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Editorial Interpelaciones | Fratti | Ortuño

María Dolores

Interpelaciones y negocios

Las primeras interpelaciones de este período, a los ministros de Ganadería, Alfredo Fratti, y de Ambiente, Edgardo Ortuño, comparten un trasfondo similar: son en represalia a decisiones del Gobierno que se interponen con planes de negocios.

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En el caso de la interpelación a Ortuño, el motivo es la cancelación del proyecto Neptuno, rechazado por la comunidad local, por los expertos de la Facultad de Ciencias, por los ambientalistas, por los diversos informes técnicos, por los trabajadores de OSE, por los constitucionalistas que afirman que se daba de bruces con lo resuelto en el plebiscito sobre el agua, por el Frente Amplio y por el presidente, que, luego de ser electo, le pidió al entonces presidente saliente Luis Lacalle Pou que no avanzara con la firma del contrato de obra con el consorcio de empresas, solicitud que Lacalle Pou desoyó.

El miembro interpelante será el diputado colorado por Canelones, Walter Cervini, aunque conviene recordar que el candidato a intendente por el Partido Colorado en el departamento de San José en las pasadas elecciones municipales, Alfredo Lago, fue uno de los seis candidatos de todos los partidos que firmó un documento en contra del proyecto Neptuno. El motivo de la interpelación no es claro, toda vez que el Gobierno alcanzó un acuerdo con las empresas, a las que no habrá que indemnizar, y comprometió la construcción de otro plan de obras que incluye, entre otras, el proyecto Casupá, que tiene, por el contrario, el beneficio de la aprobación de los técnicos, incluyendo el informe del BID, elaborado a solicitud del Gobierno anterior, que lo cajoneó, seguramente, luego de leer sus conclusiones contundentes.

La interpelación al ministro Fratti es más transparente en su motivación, porque es por la compra de la estancia María Dolores en Florida, y el miembro interpelante, Sebastián da Silva, no sólo es señalado hasta dentro de su propio partido como representante de intereses extranjeros, sino que él mismo reconoce que dirige “dos o tres” empresas de capitales de afuera, aunque tiene a bien aclarar que no representa sus intereses sino al sentido común. Por lo pronto, antes de la interpelación programada para el miércoles que viene presentó la renuncia a un cargo en la Cámara Inmobiliaria Rural, porque era todo tan obsceno que, como dice el senador Aníbal Pereyra, lo deben haber obligado a renunciar como condición para reunir los votos para el llamado a sala. Es que Da Silva, que ha sido el principal opositor a la compra de María Dolores por parte de Colonización, ni siquiera se privó de confesar en comisión, incontinente él, que le habría encantado participar de ese negocio de compraventas de un campo cuya venta supuso más de 30 millones de dólares, lo que supone, en caso de venta entre privados, grandes ganancias para los escritorios involucrados.

Todos los argumentos contra la compra de María Dolores se han caído: en primer lugar, es una compra hecha en ejercicio de las competencias del Instituto de Colonización, a precio de mercado, por el mecanismo legal de compra preferente y con la finalidad clara de arrendar tierra a productores lecheros. Es una aplicación indiscutible de la norma, en sintonía con el leitmotiv del Instituto y en concordancia con el programa de gobierno que votó la ciudadanía. Incluso las objeciones leguleyas de los que señalan que debían aprobarse con una mayoría calificada del Directorio de por los menos cuatro votos, en lugar de los tres votos que lo decidieron, han sido contundentemente respondidos por las abogadas de la División Jurídica de Colonización, que han concluído en su informe que la compra por este mecanismo no requiere esa mayoría calificada, porque Colonización no pone precio, no ofrece montos ni negocia, sino que, ante un acuerdo de compraventa de privados, ejerce su derecho de preferencia y realiza la compra del campo que le debe ser ofrecida siempre a Colonización antes de concretarse la operación entre los privados. Con estos argumentos, por otra parte, Colonización reiteró el gasto ante la observación del Tribunal de Cuentas (realizada en votación dividida de los ministro del tribunal) por cuatro votos, por lo que, en el más exigente de los casos, la definición de la compra obtuvo la tan mentada mayoría calificada.

Con este panorama, la interpelación no tiene sentido, salvo porque les va a permitir al ministro Fratti y a la bancada del Frente Amplio en el Senado decir unas cuantas verdades y transparentar los intereses que se mueven detrás de esta discusión. Si esto es así, va a ser muy interesante lo que allí se produzca y conviene que la gente preste atención para saber con qué bueyes se ara en el Parlamento.

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