Se establecen de esta forma compromisos, necesidades de políticas y sistemas estrictos de medición en diferentes niveles, global, regional y de cada país. Hasta el momento se habían consolidado como una gran estrategia con consenso generalizado en cuanto a su eficacia, así como en las metodologías para su implementación. Sin embargo, hemos tenido dos años de retroceso en el Índice de Desarrollo Humano a nivel global en un contexto pospandemia, de guerra, de recesiones, inflación y crisis financieras que ante todo han afianzado las desigualdades y vulnerabilidades en el mundo. En este contexto, vale la pena reflexionar sobre las siguientes interrogantes: qué son los ODS, siguen vigentes, cuál es la importancia de reforzar el compromiso con esta estrategia a nivel global. Cómo viene Uruguay respecto a los ODS.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Las Naciones Unidas en su agencia Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) creo el Índice de Desarrollo Humano en 1990 con base en el trabajo del economista paquistaní Mahbub ul Haq, que toma como base los aportes de Amartya Sen. A partir de este indicador multidimensional que considera tres aspectos fundamentales, salud, educación y riqueza, se ha avanzado en estudios, integración de países, indicadores, mejora de estadísticas, entre otros, creado una estrategia global para el desarrollo que abarca los más diversos temas y se va adecuando a los tiempos.
De esta forma se crearon los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que fueron establecidos en el año 2000 con horizonte en el 2015 con el fin de terminar con la pobreza. Entre los mismos se destacan “reducir la pobreza extrema, reducir las tasas de mortalidad infantil, luchar contra epidemias de enfermedades, como el VIH-sida, y fomentar una alianza mundial para el desarrollo”. Luego se establecieron en el 2015 los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) u Objetivos Globales donde al objetivo del combate a la pobreza se le suma con mayor énfasis que en los ODM la sostenibilidad y la paz, ya que se pone foco también en “proteger el planeta y garantizar que para 2030 todas las personas disfruten de paz y prosperidad”. Se concreta como una institucionalidad que da continuidad a la anterior y que mantiene la lógica de un sistema de objetivos, metas e indicadores que busca que los países miembros comprometan políticas para avanzar en los mismos. Un concepto bien importante que tienen es el de integración, los ODS tienen incorporado que se encuentran interconectados, uno afecta al otro. En concreto “los 17 ODS están integrados: reconocen que la acción en un área afectará los resultados en otras áreas y que el desarrollo debe equilibrar la sostenibilidad social, económica y ambiental”. Pero también es importante destacar que los países se han comprometido a priorizar el progreso de los más rezagados.
Qué ha pasado con el desarrollo
En este marco de los ODS y en un mundo en guerra y crisis, por primera vez y a pesar de la vigencia y el compromiso manifiesto con esta herramienta, el Índice Desarrollo Humano tuvo dos años consecutivos de retroceso a nivel global. En concreto el informe de los ODS 2022 comienza afirmando que “por primera vez en los 32 años que el PNUD lo ha estado calculando, el Índice de Desarrollo Humano, que mide la salud, la educación y el nivel de vida de una nación, ha disminuido mundialmente durante dos años consecutivos”. En concreto en 2022 se volvió a los valores del 2016, es decir que en términos generales en dos años retrocedimos el avance que se tuvo en cuatro.
El desarrollo humano medido por el Índice de Desarrollo Humano (IDH) ha retrocedido hasta los niveles de 2016, revirtiendo gran parte del progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Este indicador, que es estimado anualmente por el PNUD para unos 200 países, es una medida agregada y de resumen de los logros en las dimensiones claves del desarrollo humano como los ingresos, la esperanza de vida, la salud, la educación y disponer de una vida decente. Esa medida en vez, de lo que se pensaría como natural resultado del progreso viene para atrás.
La realidad es que como nunca desde que existe el IDH se han dado tanta conjunción de hechos que han llevado a agravar grandes problemas que existen y que afectan en forma desigual a las diferentes realidades. Lo que se ha visto es a nivel general y que nueve de cada diez países caen en desarrollo humano.
La pandemia tuvo mucho costo y afectó más a los más pobres, con lo cual estamos en un mundo más desigual y donde los más vulnerables hoy lo son más. En primer lugar, la covid tuvo un costo enorme en vidas, se estima que cerca de 15 millones de personas murieron, ya sea de manera directa o indirecta. Los sistemas de salud colapsaron en muchos lugares del mundo, pero además, donde más frágiles eran, menores medidas se tomaron y hubo mayores cantidades de afectados y se dieron muchas restricciones para atender otras enfermedades y dolencias. Pero, a su vez, la crisis económica fue de la mano y aumentó la cantidad de pobres y personas con hambre, producto de las realidades y dinámicas de las economías.
Otros niveles tuvieron que ver con la afectación de la educación; se perdieron clases presenciales y no todo el mundo disponía de las capacidades para afrontar la ausencia de las aulas y disponer de herramientas para poder hacer uso de la virtualidad.
