Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Mundo

Acosado en todos los frentes

¿Cuánto durará Trump en la presidencia de Estados Unidos?

Nadie, salvo Noah Harari y algunos otros «pensadores del caos», explica cómo el presidente de la primera superpotencia se mantiene en su cargo tras dos años de rotundos fracasos, enfrentando a ambos partidos, eliminando a Estados Unidos de los grandes ámbitos de poder, enfrentando a sus aliados históricos y mientras un fiscal especial investiga la llamada «trama rusa», convertido en la figura política más ridiculizada del mundo.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Se anuncia la presentación del informe final del fiscal especial, y su abogado de años lo ha acusado de pagar sobornos para ocultar relaciones extramatrimoniales con prostitutas, de mentiroso y traidor.

Los padres fundadores, si resurgieran, volverían a morir.

Acaba de recibir la mayor derrota de su presidencia: una cuarta parte de los senadores republicanos se sumó a los demócratas para rechazar el muro con México, emblema trumpiano.

¿Llegará Donald Trump a las elecciones del 3 de noviembre de 2020?

A la luz de todos los últimos acontecimientos (a los que debe agregarse que el presidente de la primera superpotencia global, Donald Trump, cruce dos veces el océano para entrevistarse con un mandatario de segunda categoría como Kim Jong Un, no con Ji Xinping o Vladimir Putin, y fracase; y el peligro que supone su permanente malhumor bélico, que podría provocar un baño de sangre en caso de una intervención en Venezuela para tener «su guerra»), todo el establishment político y académico mundial recuerda a Richard Nixon (presidente entre 1969 y 1974), que debió renunciar para no ser sometido a un impeachment apoyado por los dos grandes partidos.

Vale la pena decir que, comparado con Trump, Richard Nixon (que firmó los acuerdos con China Popular que constituyeron en poco tiempo la base de sustentación política y económica del mundo) es comparable a Bismarck.

En el muy esclarecedor film Nixon (Oliver Stone, 1995) hay dos escenas particularmente significativas: aquella en la que el presidente borracho mira el famoso retrato de John F. Kennedy que cuelga en la Casa Blanca y le dice: «Cuando te miran a ti ven lo que quieren ser; cuando me miran a mí, ven lo que son»; y la otra en que las cúpulas de ambos partidos envían a Kissinger para que lo convenza de renunciar, y el secretario de Estado le dice que si renuncia y evita el juicio político su memoria no será execrada y tendrá un funeral de Estado, como efectivamente ocurrió. Ambas ocurrieron en la realidad y están contadas en las voluminosas Memorias de Henry Kissinger.

Aquí el problema es que estamos ante una configuración psicológica única: un hombre que huye siempre hacia adelante, que no conoce los límites y que es capaz de inventar cualquier mentira sin importarle las consecuencias. Toda su vida ha actuado así y así llegó a la presidencia de los Estados Unidos. ¿Es razonable pensar que la mayoría de los dos partidos lo obligaría a renunciar a cambio de un funeral de Estado y de evitar un juicio político y la vergüenza que eso supondría para la Unión?

Hubo un adelanto: el jueves 14 de marzo 12 senadores republicanos, en 53 que conforman la mayoría del Senado, se sumaron a los demócratas para derrotar la «declaración de emergencia» impuesta por Trump sobre la construcción del Muro con México (junto con la «trama rusa», el buque insignia de la doctrina Trump), y obligarle a imponer un veto que ahora se discutirá en los tribunales.

No, lo esperable es que Trump vaya contra el mundo entero, llegado el caso.

Esa indomable voluntad de poderío es lo que seguramente esté demorando la presentación del informe final del fiscal especial Robert Mueller (un republicano de ley, absolutamente confiable para todos, a quien Trump no pudo remover porque incurriría en «obstrucción a la Justicia», el intolerable delito que derribó a Richard Nixon), anunciado ya desde el mes de enero.

Pero el tsunami de acontecimientos se abate sobre su figura.

 

La megainvestigación demócrata

Lo primero a señalar es que formalmente el 4 de marzo, el Partido Demócrata abrió una investigación contra el presidente Donald Trump a través del comité judicial de la Cámara de Representantes, en la que tienen mayoría. La indagación del comité, presidido por Jerrold Nadler (diputado por Nueva York), tiene como objeto probar el supuesto abuso de poder del presidente y tiene en la mira la acusación de “obstrucción a la Justicia”. Nadler solicitó documentos a un conjunto de 84 instituciones y personas (como los hijos del mandatario, Donald y Eric, y su influyente yerno, Jared Kushner) vinculadas al presidente Trump. También figuran los servicios de inteligencia, las Fuerzas Armadas, la Casa Blanca, el FBI, WikiLeaks, la Asociación Nacional del Rifle, Cambridge Analytica, las empresas y la Fundación Trump, estas últimas salpicadas por rumores de corrupción y de evasión fiscal.

