Me parece que ya viene siendo hora de dejar obsesivamente de atender a la evolución del coronavirus y echemos a ver que también pasan otras cosas en el mundo.
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Y aquí, en casa.
Empecemos por ellas: nuestro dinámico presidente visitó Rivera, ciudad en la cual dos fallecimientos casi simultáneos por coronavirus dispararon las alarmas. Ambos fallecidos eran “población de riesgo” en razón de su edad, pero Rivera no es cualquier ciudad.
Deberíamos referirnos a Rivera/Livramento, ya que nada las separa a excepción de una línea fronteriza que ni siquiera está marcada. Sin solución de continuidad, se pasa de una a otra. Se habla en cualquier idioma, de preferencia el portuñol, y se paga en cualquier moneda.
Es imposible aislar los contagios allí. Sí, es posible controlar el tránsito hacia el sur en Manuel Díaz, así como el traslado por Uruguay hacia Artigas. Confieso no saber si el tren desde Tacuarembó sigue funcionando. Un viaje lento, hermosísimo y que se desquitaba con el surtido.
En resumen, nada que no puedan hacer las fuerzas y los recursos que ya estaban localizados allí. Pero el presidente, este Lacalle Pou que ya no hace las tonterías de la elección anterior, sabe que cuando se mueve, es noticia.
Además, antes de viajar, visitó a Tabaré para conversar acerca del documento que este le presentara como fruto del trabajo de un equipo asesor. Asesor de Tabaré, no del Frente.
Y Lacalle visito “a Tabaré”. Para conversar “del documento que Tabaré le presentó”. No de las numerosas iniciativas y propuestas que el Frente, oficialmente, le había presentado.
Nada tremebundo ni que hiera profundamente, pero el que es “mano” juega primero y elige el palo.
El manejo de la información, de los tiempos y del énfasis lo tiene el gobierno. Y nuestro presidente ha demostrado que durante 5 años estuvo aprendiendo de sus errores. Como no creo que hayamos aprendido nosotros. Como me temo que no estemos aprendiendo.
En fin. Ahora, por unos días, la LUC será el tema. No creo que lleguen al medio millar, contando redactores, políticos y académicos quienes se tomaron el trabajo de estudiar artículo por artículo el mamotreto.
Con igual convicción creo que la gran mayoría siente que es la ley que los poderosos necesitaban y será la reafirmación de este Uruguay egoísta y nada equitativo.
¡Será ley el mes que viene!
Le quitaron hojarasca -nada esencial- y lo votarán con la mano de yeso que todo gobierno tiene que tener.
“Todo” gobierno “tiene” que tener. Únicamente nosotros lo escondíamos como si fuese un pecado. Si no se tiene mayoría en las cámaras, no se es gobierno.
¿Qué parece que le quitaron?
El cese del monopolio de Ancap. Pero con el compromiso de tratar el tema en otra ley cuyo objeto sea el asegurar que los combustibles (nafta y gasoil) tengan un precio similar al de los países vecinos.
Lo que ocultan y continuarán ocultando es que el precio de los combustibles, el de “todos” los productos de Ancap, no está fijado por el ente en función de sus costos, sino por el gobierno.
Son precios políticos que tienden a proporcionarle ingresos al gobierno, a subsidiar al supergás cargando el de los otros productos.
Como en el vals “Lágrimas y sonrisas”, Lágrimas de nosotros que deberemos pagar más caro el supergás y los impuestos para compensar lo que se le rebaje a los combustibles de los productores, los transportistas y los ricachos.
Es muy sencillo, si rebajo de un lado, recargo del otro.
Me hace acordar a Eus, el Carnicero loco de Progreso, en la época en que había que ir a Canelones para comprar carne.
No sabía nada del oficio, pero compró una carnicería y no se molestó demasiado en aprender, sino que cortó por lo sano.
Tanto me cuesta la media res, sale a tanto el kilo y yo lo vendo a tal precio. ¡Al corte! Meto sierra y tanto te puede tocar una pulpa como un osobuco.
¡Tuvo éxito! Se compraba en grande y se despostaba en casa. “Esto es pulpa… esto para el puchero… con aquello me hago un guisito”.
Si le sacamos los impuestos, los combustibles serían mucho más baratos, casi, casi, la mitad.
