Dos integrantes del movimiento Uruguay Libre de Megaminería, Ana Filippini e Isabel Domínguez fueron invitadas por la ong 350.org a visitar la localidad de Allen, situada en provincia argentina del Río Negro, para evaluar los impactos ambientales y sanitarios derivados de las actividades de Fracking que se están realizando en la región. El fracking es la explotación de hidrocarburos no convencionales mediante la técnica de la fracturación hidráulica. En esta región se instalaron en 2012 empresas estadounidenses como Apache y Chevron, tras cinco años de actividad varios movimientos sociales denuncian una crisis social y ambiental en el lugar. “Uno de los principales problemas se ha generado por la gran cantidad de lodos tóxicos acumulados provenientes de las perforaciones. Los lodos son depositados en piletones en las mesetas altas, las bardas, y ya ha sucedido que las lluvias arrastran esos lodos hasta el valle”, señala Uruguay Libre en un comunicado. “Las autoridades no tienen conciencia del grado de toxicidad de esos lodos e incluso han propuesto rellenar con ellos los pozos de las calles de la ciudad”, añaden. El geógrafo argentino, Roberto Ochandio, denuncia que las mismas autoridades desconocen aspectos fundamentales de la operación, como la composición exacta de los desechos que se derivan del Fracking, “si están contaminados con elementos radioactivos, quien está a cargo del control, quien se hará cargo de los análisis de laboratorio necesarios para determinar la peligrosidad de los residuos y de la disposición final de los mismos”. Según el texto, los habitantes de la localidad “aseguran que se están produciendo más abortos espontáneos, que nacen más niños con malformaciones y hay más niños con asma”. En este sentido, Ochandio recordó que en Estados Unidos “se llevaron a cabo estudios en zonas de Fracking donde se pudieron constatar los efectos que relata la gente de Allen”. “En marzo de 2016 la Suprema Corte de Justicia de la Nación dictaminó que el agua de Allen contenía combustible y que no era potable. Hasta hubo que cerrar escuelas para que los niños no bebieran el agua que salía de las canillas, con olor a gasoil, aspecto aceitoso y con partículas similares a talco o ceniza”, añaden. Allen es una localidad dedicada esencialmente a la fruticultura, pero desde la llegada de las multinacionales muchos productores han vendido o rentado sus campos a las petroleras y se han ido de la ciudad. “Existen problemas con los pozos abandonados por las petroleras que no tienen ningún plan racional de cierre. Las filtraciones subterráneas de estos pozos han afectado los frutales y hay campos donde han muerto todos los árboles”. Teniendo en cuenta este ejemplo, Uruguay Libre recuerda que actualmente hay una ley de prohibición de la megaminería que está siendo estudiada por el Parlamento uruguayo. La organización señala que “es imperioso que se apruebe lo antes posible”.
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