En un comunicado, Nadler afirmó que «es un imperativo comenzar a construir un caso ante el pueblo estadounidense sobre el abuso de poder», y que «está muy claro que el presidente hizo obstrucción a la justicia».

Agrega que Trump «1.100 veces se refirió a la investigación como caza de brujas. Trató de proteger a Michael Flynn de ser investigado por el FBI y despidió a James Comey para evitar la investigación del la trama rusa», y lo acusa de «intimidar a testigos en público».

A la Casa Blanca, el comité judicial le solicita documentación directamente vinculada con la investigación sobre la posible conspiración de Donald Trump y su equipo con representantes de la Federación Rusa para obtener ventajas que le permitieran derrotar a la entonces candidata demócrata Hillary Clinton.

Preguntado al respecto, y como era de esperar, Trump declaró que colabora «todo el tiempo con todo el mundo» y que «lo divertido es que no hay conspiración, es todo un fraude», tras lo cual les dijo a los periodistas que fueran a tomar su almuerzo.

Desde que aconsejó, en plena campaña, seducir mujeres tomándolas directamente por su zona genital «a lo que no pueden resistirse», o bien cuando disfrutaba en su programa televisivo gritando «estás despedido» a los desdichados que caían en él buscando premios, realmente es difícil concebir una personalidad tan desagradable (por decir lo menos) como la de Donald Trump.

Peor estuvo su vocera, Sarah Sanders, que señaló que la investigación es «vergonzosa y abusiva», y declaró que «los demócratas están acosando al presidente para distraer la atención de su agenda radical para hacer de Estados Unidos un país socialista, matar a bebés tras su nacimiento y empujar su ‘green new deal’ (proyecto contra el cambio climático) que destruiría empleos y llevaría a Estados Unidos a la bancarrota». Este es el equipo de Trump.

Nadler declaró a The New York Times que a pesar de que él cree que el presidente cometió delitos y que ha amenazado el orden constitucional, no iniciará proceso de destitución a menos que en el Congreso reúna una aplastante mayoría bipartidista, circunstancia que por el momento no se da.

Asimismo declaró que «si algo hemos aprendido del testimonio de Michael Cohen es que el presidente está directamente implicado en varios delitos, mientras estaba haciendo campaña y ya como inquilino de la Casa Blanca».

 

Lo que dijo el abogado de Trump

El miércoles 27 de febrero, Michael Cohen (actualmente en prisión por haber mentido al Congreso), quien fue abogado personal de Donald Trump durante más de diez años, emitió una serie de detonantes acusaciones contra su exjefe. Compareció durante siete horas ante el Comité de Supervisión y Reforma de la Cámara de Representantes, y acusó a Trump de conocer de antemano la intención de WikiLeaks de difundir correos robados a los demócratas; y reveló documentadamente infidelidades y engaños del mismo.

Entre otras cosas afirmó que: «Me pidió que pagase a una actriz de cine porno con quien había tenido un affaire y que mintiese a su esposa al respecto”, agregando que «mentir a la primera dama es una de las cosas que más lamento. Es una persona amable y buena. No se merecía eso».

También entregó copia de varios cheques por decenas de miles de dólares que son reembolsos a Cohen por pagos que este había hecho, por orden del presidente, a las mujeres que afirman haber mantenido relaciones extramatrimoniales con Trump.

Afirmó haber asistido a una conversación del hijo mayor de Trump con una mujer cercana al Kremlin, en el verano de 2016, que supuestamente iba a ofrecer «información basura» sobre Hillary Clinton.

También afirmó que Trump no esperaba ganar las elecciones sino simplemente posicionar su marca y sus empresas y que le dijo: «¿Crees que soy estúpido? No iba a ir a Vietnam». D.T. no fue a la guerra por supuestos problemas médicos. El comentario gana espacio porque es famoso que Trump se burló del entonces recién fallecido senador John McCain, héroe de dicho combate, lo cual el excandidato republicano a la presidencia nunca perdonó, llegando a excluirlo expresamente de sus funerales, donde se hizo presente todo el establishment de los Estados Unidos, incluyendo a los expresidentes George W. Bush, Bill Clinton y Barack Obama.

Señaló que «Trump conocía y dirigió las negociaciones sobre la torre en Moscú durante la campaña y mintió al respecto», lo cual implica falso testimonio y colusión del interés público y privado por parte del presidente.