Pero de algún lado tendrá que financiarse esa rebaja.
Queda por verse si lo que quieren es comparar el precio en Argentina si voy y cargo allí o el precio de ese mismo combustible importado, transportado, almacenado y distribuido.
Tanques únicamente tiene Ancap y los tiene en uso. Importar requiere trámites allá y aquí, y tiene su costo; transportar también tiene su costo. A menos que estemos pensando en viajar a Gualeguaychú con la 4×4 y llenar el tanque, lo cual seguiría siendo contrabando.
En fin, no se crean que andamos muy lejos en materia de costos. Otra cosa son los precios que fija el gobierno.
Vuelvo al Carnicero loco; hasta el 29 el peceto está rebajado. No es su “costo”, sino su “precio”, su precio promocional.
Eso sí, queda clara la estrategia de la coalición respecto del patrimonio industrial y comercial del Estado: ¡nada de leyes para venderlos o cerrarlos! Porque las leyes impopulares pueden revocarse por votación plebiscitaria. Se les irá ahogando de manera tal que mueran lenta y silenciosamente.
Mala comparación: como se castra a un toro viejo. Con su capital genético ya inútil por la edad, nadie los quiere porque son todavía muy fogosos. Para venderlos hay que hacerlos bueyes y no se puede a cuchillo porque sería una herida importante. Se les ligan de forma tal que terminen cayendo por falta de irrigación.
El toro se vuelve buey sin drama. Y la empresa estatal, cercada, desprotegida, acosada por el mismo gobierno que debería defenderla y atacada por la prensa de derecha, terminará por caer sin ruido y sin drama.
No será en la LUC y no será en un acto único, sino en un proceso largo de destrucción y paciente.
¿Será que los 800 y pico de “contratos de servicio” que Lacalle se negó a presupuestar no tenían derecho? ¿Será que son innecesarios?
Tienen derecho y son necesarios. Ganarán el juicio dentro de algunos años y la indemnización la tendrá que pagar el organismo.
¡Hay miles de “contratos de servicio” en toda la administración! Todos necesarios y con derechos adquiridos. Designados por concurso o sorteo, ¡sin dedómetro! Ahora, todos peligran.
Y el peso de su defensa reposará en el movimiento sindical. ¡Que no inventó este sistema! Pero defenderá a los trabajadores.
Elevemos la mira. Estamos vivos y el mundo no estalló en un conflicto que podría llegar a la destrucción atómica.
Trump infló su pecho de matón y luego de irse a baraja con Corea del Norte la emprendió contra Venezuela aquí y contra Irán allá. Le puso precio a la cabeza de Maduro y nadie protestó.
¿Qué pasaría si Maduro ofrece 15 millones de dólares por la cabeza de Trump?
Acusando a Venezuela de narcotráfico, puso una flota de guerra a “cerrar” su frontera marítima a sabiendas de que necesitaba recibir petróleo e insumos para refinar el, suyo que es demasiado pesado.
Irán aceptó el envite y envió petroleros que no se sabía si serían o no interceptados, lo cual podría ponernos al borde de una tercera guerra mundial.
Pero no. El matón, acosado por la baja de su popularidad en el interior, se desinfló y los petroleros iraníes ya están descargando en Venezuela.
¡Se amansó el malevo! Y nosotros ignorantes del peligro en el cual estuvo el mundo.
Me confieso preocupado; los demócratas, en los States, buscaron cerrarle el paso a Sanders con un perdedor, veterano, prestigioso y que perdiera honrosamente.
¡Resulta que Trump se manejó tan mal con la pandemia que ahora está perdiendo en las encuestas! Linda alternativa: si no gana el matón, ganará el debilucho. Pero todo está sucediendo lejos en el tiempo. De aquí a noviembre.
Nuestros medios son sensacionales. Preocupados por el cambio de mando, nos agarró de sorpresa el coronavirus. Ahora, preocupados por los muertos de aquí y del mundo, ni nos fijamos en la crisis de los petroleros iraníes. Y, entre tanto, la LUC avanza y, en paralelo con ella, avanza la de ley de medios.
¡Mundo feliz este en el cual vivimos! En un tiempito será el fútbol. No creo que los medios les dediquen mucho a los gastos del helicóptero o al aumento de los crímenes. ¡Mucho menos a la carestía!