Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
Política

Demoliendo hoteles

A principios del año 2018 el empresario italiano Giuseppe Cipriani irrumpió en la escena nacional con un proyecto hotelero-edilicio que rompía todas las barreras, tanto en inversión como en altura.

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

Ahora no estoy más tranquilo, ¡no!
¿Y por qué tendría que estar?
Todos vivimos sin aprender
Ahora, demoliendo hoteles

(Charly García)

Por Carlos Peláez

El italiano anunció que había culminado las negociaciones para comprar el viejo hotel San Rafael y todos los predios que lo circundaban, una manzana entera frente al mar en la parada 11 de Playa Brava.

El monto de la operación rondó los 50 millones de dólares que comprendían la compra a la anterior propietaria Yolanda Manoukian de Merlo de las acciones de Fosara SA, el pago de tributos adeudados y la compra a la intendencia de tierras usadas por el hotel pero de propiedad pública.

Allí se levantaría el “Cipriani Ocean Resort and Club Residences Punta del Este”. Incluía la reparación y restauración completa del exhotel, la construcción de una torre de 237 metros de altura, más dos edificios horizontales de 100 metros de ancho y 26 pisos. En total unos 123.000 metros cuadrados. Tendría un teatro para 1.000 espectadores, piscinas interiores y exteriores, fuentes de gran magnitud, un estacionamiento bajo tierra para 2.000 autos, un spa de lujo, centro de convenciones y casino privado.

La inversión anunciada era de 450 millones de dólares.

El 30 de mayo de ese año Cipriani y su socio, el arquitecto uruguayo Rafael Viñoly, se presentaron en la Junta Departamental de Maldonado para mostrar su proyecto. En realidad solo llevaron una maqueta y unos dibujos a lápiz.

Pero eso bastó para que el gobierno departamental encabezado por Enrique Antía lanzara campanas al viento anunciando una “nueva era” para Punta del Este.

Unos pocos, apenas unos pocos ediles frenteamplistas mostraron su desconfianza y afirmaron con lógica que primero había que gestionar todos los permisos y como el proyecto era único en sus características, se debían discutir las excepciones a entregar.

El proyecto comprendía la demolición del hotel San Rafael y su reconstrucción exactamente igual. En este caso algunos ediles más se animaron a reclamar garantías antes de votar la autorización para demoler.

El argumento para demolerlo era su estado ruinoso que “representaba riesgo de derrumbe”.

Los que inmediatamente pusieron “palos en la rueda”, una expresión que le encanta a Antía, fueron los vecinos del lugar. “Eso es una porquería”, “va a arruinar toda la zona”, “parecen dos matracas”, “es un monumento al mal gusto”, fueron algunas de las expresiones que desde entonces comenzaron a circular.

Pero “billetera mata galán” y nadie escuchó los reclamos, es más, hasta los denigraron.

Tampoco escucharon al director de Patrimonio, el arquitecto William Rey, quien llegó a interponer un recurso de amparo ante la Justicia para evitar la demolición. El Poder Judicial rechazó la demanda.

En cambio aceptó una denuncia por daño moral y material que contra Rey llevó adelante Cipriani. Le reclamaban un millón de dólares. Pero después de las audiencias no se aceptó el reclamo del inversor.

El 5 de abril de 2019 comenzó la demolición del hotel, que como se pudo apreciar no estaba en ruinas y la tarea debió extenderse casi hasta fines de ese año.

 

Cambia, todo cambia

Cuando gobierno y trabajadores esperaban que a partir de ese momento comenzaran las obras, empezaron las modificaciones.

Cipriani había declarado al momento de anunciar el proyecto que “de los 450 millones de inversión él contaba con 140 millones para el inicio de obras y confiaba que el resto provendría de las ventas anticipadas”.

Según se ha confirmado, la compra de la tierra fue saldada en su totalidad.

Pero enseguida vino la primera modificación del proyecto arquitectónico. Curiosamente siempre eran dibujos, nunca se presentaron planos para ser aprobados.