El abogado lo acusó de inflar sus activos cuando le convenía, y reducirlos artificialmente para pagar menos impuestos.

Indicó que le pidió amenazar a sus escuelas, sus universidades y el consejo universitario para que no publiquen datos vinculados con su desempeño universitario y presentó como prueba una carta a la Universidad Fordham.

Finalizó diciendo que «Trump es un racista, un timador, un tramposo». Al respecto contó que «una vez me preguntó si sabía de algún país liderado por un negro que no fuera un agujero de mierda. Por entonces Barack Obama era presidente de Estados Unidos», y que desprecia a los afroamericanos.

 

El agitado proceso que viene

El testimonio de Michael Cohen (realizado además, mientras el presidente Trump se reunía con Kim Jong Un en el otro extremo del mundo, y fracasaba nuevamente en sus intentos, colmando de vergüenza a los republicanos y, sin duda, a las Fuerzas Armadas de su país, que ven a su comandante en jefe perdiendo ante un mandatario de segundo orden) tuvo  efectos explosivos en la interna demócrata.

La experimentada vocera, Nancy Pelosi, trata de lograr un equilibrio entre los demócratas radicales y los más moderados, que saben que con 53 republicanos en 100 senadores las posibilidades del juicio político dependen del informe que el fiscal especial Robert Mueller parecería estar a punto de entregar, aunque Trump acaba de tener su primera gran rebelión, el jueves 14, contra el «muro de la vergüenza», que a toda costa y hasta declarándolo «emergencia nacional» desea imponer.

Si este documento, elaborado por un equipo de expertos e intachables funcionarios mayoritariamente republicanos, demuestra que Donald Trump conspiró con representantes de la inteligencia rusa para ganar las elecciones de 2016, seguramente su caída, agravada por numerosos intentos de obstrucción, será un hecho, porque la afrenta es intolerable. Mucho más para las Fuerzas Armadas, los servicios de inteligencia y los propios republicanos, que deben sobrevivir a Trump.

Todas las expectativas están, pues, puestas en dicho documento.

Acaso de él dependa también (además de la economía mundial, dañada por el agujero fiscal generado por el ajustazo pro-1%) la propia paz mundial, que no estará segura mientras una personalidad aparentemente desequilibrada gobierna la principal potencia militar y tiene a mano el «botón nuclear».

 

¿Cómo está la economía de Estados Unidos?

A pesar de que no colma las expectativas de Trump, el Producto Interno Bruto (PIB) de los Estados Unidos creció un sólido 2,9% en 2018, 0,7% sobre el año anterior, lo cual completa, además, 101 meses seguidos de creación de empleo. Es el resultado de la extensa terapia de políticas keynesianas aplicada por Bernanke y Yellen en el gobierno de Obama, y del ajustazo fiscal dispuesto por Trump en beneficio del 1% más rico de la población. Este último marca la diferencia entre los empresarios estadounidenses y los nuestros, ya que los primeros invierten en su país, pero tendrá efectos efímeros y luego habrá que cubrir la inmensa brecha fiscal. Las tasas se mantienen entre 2,25% y 2,5%, lo cual refleja la prudencia de los «equipos estables» de la Reserva Federal.

Sin embargo, y a pesar de la «guerra comercial» declarada por Trump contra el mayor y más importante aliado de Estados Unidos desde la Gran Recesión, China Popular, el déficit comercial de EEUU se disparó hacia el máximo en diez años en 2018. La brecha entre exportaciones e importaciones de los EEUU ascendió a US$ 621.000 millones el año pasado, 23% más desde que llegó a la presidencia. El déficit representa 3% del PIB. Lo más gracioso es que el déficit con China es el mayor, le siguen México, la Unión Europea y Japón. Trump tampoco ha podido reducir el déficit comercial.

La creación de empleo se detuvo, pero en un 3,8%, que es una excelente tasa luego de la Gran Recesión, en donde hubo hasta 12% de desempleo.

Ahora bien, la deuda pública llegó a US$ 22 billones en enero, superando al PIB de Estados Unidos por primera vez desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Era US$ 19,95 millones cuando Trump llegó a la presidencia. Según informa Crónicas, «el déficit presupuestario aumentó un 17% hasta US$ 779.000 millones (3,87% del PIB, nota de redactor) el año pasado. Y según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), se incrementará aún más este año, hasta los US$ 900.000 millones», equivalente a 4,48% del PIB de los Estados Unidos.

También desde el punto de vista económico la gestión de Trump es un fracaso, y una recesión en Estados Unidos puede arrastrar al mundo, como ocurrió en la Gran Depresión de 1929 y la Gran Recesión 2007-2010.

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO