Es deshonesta, cuando menos, la justificación ofrecida por el presidente saliente Luis Lacalle Pou para seguir adelante con el Plan Neptuno, rechazado de forma unánime por la academia y por la comunidad de la zona donde se instalaría, y que “ofrece reparos” graves al presidente electo y al Frente Amplio.
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Mal recuerda Lacalle Pou en declaraciones a la prensa que durante la transición pasada le dejaron dos “carpetitas”, una que ha olvidado, según sus dichos, y otra sobre la represa de Casupá, para que tuviera en cuenta su construcción si tenía tiempo para estudiar el proyecto y conseguía la plata.
En primer lugar, hay que aclararle a este pequeño espíritu que nos comanda que no “le dejaron” un grupo de sujetos difusos en un acto de desprendimiento administrativo dos “carpetitas” apocopadas, diminutas, intrascendentes, como una deposición de heces en el río del traspaso de mando. No. Tales “carpetitas” se las dejó Tabaré Vázquez, hoy extinto expresidente con un lugar bien ganado en la historia, muy superior al que habrá conseguido el actual mandatario si por sus logros se los juzga. Pero, además, eran sendas carpetas –y no “carpetitas”– con información detallada y pulcra, completa y pertinente sobre proyectos importantes para Uruguay. Una de ellas refería a la represa de Casupá, cuyo financiamiento de más de 80 millones de dólares fue aprobado la CAF, Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe, en diciembre de 2019 y Lacalle Pou heredaba totalmente para poder hacer e inaugurar en su gobierno una obra de interés nacional. He ahí la mentira más importante: Lacalle Pou insiste en que él tenía que conseguir la guita y es absolutamente falso; Tabaré ya le había dejado el financiamiento.
La explicación de Lacalle Pou no tiene sentido, como no tiene sentido la decisión del Ministerio de Educación y Cultura de modificar por decreto las normas que rigen la enseñanza terciaria privada, modificando la integración del consejo consultivo y otorgando a las instituciones privadas ciertas ventajas y competencias que no tenían. Un decreto de esta naturaleza no puede ser emitido dos o tres días después de una elección que perdiste contra, justamente, los que no comparten en lo más mínimo tu política educativa siempre favorable a las instituciones privadas.
En realidad, este tipo de definiciones tomadas en un período de transición, y con tales grandes consecuencias, sólo puede explicarse por la lógica de piñata que adquirió esta última fase de la administración herrerista, demasiado turbia y cuyo plan de gobierno siempre se pareció a un plan de negocios, por lo menos, para los malla oro.
¿Qué significa una lógica de piñata? Es ese espacio temporal en la fiesta donde de lo que se trata es de revolcarse en el suelo a la mayor velocidad posible para pescar las golosinas desprevenidas en el mar de manos que se disputan los últimos confites. Hay un clima, así, de retirada, pero no una retirada humilde, sino una retirada firmando cosas que favorecen intereses concretos, que comprometen recursos gigantescos, en algunos casos, como el Plan Neptuno, a décadas, y todo en el medio de una polémica que no cesa, porque no hay informes técnicos serios que aconsejen ese camino. Y como no los hay y no hay explicaciones de por qué no se hizo la represa ya financiada de Casupá, hay que temer lo peor, y lo peor es que sea un capricho, pero un capricho con arreglo a fines inconfesables.
Todo en este gobierno tiene ese tufo: las lanchas militares que no llegaron, compradas a un astillero trucho y sin antecedentes; los aviones Hércules pagados a millones de euros que llegaron rotos y así siguen, rotos e inútiles, después de haber malvendido el avión sanitario; la entrega del puerto por 60 años; el cierre de Casa de Galicia ya concretado y el cierre que quieren concretar de apuro del CASMU, que también hiede, porque es imposible creer en estas autoridades.
Todo huele mal en esta administración y el tiempo y la Justicia dirán hasta qué punto hay pus para drenar. Pero mientras tanto, hay que poner el grito en el cielo ante cada firma sospechosa, cada decreto inexplicable, apurado, sustentado en mentiras evidentes. Porque detrás de eso hay algo. Hay que sospechar de lo sospechoso y no mirar para otro lado orientados por un principio de indulgencia que no corresponde con la calaña de estos vencidos. Porque, vencidos y todo, pueden seguir haciendo daño.