Cipriani comenzó a recorrer el mundo tratando de conseguir compradores. Pero no tuvo mucha suerte. Entre otras cosas porque nunca presentó un plano ni cómo serían las propiedades.

En marzo de 2020 estalló la pandemia en Uruguay, se cerraron fronteras acá y en el mundo y seguramente eso complicó sus planes.

En diciembre el gobierno le adjudicó el permiso para operar un casino privado.

Pero aun así, no se avanzó.

Del proyecto original nada queda hoy.

A principios de este año se anunció una nueva modificación y con ella una sustancial reducción de la inversión prevista originalmente. Ahora apenas superaría los 240 millones de dólares. Pero esta vez ni siquiera se dieron a conocer dibujos, ni en la intendencia se ha presentado nada. Se desconoce qué queda del proyecto arquitectónico original.

Para operar su casino, Cipriani está obligado a superar los 160 millones de dólares invertidos por la empresa Baluma SA, para construir el hotel Conrad. Esa condición quedó establecida en la ley que en los 90 autorizó el casino privado de Punta del Este.

El inversor dijo que “tenía a empresarios chinos y rusos interesados en operar el casino”.

El permiso otorgado al empresario italiano en diciembre otorgó un plazo de 60 días para que Fosara SA, el ministerio de Turismo y el ministerio de Economía y Finanzas elaboren el contrato de la concesión por 20 años.

Entonces surgió un nuevo reclamo del empresario italiano: pretende que se le otorgue permisos para operar juegos en línea. También un viejo reclamo de Enjoy (ex-Conrad) .

A lo largo de estos dos años y por diferentes razones Cipriani fue perdiendo el interés de diferentes inversores para su proyecto, incluso a los rusos y chinos.

Por si fuera poco, a principios de 2019, el gobierno de Tabaré Vázquez adjudicó a la Banca de Loterías y Quinielas la explotación de juegos de azar en línea.

Antía adjudicó el atraso en las obras a esa decisión. Diego Echeverría, diputado nacionalista por Maldonado y hombre del intendente, convertido en vocero de Cipriani, es el encargado del lobby para intentar revertir la decisión de Vázquez. Para eso ha hecho varias ponencias en la cámara y ha mantenido reuniones con autoridades nacionales.

Pero no será tarea fácil. Por lo pronto modificar el decreto de adjudicación a la Banca de Loterías y Quinielas expondría al Estado a una demanda por montos imposibles de cuantificar hoy. Esta empresa opera los juegos de azar en línea desde hace dos años, paga cifras millonarias por impuestos, tiene derechos adquiridos.

Por otro lado, si Cipriani quiere un casino, está obligado a superar lo invertido por Baluma. En caso contrario, esta empresa también estaría habilitada a pleitear contra el Estado.

Ocurre que sin casino, el “Cipriani Ocean Resort and Club Residences Punta del Este” ya no sería tan rentable.

 

“Nada, nada queda de ti”

 

De Giuseppe Cipriani nadie sabe nada desde hace meses. No hay contactos ni personales ni telefónicos.

Algunos medios anunciaron que la intendencia “tendría un plan b” para el proyecto. Pero al tratarse de un emprendimiento privado, la intendencia no puede intervenir.

La desazón ha crecido y muy pocos creen  que ese proyecto se vaya a concretar.

“Algo tendrá que hacer” dijo el intendente  Antía la pasada semana. Y agregó: “Aunque sea poner una carpa”.

El asunto es grave porque a Cipriani se le otorgó el permiso de demolición del hotel San Rafael sin ninguna garantía y, peor, sin haber presentado ningún plano, sin gestionar las excepciones a la ordenanza que son muchas, ninguna autorización de obra y sin siquiera un estudio de impacto ambiental.

Solo creyeron en la palabra de un empresario cuyo intento de operar el hotel Mantra, en Manantiales, en 2003, apenas duró un año porque no pudo integrar el capital que le requerían sus socios.

