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Editorial Arbeleche | negocios que están fundiendo al país | herreristas

La tos de los poderosos

Azucena Arbeleche nos invita a escuchar

La ministra Azucena Arbeleche es la voz cantante de los que quieren seguir con los negocios que están fundiendo al país.

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Vamos a ser francos, Álvaro Delgado piensa más o menos lo mismo que Luis Lacalle Pou. Y Luis Lacalle Pou, lo mismo que Lacalle Herrera. Y todos son más o menos iguales a Laura Raffo, Luis Alberto Heber, Sebastián da Silva, Javier García o Enrique Antía.

Me atrevería a decir que tampoco se diferencia mucho de Irene Moreira o Guido Manini. O Domenech.

Desde la Reforma Cambiaria y Monetaria (Juan Eduardo Azzini, 1959) para aquí, todos los dirigente herreristas piensan más o menos lo mismo, aunque, vale reconocerlo, tienen estilos diferentes.

Algunos, los más, son más pillos, otros más refinados, otros más pitucos, otros más reaccionarios.

Los batllistas sí han cambiado, igual que los wilsonistas, si aún los hay en el Partido Nacional. Esos se han vuelto conservadores, neoliberales, neoherreristas.

No es cierto que hoy son todos keynesianos; son todos neoliberales, algunos con un rostro más amigable, pero otros con el rostro descarnado que imita a Javier Milei.

Azucena Arbeleche es el rostro técnico, la economista profesional que sirvió al Gobierno del Frente Amplio y hoy es la cara visible, tal vez no la más determinante, de la política económica de este Gobierno,

Y claramente no es el rostro técnico del que viene, aún si tuviéramos la desgracia, muy probablemente remota, de que ganara en segunda vuelta quien hoy se presenta como un dialoguista capaz de llegar a acuerdos con el proyecto frenteamplista en un Parlamento que en los grandes temas nacionales es francamente hostil al modelo de la Coalición Republicana. Incluyo a Salle, aunque se haga mucho más el loco de lo que es.

Azucena Arbeleche, que es la representante de las calificadoras de riesgo, de los inversionistas, de las empresas de gestión de activos, de la banca extranjera y de las cámaras empresariales de Uruguay, volvió del congreso del Fondo Monetario Internacional alarmada por el impacto que habían causado en “el mundo serio”, el de los inversores y los bancos extranjeros, las declaraciones de “el Pacha” Sanchez que, según ella, se volvió más famoso en los círculos de Wall Street y en los salones del Waldorf Astoria que el propio Trump. Las “imprudentes” declaraciones sobre la posible nacionalización de las AFAPs, según Arbeleche, conmovieron al mundo de las finanzas.

En realidad es sorprendente que unas opiniones extemporáneas, que fueron inmediatamente relativizadas y aclaradas, hayan causado más inquietud que 1.000.000 de votos favorables al plebiscito propuesto por los movimientos sociales, que vinieron para quedarse y que incidirán cuando se abra un debate inevitable que obligará a discutir al menos tres aspectos.

Hasta el artículo editorial de Búsqueda que estoy leyendo hoy analiza con cierta resignación que la edad jubilatoria y las jubilaciones mínimas no son tan importantes y que el resultado de la votación del plebiscito de la seguridad social es insoslayable.

Las empresas calificadoras de riesgo, la banca extranjera y fundamentalmente el Banco Santander, que tiene el control de la política económica del Gobierno, con Marcela Bensión como directora de Política Económica y Diego Labat como presidente del Banco Central, pueden sacarse con peine fino que en Uruguay la seguridad social se discutirá en un amplio diálogo en donde se escucharán las diferentes posiciones e intereses, y que en el mismo se procurarán los acuerdo más amplios que incluyan los temas que han sido más debatidos estas últimas semanas: el de las prestaciones mínimas, el de la edad jubilatoria y el del lucro de las rentas de la seguridad social en el período de acumulación que es muy rentable para las AFAPs, ya que cobran comisiones muy altas y tienen riesgos muy acotados.

Una vez que termina el período de acumulación, cuando el trabajador se jubila es cuando empieza el riesgo demográfico y también el riesgo financiero, porque debe asegurarse una jubilación indexada al salario sin que exista un mercado para adquirir títulos indexados a salarios.

Desde allí en adelante, el negocio ya está nacionalizado, porque es el Banco de Seguros el único que se presentó a prestar este servicio, por lo que tiene sus balances muy tensionados. Pero esta es otra historia para conversar otro día, porque, para corregir los errores del sistema y proteger al Banco de Seguros, el Estado estaría subvencionando este desfase que se vuelve crónico del BSE con deuda externa, digamos que incremental.

Obviamente tampoco se percibe en las declaraciones de Azucena Arbeleche que la banca extranjera y los gestionadores de activos como BlackRock se sientan preocupados por los millones de dólares que han acumulado por la política de manejo de las tasas de interés, lucha contra la inflación y contención del dólar que ha llevado el Banco Central.

La ministra es la voz cantante de los que quieren seguir con los negocios que están fundiendo al país, favoreciendo la emigración de miles de millones de dólares al exterior y, como contrapartida, pobreza, desigualdad y exclusión.

Por suerte, o gracias a Dios, esto se termina y la voz del ministro de Economía, Gabriel Oddone, no va a ser la voz de los poderosos que se llevan la plata de los uruguayos al exterior, sino que procurará ser, y procuraremos que sea, la voz de los que producen, de las pymes, de los trabajadores, de los empresarios que aportan trabajo e inversiones al país, de los jubilados, de las mujeres y niños pobres, de los humildes y excluidos, de todos los uruguayos de buena fe.

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