio sobre las variables. La prensa derechista tampoco menciona el aumento de la violencia policial y callejera, lo cual comprende desbordes y abusos tanto de uniformados como de civiles.
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El hecho es que, de acuerdo a lo informado y considerando los últimos dos años, tenemos que los delitos disminuyeron de la siguiente manera:
Homicidios: baja del 20,50%, pasando de 400 a 318 entre 2019 y 2020.
Rapiñas: baja de 14,02%.
Hurtos: baja de 19,34%.
Violencia doméstica: baja de 5,60%.
Abigeatos: baja de 8,38%.
Como se verá, los delitos de violencia doméstica fueron los que descendieron menos. Los homicidios contra mujeres fueron 28 y casi la mitad estuvieron asociados a violencia doméstica y de género. En el 32% de los casos (prácticamente en uno de cada tres) la autora del delito era la pareja o expareja; pero si consideramos solo los femicidios, el porcentaje se eleva a 83%, quedando claro que el lugar más peligroso para las mujeres es su propio hogar. En el 75% de los casos no había denuncia previa por violencia doméstica y dos de cada tres femicidas carecían de antecedentes.
Si hablamos de delitos sexuales, el abanico es muy grande, tanto como el desinterés de comentarlo en los medios hegemónicos por no ser conveniente para el poder. Las denuncias de delitos sexuales aumentaron 19% en 2020. De 1.558 denuncias en 2019, pasamos a 1.853 en 2020.
Solo hasta noviembre de 2020, se registraron 410 casos de explotación sexual a niños, niñas y adolescentes.
Decisiones que desconciertan
El 2 de marzo, y luego de casi un año de vueltas, la Justicia condenó a un hombre por abusar sexualmente de sus hijastras. Las niñas tenían 11 y 13 años y una de ellas es discapacitada. La condena, tras destrozar la vida de dos criaturas inocentes, fue de dos años de prisión efectiva y otros dos años de libertad vigilada por reiterados delitos de abuso sexual. Las niñas fueron derivadas a un hogar del INAU.
Dos días después, y también tras un juicio abreviado, un degenerado de 70 años (R.B., de Colonia) fue condenado a cinco años de penitenciaría por abusar sexualmente de una niña de 8 y producir pornografía infantil. También deberá pagar una indemnización de 12 salarios mínimos.
El mismo día la Justicia decretó prisión domiciliaria y colocación de tobillera electrónica para el cura de la Catedral de Minas, que fuera imputado por reiterados delitos de abuso sexual contra dos niñas de 9 y 13 años.
Esto es lo que vale para el sistema la felicidad arrancada a estas niñas.
Sin embargo, y al mismo tiempo, una joven de 24 años marchó a la cárcel por estafar por Facebook a quienes le enviaban señas para alquilar una casa. Tras recibir el dinero adelantado, la estafadora bloqueaba a las víctimas; un delito tan estúpido como la cifra ganada: $ 120.000. Aquí la Justicia no titubeó en enviarla a la cárcel. O el cura tiene un abogado muy bueno o esta tonta que se creyó viva no consideró que para nuestro sistema lo material vale más que la integridad física y psicológica.
Menos de tres semanas antes de estas decisiones, y tras un proceso abreviado, los dos sujetos que agredieron a los policías en Rocha resistiéndose al arresto fueron condenados a dos años y ocho meses de prisión efectiva. En cuanto al que tiró la tablet y se fugó con las esposas, recibió una condena de 16 meses de prisión (dos de cárcel y 14 de libertad a prueba). El otro implicado, que no participó de la agresión, fue condenado a seis meses de prisión bajo el régimen de libertad a prueba por desacato.
No digo que esté mal, pero algo no cuadra. Estos energúmenos cometieron un delito que debe ser castigado; pero que la pena para quien abusó sexualmente de sus dos hijastras sea menor que la de los agresores de policías es ilógico. Los policías ya se recuperaron del ataque, pero las niñas no sé si podrán hacerlo. Ojalá que sí; pero las secuelas psicológicas son terribles.