Ahora si tan solo pretendiera vender la tierra, perdería una cifra muy importante.

Un enorme terreno baldío ubicado frente al mar, apenas ocupado por restos del exhotel San Rafael es testigo de la inoperancia y falsas promesas del gobierno departamental.

 

 

Willian Rey: «No hay que dejarse seducir por los cantos de sirena»

 

El director de la Comisión de Patrimonio del Ministerio de Educación y Cultura (MEC), William Rey, lamentó que actualmente solo quede un terreno vacío y que las obras que se propusieron originalmente no se hayan llevado a cabo. “Me da mucha pena todo el proceso, es una experiencia muy mala”, agregó. El jerarca recordó que en menos de dos años el grupo inversionista presentó tres proyectos y que no hay indicios de comienzo hasta el momento.

En declaraciones realizadas a radio Uruguay a mediados de agosto pasado y recogidas por la diaria, dijo: “No quedó ni una piedra, todo desapareció. No debemos dejarnos seducir por los cantos de sirena” .

Rey destacó, sin embargo, que estas circunstancias deben servir como aprendizaje para, en el futuro, tener un “enorme” cuidado cuando se trata de construcciones emblemáticas como en este caso, que implicó tirar abajo un ícono histórico de Punta del Este. “Tenemos que tener cuidado en los procesos que son irreversibles. Es importante ser realistas: un ícono de Punta del Este se nos fue detrás de un sueño”, lamentó.

 

 

El San Rafael, símbolo de una época

La empresa constructora De los Campos/Puente/Tournier comenzó la construcción del hotel San Rafael en 1945 por iniciativa de Laureano Alonso Pérez, José Pizzorno y Antonio Lussich, quienes fundaron la firma Fomento de San Rafael.

Fue inaugurado el 11 de diciembre de 1948. Originalmente fue gestionado de  por la familia Pizzorno, a quienes se adjudicó el primer casino privado de Punta del Este al amparo de la Ley 3.909 del 22 de setiembre de 1911, que permitía la explotación de casinos privados a quienes construyeran hoteles en las zonas balnearias.

Vencidos los diez años, el casino pasó a un régimen directo de explotación por el Estado incluyendo sus instalaciones y equipamiento total. La sala se destacaba por su alhajamiento, contando con un juego completo de fichas de casino de nácar.

Para el edificio de estilo Tudor se trajeron  pizarras de Portugal, mayólicas y sanitaria del Reino Unido, carpintería en laurel de Chile y una serie de frescos ejecutados por Norberto Berdía. Era uno de los dos hoteles de categoría especial del país, junto con el Victoria Plaza Hotel de Montevideo, antes de la categorización por estrellas.

Los salones del hotel, entre ellos el Salón Gótico de capacidad para 1.500 asistentes, fueron sede de varios congresos políticos, entre ellos la Reunión de Presidentes de América en 1967, y la primera reunión de la Ronda Uruguay del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, y la Organización de los Estados Americanos, entre otros. La discoteca Le Carroussel  fue lugar de café concert, boite y escenario donde se realizaron espectáculos artísticos de primer nivel.

En sus mejores momentos, entre el casino, el hotel, la boutique, la peluquería, en todo el complejo hotelero llegaron a trabajar 500 empleados.

En 1968 se hizo cargo de la administración Yolanda Manoukian y finalmente se hizo de la propiedad. Después en 1993 se le informó que el Estado cerraría el casino, cosa que se concretó en 1997.

En el año 2011 decidió cerrar.

El hotel San Rafael siempre generó sentimientos y sentido de pertenencia dentro de la comunidad de Punta del Este, ya que fue por décadas el lugar donde muchas personas residentes realizaban sus temporadas de trabajo, es decir, vivían gracias al hotel y sus servicios.

 

(Fuente: Hotel San Rafael, escombros y recuerdos que viven – Udelar)

 

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO