La génesis del proyecto da comienzo con la resolución de la Mesa Política de la coalición de priorizar el debate, el cual se divide en cinco ejes temáticos, abordados por diferentes comisiones. A saber: “Montevideo de la integración y la inclusión”, que abarca ítems como espacios públicos, convivencia, movilidad sostenible, multiculturalidad (inmigrantes) y diversidad de la sociedad y las personas.
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El segundo eje se denomina “El Montevideo de la igualdad” y está referido a políticas sociales, culturales, salud, género, deporte, vivienda y hábitat.
El tercer eje es el “Montevideo del desarrollo sustentable e innovador”, que incluye tópicos como residuos, desarrollo económico, turismo, Montevideo rural, cotidianeidad urbana, saneamiento y la apuesta a una ciudad sin contaminación, priorizando la educación ciudadana, para gobernar no para la gente, sino con la gente.
El cuarto eje está referido al “Montevideo de la participación”, dónde fundamentalmente se plantea la interacción con las comisiones sociales.
El quinto y último eje es “Montevideo inteligente”, dónde las comisiones abordan soluciones para lograr una ciudad más ágil, en función del desarrollo de las comunicaciones y el tránsito.
No obstante, más allá de éste organograma de trabajo, Quintana advirtió de algunas incertidumbres que existen a la hora de llevar a la práctica ese programa. Las mismas, obviamente están referidas a los signos opuestos que probablemente tengan el gobierno nacional y el departamental de Montevideo. Por ejemplo ¿qué asignación presupuestaria tendrá una ciudad que concentra la mitad de la población del país? ¿Qué dotación de medicamentos dará el MSP a las policlínicas barriales?
Ante la pregunta de qué sucedería si se confirmaran las peores hipótesis, en la medida que las futuras autoridades nacionales están hablando de planes de austeridad, cuyos costos sociales pueden ser de gran magnitud, la respuesta de Quintana fue cauta. Es meramente una interrogante. El diseño de los planes más ambiciosos puede chocar con la falta de recurso y con determinantes externas que no maneja ni la Comisión de Programa ni el propio FA. Es decir, que ese seguro que las definiciones programáticas se lograrán en breve, pero el tema de la estrategia para materializarlas es un gran signo de interrogación. Ante esa incertidumbre se hace más importante el imperativo de “gobernar con la gente”.
El 10 de febrero, la Comisión de Programa tendrá armado el borrador del proyecto, el 2 de marzo lo presentará ante la Mesa Política y pocos días después deberá ser considerado por el Plenario de la coalición.