Las desigualdades de género se vieron acentuadas, en particular porque fueron las mujeres las que cargaron con mayor peso la crisis económica, las afectaciones del trabajo y los cuidados. Hasta se ha mostrado el aumento de los niveles de violencia doméstica en los tiempos de confinamiento. Innumerables mujeres en hogares monoparentales se vieron obligadas a dejar sus trabajos o ser despedidas sin alternativas, a veces hasta solo por el motivo de ser mujeres y pudiendo teletrabajar.
A la pandemia se le sumaron otros conflictos, algunos ya existentes y otros nuevos. Pero lo más destacable fue la guerra Rusia-Ucrania, que generó muertes y crisis de todo tipo hasta marcando un nuevo orden mundial. La crisis fue la de la propia guerra con pérdida de vidas, pero se le sumaron los temas económicos, energéticos, de materias primas, entre otros. Muchos problemas ya inminentes y hasta existentes, pero que se vieron aumentados con el conflicto.
Pero no es el único; se suma y es parte de otros conflictos. Desde el PNUD se afirma que “el mundo está viviendo el mayor número de conflictos desde la creación de las Naciones Unidas”. Al respecto un dato alarmante es que “aproximadamente 2.000 millones de personas viven en países afectados por conflictos”. Hay un escandaloso aumento en el número de refugiados, lo que implica personas en grandes niveles de vulnerabilidad.
Pero además hoy estamos en un mundo con dificultades de toda índole con problemas de crecimiento, inflación, más polarizado, más endeudado, con más inflación, crisis y sin claridad en el rumbo.
Cómo evaluar los ODS en esta realidad
Podríamos establecer dos posiciones. Por un lado, que esto significa que los ODS han fallado como estrategia y que es necesario una nueva. La institucionalidad ODS en cuestión. Pero, por otro lado, podríamos decir que no es la institucionalidad, sino la crisis en el compromiso que los países y en particular los más desarrollados han asumido con estos objetivos y sus mecanismos. Seguro abundan las posiciones, pero hay una realidad: qué institución o estrategia va a requerir de un esfuerzo compartido y de la voluntad por el progreso conjunto. Hoy vemos muchos procesos que van en contra de esto y que parecen acentuarse.
Entonces, podemos plantear una tercera alternativa que es la que se podría defender y hasta puede dar un rumbo: “Los Objetivos de Desarrollo Sostenible: una hoja de ruta para salir de la crisis”. Al respecto, desde el PNUD se destaca que “el mundo se enfrenta a una confluencia de crisis que amenazan la supervivencia de la humanidad”. Antes de cuestionar la herramienta, vale la pena revisar el contexto complejo y las alternativas y una realidad es que los ODS tienen un conjunto de horizontes y valores en lo que hay consenso, pero además abarcan la globalidad de las problemáticas. Por lo tanto, se encuentran actuales y se debe buscar mejorar la alienación. Podemos decir que el mayor problema y que más allá de la covid, que era impredecible, el resto de las crisis y flagelos fueron resultado de salirse de la ruta de los OSD y se puede retomar el rumbo desde los mismos. “Todas estas crisis, y las formas de prevenirlas y sortearlas, se abordan de manera integral en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)” y, como dice el propio informe 2022, “los ignoramos a nuestro propio riesgo”.
Uruguay parece que toma el riesgo de ignorar los ODS
Uruguay tuvo un retroceso en el desarrollo humano. El último dato del que se dispone es el publicado en 2022, por lo que se conoce el Índice de Desarrollo Humano (IDH) para 2021. Las estimaciones muestran que el IDH en Uruguay, en 2021, fue 0,809 puntos, lo que supone que ha empeorado respecto a 2020, en el que se situó en 0,821. Lamentablemente vamos para atrás. Pero, sin dudas, este dato a nuestro entender y pensado en lo rezagado de la información, es de los menos importantes a considerar porque además es difícil de comparar por su construcción y por la situación del retroceso generalizado.
Lo que sí parece interesante es revisar los ODS y evaluar si se han considerado políticas para contribuir a los mismos o, por el contrario, se ha afectado los mismos. Parecería en algunos temas una locura pensar que se ha ido para atrás, pero lamentablemente vivimos esa cruda realidad.
Vamos a ver algunos ejemplos: fin a la pobreza y en Uruguay aumentamos la pobreza infantil, situación que se agrava. Hambre cero y tenemos problemas con la indigencia y ollas populares que resurgen. Agua potable y saneamiento y tenemos agua que no es apta para el consumo humano. Educación de calidad y se aprueba una reforma que afecta los presupuestos en la educación. Igualdad de género y se aprueba una ley de corresponsabilidad que afecta el derecho a las mujeres y a los niños, una reforma de la seguridad social aprobada que afecta a las mujeres. Los derechos humanos y se afecta la propia institucionalidad de los derechos humanos cambiando los criterios y sin respetar a cabalidad la norma para su conformación.
No sabemos cuáles son los resultados IDH Uruguay 2022 y 2023, pero sí los ODS son un buen instrumento para evaluar la impronta, impactos y posibles resultados y poder decir si es o no el camino, y no son política partidaria.