El año electoral de Peñarol mostrará a la dirigencia desunida, en busca de retener, llegar por primera vez o volver al sillón presidencial en lugar de mejorar a la institución de las once estrellas. La relación con los árbitros no mejora, el domingo se vio otra aberración y los directivos deben dejar de pelear entre ellos ahora.
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"Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera", José Hernández, El Gaucho Martín Fierro. Esa debería ser la premisa de todos los dirigentes de Peñarol. No lo es y dudo que lo sea.
Desde el comienzo del torneo Apertura 2023 vemos (subjetivamente), errores arbitrales constantes en contra de los intereses de Peñarol y favorables a los de Nacional. "Estamos cuidados", dijo alguna vez uno de los principales dirigentes de Nacional y sostén de Ignacio Alonso presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF). La realidad es que la entidad mirasol buscó romper con la hegemonía de su tradicional rival en la AUF y no pudo.
Los arbitrajes son cada vez peores y solo el buen plantel carbonero y la inteligencia del cuerpo técnico encabezado por Alfredo Arias, han mantenido a flote a un equipo que ya debería tener el primer torneo de la temporada liquidado. Plaza Colonia quiere que se envíe a la lista de impedidos al fotógrafo de Peñarol que alcanzó la pelota en el partido del domingo, increíble.
El muchacho fue amenazado por un jugador rival (hay pruebas). Se está llegando a límites nunca vistos. Pero la dirigencia mirasol sigue dividida, pensando en diciembre y no para festejar sino para ser electos. Peñarol tiene que tener políticas de estado que estén por encima de ambiciones personales, ninguno demostró esto en los últimos 20 años.