A 24 horas de que se clausure la posibilidad constitucional de incorporar propuestas a plebiscitar junto con las elecciones nacionales, sólo dos quedan en carrera. La propuesta de habilitar los allanamientos nocturnos, promovida por el Partido Nacional y apoyada por la bancada de la coalición, y el plebiscito de la seguridad social, impulsada por el Pit-Cnt, algunos sectores políticos de la izquierda y una gran cantidad de organizaciones sociales, que seguramente alcanzará el número 270 mil firmas requeridas por ley. Claramente, ningún sector del Frente Amplio apoyará los allanamientos nocturnos y sólo una minoría de sus votantes parece dispuesta a incluir esa papeleta con su voto en las urnas el próximo 27 de octubre, desoyendo la decisión de la fuerza política de la izquierda. Pero muy distinta es la situación del otro plebiscito que, aunque la mayor parte de la de la dirigencia del FA se ha pronunciado en contra y el Frente, como tal, apenas otorgó libertad de acción, los votantes frenteamplistas se aprestan a acompañar masivamente el proyecto de acuerdo a los sondeos de la opinión pública.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Esta última situación, mucho más allá de la conveniencia o no del texto a ser plebiscitado, da cuenta de un problema de sintonía grave entre la dirigencia política de la izquierda y el grueso del electorado. Es que, o bien los dirigentes no interpretan a sus votantes, o bien los votantes no interpretan a los dirigentes; o, lo más probable, es una combinación de las dos cosas en un mundo donde la disciplina política cada vez existe menos y, sobre todo, donde ya nadie dirige a nadie.
Hay varios motivos de fondo por el que la gente de izquierda quiere votar el proyecto del Pit-Cnt con independencia de lo que dice el grueso de los dirigentes del FA: en primer lugar, porque el electorado de la izquierda está en contra de la reforma promovida durante este período por la coalición. Todos los votantes del FA saben que el Gobierno de Lacalle Pou incumplió con su promesa de campaña y elevó en cinco años la edad de jubilación, otorgando en el retiro la misma tasa de reemplazo que hasta ahora se otorgaba a los 60 años. Esto significa que, a partir de esta reforma, la gente se va a jubilar más tarde y las jubilaciones van a ser más bajas. En segundo lugar, porque los frenteamplistas, en su mayoría, no están de acuerdo con las AFAPs, nunca lo han estado y, a casi 30 años de su instalación, la izquierda de base sigue completamente en contra. Y en tercer lugar, porque a la hora de la hora, no importa qué tanto se cuestione al movimiento sindical, la gente que trabaja, y esto excede largamente a la izquierda, tiene confianza en que si la propuesta es promovida por la central de trabajadores, a la corta o a la larga, favorece a los trabajadores.
Este conjunto de argumentos citados son, por cierto, los mismos que ordenan la oposición cerrada de los políticos de derecha y del conjunto mayoritario de los empresarios. Ellos no creen en el argumento ridículo de que el Pit-Cnt va a expropiar los ahorros de los trabajadores afiliados a las AFAPs, ese es solo un argumento marketinero. Ellos lo que sí creen es que, de aprobarse este proyecto, se va a volver a el régimen de jubilaciones a los 60 años, con jubilaciones promedialmente mayores, y se va a desmontar el sistema de las AFAPs y de ahorro individual.
En consecuencia, tanto el votante de izquierda como el convencido de la derecha manejan los mismos fundamentos para sostener su posición, unos en un sentido y los otros en el otro. Lo que nos indica que hay muy poco espacio para los detalles técnicos, los claroscuros, los argumentos que hilan tan fino que encuentran defectos pese al buen espíritu o, por el contrario, pequeñas virtudes en una propuesta que consideran globalmente horrorosa. Eso no existe. La gente no vota por esas sutilezas, vota por el trazo grueso. Los que están a favor votan por estos motivos y porque la propuesta de los trabajadores aumenta, además, las jubilaciones mínimas. Y los que votan en contra, votan por lo mismo y no por la situación fiscal del Uruguay dentro de medio siglo o cien años. Eso no le entra en la cabeza a ningún mortal porque, como dijera Keynes, a largo plazo estamos todos muertos.
Pit-Cnt y Fucvam entregan este sábado las firmas para promover el plebiscito
Cada uno tiene derecho a expresar su posición y eso le cabe a las personas, a los sectores y a los dirigentes. Pero en el caso de los líderes políticos, conviene que no desoigan demasiado las posiciones de su propia gente, y mucho menos lo hagan para acercarse a las posiciones de sus adversarios. Es muy tóxico tribunear en política, hablar para el aplauso fácil o sostener contra toda racionalidad posturas que pueden levantar adhesiones masivas, pero eventualmente irreflexivas. Es lo que conocemos como demagogia, muy habitual en la derecha y su populismo punitivo. Pero también es un error pasarse de complejos y no darle bola al clamor de la multitud, de las bases, de los militantes de a pie. Eso puede divorciar a las fuerzas políticas de su propio pueblo y sin pueblo no hay ningún proyecto que pueda traer prosperidad.