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Política

Ocupación de terrenos en Santa Catalina.

El cambalache de las necesidades y las especulaciones

El sueño de la vivienda propia sigue, a pesar de todos los esfuerzos de las distintas administraciones, con saldo en rojo en Uruguay.

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“El sueño de la vivienda propia sigue, a pesar de todos los esfuerzos de las distintas administraciones, con saldo en rojo en Uruguay. La paleta de matices es amplia y va desde quienes necesitan un lugar donde poder residir hasta quienes, sobre todo jóvenes, quieren independizarse del hogar materno. En el medio de todos esos sueños y las políticas públicas de vivienda, una amplia gama de empresas y propietarios individuales que, en general deudores compulsivos con distintos organismos del Estado, especulan y se aprovechan de la posibilidad de concretar sueños ajenos”

La nochecita calurosa y veraniega del viernes 17 de enero tendía a ser una noche mansa más para los vecinos del barrio Santa Catalina, allá por el oeste montevideano.

A pesar del crecimiento explosivo de su población, el barrio aún se encuentra rodeado de paisajes naturales; entre él y su vecino Bajo Valencia, hacia el barrio Casabó, el predio de la Marina le genera un pulmón de campo natural de algunas hectáreas.

El Camino Burdeos es la frontera entre el barrio habitado de un lado y campos destinados a sobrevivientes explotaciones de viñedos y empresas de acopio de granos del otro lado.

Siguiendo por Camino Burdeos, unos campos baldíos desde hace años eran utilizados por los vecinos como zona de esparcimiento.

Ese viernes, el campo que está frente a Camino Burdeos, entre la entrada a Santa Catalina y la calle final del barrio Las Violetas, fue ocupado.

Lo primero que llamó la atención a los vecinos fue que, junto a algunas caras conocidas de las familias ocupantes, se instaló un cartel que rezaba “F FD Comunitarios” con un código QR, prolijamente impreso.

A la mañana siguiente el cartel había desaparecido mágicamente, pero los ocupantes ya habían loteado los terrenos e indicado con carteles el trazado de las futuras calles.

El contagio

En pocas horas, en un proceso que parecía no detenerse, nuevas familias a medida que se corría la noticia como reguero de pólvora fueron ocupando ese campo que nace en Camino Burdeos pero culmina en el Camino San Fuentes, a unas diez cuadras aproximadamente.

Autoridades municipales se hicieron presentes en el lugar, planteando la imposibilidad de ocupar ese terreno que, aun con supuesta autorización de los dueños para ocupar, se encontraba en situación irregular.

Los rumores, la falta de y la falsa información no detuvieron el avance vertiginoso y caótico de familias que iban marcando con cuerdas su terreno, instalando carpas y carteles con el apellido de la familia ocupante.

Muchos ocupantes son vecinos antiguos de Santa Catalina; muchos con su vivienda propia; algunos hijos de estas familias, que vivían de agregados con ellas.

Un dato curioso, desde el inicio de la ocupación, fueron los vehículos presentes en el lugar; los modelos y algún taxímetro no convalidaban la presencia de gente excluida, como sí fue el caso de quienes llegaron al lugar en carros tirados por caballos, motos viejas de baja cilindrada o incluso a pie.

El misterioso cartel

Ingresando a la Web por el código QR, este lleva a una página con la leyenda “FD Comunitarios. Construye su futuro”. Y luego reza: “El compromiso de FD comunitarios es mantenerse a la vanguardia haciendo todo lo posible para anticiparnos a sus necesidades y exceder sus expectivas”. Debajo, dibujado, unos trabajadores construyen una coqueta vivienda.

La asociación entre lo que ofrece esta página y la ocupación para vivienda parece más que evidente.

La empresa F FD, de la cual no hay más información en las redes, pone a disposición un formulario de inscripción y fija domicilio en la calle Francisco Muñoz del barrio Pocitos, sin número.

Para ese entonces, una de las ocupantes estaba anotando en un cuaderno a los futuros aspirantes a conseguir terreno, asegurando que, el lunes 20 de enero, autoridades municipales irían a amojonar los lotes, al tiempo que desde la alcaldía se desconoce de donde surge tal información, ya que ese terreno está en juicio y a punto de ser rematado.

Fuera de control

Olga y Viviana forman parte de las 28 familias que dicen que están organizadas, y 28 es el número máximo de familias que podrían construir en el padrón.

Se mostraron reticentes a confirmar la información sobre quiénes son los propietarios del terreno, aunque dicen estar en tratativas con los mismos, y evadieron confirmar la relación de la firma F FD con ellos.

Su preocupación central es que, además de las tratativas con el dueño de los terrenos y las autoridades municipales, están siendo rodeados por familias que vienen ocupando a su alrededor y deben evitar que se ocupen los espacios destinados a futuras calles; y también los problemas de relacionamiento que están surgiendo con los vecinos de Santa Catalina y con algunos que pretendían ocupar, que tuvieron que correr en forma poco amable, según sus palabras. Para el domingo 19 de enero, ya eran más de 80 familias las que estaban ocupando, sin mínima organización.

En ese marco, la posibilidad de desarrollo organizativo de estas 28 familias ante la abrumadora, espontánea e incontrolable ocupación que se le ha sumado parece estar condenada, y se vuelve difícil poder hallar interlocutores válidos.

Desde el barrio

Las reacciones han sido bien diferentes, porque además Santa Catalina cuenta en su haber con historias de varias ocupaciones masivas de terrenos. Es la génesis de Santa Catalina, además.

Para algunos, las familias que ya tienen su vivienda, e incluso algunos propietarios de comercios, es injustificable que ocupen nuevos terrenos; la experiencia indica que muchos, además, han ocupado para construir, y luego vender o alquilar.

Otros tienen el temor justificado de haber identificado entre los ocupantes a delincuentes comunes, y ya se hablaba de la localización de una nueva boca de venta de drogas.

Otros están preocupados por las conexiones ilegales a los servicios de agua y de luz, que las necesidades de consolidar la ocupación y las tareas de construcción no demorarán en llegar.

Los menos, e ingenuos a la confusa situación, han dado una mano solidaria, arrimando algún material o su presencia a las familias que aun en el descampado están con menores.

La posibilidad de actuación de otros organismos estatales, como el MvotmA en pleno periodo de transición, no colabora mucho.

Así las cosas, y sintiendo una profunda preocupación de gente burlada en su buena fe, resta conseguir información sobre quién es la empresa que está detrás de la promoción de una ocupación, seguramente como maniobra para retrasar o modificar las condiciones de un posible remate, y que no midió el impacto de las medidas que alentó.

Las 28 familias, a pesar de su posible disponibilidad al juego de la empresa se comenta que cada familia habría pago dos mil pesos para poder acceder al lote del padrón–, tienen un futuro incierto de posibilidades de concreción y han quedado sumergidas en un universo caótico de lo que no parece ser una futura extensión de un barrio.

 

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