Creo que debemos revisar una vez más nuestros códigos legales; porque así, lo que menos tenemos es justicia.
Homicidios
El coronavirus ha sido el principal desestabilizador de la tasa de delitos en el último año; pero antes de explicar esto, veamos cómo han bajado las cifras de homicidios, si no en todos, en la mayoría de los países del continente. Los datos provienen del balance anual de los homicidios, realizado por InSight Crime, comparándose la cantidad de homicidios de 2020 con 2019.
Venezuela. 11.891 asesinatos. Baja de 30% con respecto a 2019. Se considera que la cuarentena y restricciones a la circulación por causa del coronavirus explican este descenso, pese a que el país sufre una situación económica crítica, confrontaciones políticas violentas y bloqueo.
Honduras. 3.496 asesinatos. Baja de 13% con respecto a 2019. Es el país más violento de Centroamérica. Muchas de estas muertes ocurrieron en las cárceles, las cuales tienen capacidad para albergar solo a la mitad de los reclusos del país. A la violencia de las pandillas y el narcotráfico se suma también la violencia en el negocio de la política.
Jamaica. 1.301 asesinatos. 38 menos que en el año anterior. Aun así, tiene la tasa de homicidios más alta de la región: 46,5 por cada 100.000 habitantes. Entre las causas de las muertes están el tráfico de drogas y armas, una cultura de la violencia difícil de erradicar y el fracaso de los planes meramente represivos.
Trinidad y Tobago. 396 asesinatos. 143 menos que en el año anterior. Es la tasa más baja en homicidios en ocho años. Los secuestros bajaron también un 40%.
México. Baja del 1% con respecto a 2019. 35.484 muertes contra 34.515 del año anterior. Sin embargo, los policías asesinados fueron 524 en 2020, mientras que en 2019 fueron 446. La violencia no proviene solo de los carteles de la droga, sino también de la policía y del poder político.
Belice. 102 asesinatos. Baja de 24% con respecto a 2019. Es el índice más bajo de violencia de la última década. El 46% de los homicidios se concretó en Ciudad de Belice. El gobierno ha decretado varias veces el Estado de Emergencia para contrarrestar las acciones criminales de las pandillas.
Colombia. 12.018 asesinatos. Baja del 6% con respecto a 2019. La mayor baja se produjo en Antioquia, pese a las actividades violentas de grupos como Los Urabeños (exintegrantes de las FARC), el ELN y los Caparrapos, y las ejecuciones extrajudiciales protagonizadas por las fuerzas afines al gobierno. Según Naciones Unidas, 73 exguerrilleros y 42 líderes sociales fueron asesinados en 2020. Sin embargo, la organización Indepaz, que monitorea los conflictos, habla de más de 375 víctimas.
Con todo, la tasa de homicidios bajó.
El Salvador. 1.332 asesinatos. Baja de 45% con respecto a 2019.
El presidente Nayib Bukele explica el descenso con el Plan de Control Territorial mediante el cual se desplegaron más de 5.000 militares y policías en zonas donde reinaban las pandillas; sin embargo, una investigación de InSight Crime y otra de International Crisis Group revelaron que las principales pandillas (MS13, Revolucionarios y Sureños del Barrio 18) pactaron una tregua con el gobierno para reducir la violencia y favorecer a su partido político, Nuevas Ideas, para las elecciones de 2021. La negociación con los líderes de MS13, algunos de los cuales estaban encerrados en penales y fueron trasladados para participar, fue descubierta por el medio noticioso El Faro.
Puerto Rico. 529 asesinatos contra 614 en 2019. Se trata del menor número de homicidios en más de treinta años.
José Cepeda, profesor de Criminología de la Universidad Interamericana, afirma que la disminución de los crímenes obedece a las restricciones a la movilidad en la isla debido a la pandemia y a la mayor presencia policial, agregando que la pandemia también afectó a los narcotraficantes, mermando su actividad, ya que ahora tienen dificultad para acceder a los precursores químicos necesarios para producir fentanilo y metanfetamina, importados de China.
