Mauricio de Rosa, economista, está trabajando en un estudio de desigualdad en la región en los primeros 15 años del siglo XXI. Estos son los resultados preliminares que compartió en Legítima Defensa.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Se veía una caída muy significativa de la desigualdad a nivel regional y se daba en países con gobiernos de diferente sino, entonces era un puzzle a armar, explicó de Rosa. Los países con gobiernos de izquierda tenían caídas mas rápidas de la desigualdad en un continente históricamente desigual. Esto se dio en un contexto en que la desigualdad crecía en todas las regiones menos en América Latina.
En el trabajo tomaron en cuenta las Encuestas de Hogares, los registros tributarios (para ver qué pasa en los hogares con ingresos más altos), pero innovaron al incorporar un conjunto de ingresos que en general no se ve adecuadamente aunque forman parte del PBI: las utilidades no distribuidas. Son ingresos que operan en las órbitas de las empresas, pero no llegan a los hogares. Son ingresos de los dueños, pero nunca salen de las cuentas empresariales. Estos ingresos son muy relevantes, son tan grandes que se cuentan en puntos del PBI.
El resultado preliminar muestra que la caída continental de la desigualdad que se veía en realidad no es tan clara. Hay países para los que la desigualdad parecía caer, pero en realidad creció, como pasó en Chile. Hay casos como Brasil donde la desigualdad que parecía que caía queda bastante estable. En Uruguay, no importa cómo la midas, la desigualdad cae siempre.
En Uruguay el 1% que percibe más ingresos captura algo así como el 15 o 16% del ingreso total. Es una suma muy importante, es más de lo que acumula el 50% más pobre de la población. Es un país relativamente igualitario en América Latina, e incluso en este escenario de caída de la desigualdad significativa se sostienen situaciones de extrema concentración de los ingresos. La desigualdad cayó en Uruguay, pero el grueso de esa caída operó dentro del 99% más pobre. El 1% mantuvo de forma relativamente estable sus ingresos en todo este período. Tienen mecanismos legales (elusión) e ilegales (evasión) para eludir impuestos, lo que dificulta la redistribución.
Nuestro sistema tributario es progresivo, logra redistribuir ingresos, pero el componente más fuertemente progresivo opera en los salarios. El 1% más rico tiene ingresos salariales cuantiosos y el IRPF logra un efecto potente. Los ingresos por capital son la mayoría de los ingresos en el 0,3% de la población más rica. Estos ingresos están gravados por el sistema uruguayo, pero a tasa fija, entonces no hay efecto redistributivo potente.
Todas las sociedades a lo largo de la historia han sido mayor o menormente desiguales y han tenido formas de justificar que la desigualdad es buena o al menos útil. La meritocracia es una de muchas formas. Se puede rebatir fácilmente si uno lo analiza desde el punto de vista de que hay una parte del argumento que es cierta, el esfuerzo es importante, lo que es mentira e imposible de demostrar empíricamente es que todas las desigualdades se pueden explicar por las desigualdades entre las personas. Eso no es así.