Guatemala. 2.574 asesinatos. Baja del 28% con respecto a 2019. Se atribuye a la pandemia el descenso de la actividad delictiva. Las restricciones producidas por el coronavirus afectan a las organizaciones criminales dedicadas al tráfico de drogas y migrantes que se mueven por la ruta que se extiende desde Honduras hasta la frontera de Guatemala con México.
La cantidad de feminicidios es alarmante: 455 en 2020; pero fueron 701 en 2019.
República Dominicana. 705 asesinatos contabilizados hasta setiembre de 2020, proyectándose entonces 940 para diciembre, lo que implicaría una baja con respecto a 2019, que tuvo 1.026 homicidios. Este delito viene disminuyendo desde 2011.
El presidente Luis Abinader, que asumió en agosto de 2020, colocó como su prioridad el combate a la corrupción policial, principal aliada de los narcotraficantes.
Perú. 1.358 asesinatos solo hasta junio y con una proyección a diciembre de 2.716. Leve baja con respecto a 2019, que registró 2.803 homicidios.
Entre las causas podemos ubicar la violencia política y los enfrentamientos entre manifestantes y policías. En noviembre, el expresidente Martín Vizcarra fue destituido por el Congreso, acusado de corrupción. A esto se sumaron los ataques a los indígenas de la Amazonía luego del estado de emergencia provocado por el coronavirus. Los defensores del medio ambiente han tenido que enfrentar a los grupos criminales que están detrás de la tala ilegal, la minería y el narcotráfico, sin contar con el apoyo de las autoridades.
Paraguay. 481 asesinatos. Baja del 13% con respecto a 2019, que tuvo 554. El número de homicidios es el más bajo desde que se comenzó a documentarlos en 2008. El 28% de los asesinatos se concretó en Amambay, importante corredor de tráfico de marihuana en la frontera con Brasil.
Paraguay, gobernado por el Partido Colorado, es uno de los países más corruptos del planeta, lo que favorece la acción de las bandas criminales.
Con todo, los homicidios bajaron durante el año de la pandemia.
Argentina. 1.044 asesinatos hasta junio de 2020 con una proyección de 2.088 para diciembre, lo que implica una baja con respecto a 2019.
También aquí el tráfico de armas y drogas es el gran generador de muertes; sobre todo en la ciudad de Rosario, en Santa Fe, ubicada a orillas del río Paraná, fundamental para el mercado criminal. La otra punta del hilo está en las pandillas carcelarias de Brasil y Paraguay.
Los que subieron
En Estados Unidos, según Los Ángeles Times: “Las tasas de homicidios en 2020 superaron los niveles de 2019 en todos los meses, pero el incremento fue mayor después de las protestas masivas desatadas por la muerte de George Floyd en Minneapolis el 25 de mayo. Un estudio halló que, de junio a agosto, los asesinatos subieron 37% en comparación con 2019”.
Los homicidios también subieron en Chile y Ecuador. En el primero, las confrontaciones políticas y la represión brutal fueron la explicación de varios casos. Aun así, Chile sigue siendo uno de los países más seguros de la región.
No hemos pretendido abarcar aquí todos los países; pero sí los más y menos peligrosos. Estas cifras rompen muchos paradigmas.
Lo que Larrañaga no quiere reconocer
El tema es que el coronavirus es un factor que no puede ignorarse a la hora de analizar la baja de los delitos. Tal como hemos explicado varias veces, menos gente en la calle: menos rapiñas, menos homicidios; menos espectáculos: menos alcohol, menos riñas, menos problemas en el tránsito. Menos dinero: menos hurtos. El cierre de fronteras fue determinante en algunos casos.
En la mayoría de los países los delitos bajaron durante el año de la pandemia, aunque, como hemos señalado, no siempre esa ha sido la única causa. De hecho, y sin la pandemia, los homicidios ya habían bajado en Uruguay en 2019 con respecto a 2018.
Sin embargo, Larrañaga cree que en Uruguay la baja en los delitos se debe a su genialidad.
Tengo la sospecha de que está planeando renunciar al ministerio en 2021 y volver al Senado, antes de que desaparezca su mayor aliado.