La proliferación de empresas sondeadoras de opinión pública, sumada a la diversidad de fechas en que encuestan y procesan datos, aumenta la probabilidad de que los resultados obtenidos puedan diferir o coincidir más o menos entre ellas. Todo esto, agregado a la pluralidad de lecturas con diverso grado de interés y de idoneidad para valorarlas, abre un ancho y apasionante campo de debate público en un año multielectoral con cuatro instancias por delante: internas partidarias en junio, primarias en octubre, eventual balotaje en noviembre, departamentales en mayo de 2020. Las encuestas se vuelven entonces en tema prioritario del rumor cotidiano y de la conversación informal en los más diversos ámbitos de la vida: familia, trabajo, lugares públicos de convivencia más o menos extendida, asistencia a programas que mencionan o focalizan los sondeos y sus resultados.
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Diversidad empresarial
Desde hace algunos años se pide, y se anuncia públicamente, la ficha técnica del modus operandi de cada sondeo debido a que algunas características y diferencias entre los procedimientos podrían contribuir a explicar distancias excesivas entre los resultados obtenidos. Lo que proporcionan las encuestadoras está conformado por porcentaje de indecisos, intención de voto en blanco/anulados, margen de error, método de sondeo, fecha de sondeo, tamaño de la muestra, pregunta de sondeo, tipo de encuestado sondeado en cada pregunta.
Sin embargo, le aviso, lector, lectora, que ninguna de las diferencias comprobadas en estos ítems es suficiente como para dar cuenta y explicar las diferencias encontradas entre sondeos y encuestadoras, aunque bien podrían contribuir a ello pequeñas diferencias halladas en cada uno de los ítems. Por lo pronto, esas diferencias, excesivas entre encuestadoras contribuyen a desacreditar a las ciencias sociales y a las empresas de sondeo, que se vuelven chivos expiatorios de políticos coyunturalmente perjudicados. Es necesario analizar, entonces, uno por uno, los datos de las fichas técnicas que podrían contribuir a explicar inesperadas magnitudes en las diferencias de resultados entre sondeos y empresas.
Porcentaje de indecisos: ¿Por qué puede ser importante este dato? Porque la ‘indecisión’ suele ser un nombre fácil y cómodo para calificar a los que no respondieron a partido o candidato al que preferirían, pero que no corresponde totalmente con una indecisión en sentido literal. En este grupo pueden estar incluidos, por ejemplo, aquellos a los que no les gusta expresar su decisión a un extraño, o también otros que están en su vida privada o pública subordinados a personas o empresas que no compartirían su decisión electoral.
Los sondeos son no presenciales (desde celulares y/o teléfonos fijos) o presenciales (cara a cara), diferencia metodológica que también influye en la variedad de los indecisos. Los sondeos presenciales son más anónimos que los no presenciales, porque solo fotografiando al encuestado subrepticiamente se sabría la identidad del respondente; en cambio, en los no presenciales, las probabilidades de identificar al respondente son mucho mayores y, por lo tanto, las incomodidades ya mencionadas de comunicar una decisión íntima a extraños o de ventilar una preferencia que puede molestar a algún superordinado laboral o a algún conocido crecen.
Por todo esto, la indecisión puede no ser tal, sino el nombre dado por la empresa a un conjunto de situaciones que llevan a que no se quiera comunicar una decisión (diríamos que muchos posibles votantes del FA que tengan patrones o superordinados no frentistas podrían perfectamente ocultar su voto mintiendo o no respondiendo, ya que sus computadoras, móviles o fijos permitirían su identificación con facilidad; podría también suceder lo contrario: viejos blancos o colorados que están hoy subordinados de varios modos a frentistas). Esto lleva a que las empresas más cuidadosas repregunten a los que no muestran decisión en primera instancia, para llegar a una mejor estimación de los decididos coyunturales y de los no lo han comunicado, pero que pueden estar decididos. Muchas veces las repreguntas revelan algún sesgo en la distancia entre las cantidades de adherentes espontáneos a un partido o candidato y la que surge luego de las repreguntas.
Si vemos los números, hay una gran diferencia entre los ‘indecisos’ relevados por las distintas empresas. Sería más fiable el resultado de las que trabajan con repreguntas que definan con mayor seguridad a los realmente indecisos al interior de los nombrados en los análisis como ‘indecisos’. Una buena parte de las diferencias entre empresas, y por ende entre partidos y candidatos, podría deberse a la mayor o menor depuración de los inicialmente respondentes como indecisos. Esto es especialmente importante cuando no se les lee ni muestran las alternativas entre las que debería optar, sino que se deja librada a la espontaneidad del entrevistado el conjunto de las alternativas, que pueden ser muy obvias para la empresa o el encuestador, pero no para un entrevistado común, más desinformado, nervioso por la encuesta y temeroso por el anonimato.
Blancos y/o anulados. Lo mismo que sucede con los ‘indecisos’, una parte de los que manifiestan votar en blanco o anulado, por diversas razones, prefieren responder eso en lugar de opciones que pueden molestarlo o comprometerlo dada la baja garantía de anonimato que ofrecen los nuevos métodos no presenciales de sondeo. Deben preferirse, en este caso también, las encuestadoras que repreguntan para tratar de minimizar esas falsas respuestas clasificadas perezosamente como ‘indecisos’, en blanco o anulados.
Margen de error. Algunas diferencias entre sondeos superan los márgenes de error tolerables para cada subuniverso interrogado porque la cantidad de casos que caen como adherentes de un partido o candidato mayoritario, o de una muy pequeño, hace que los márgenes de error aumenten con la disminución de los subuniversos focales. Porque, además, el margen de error depende de la potencia de la muestra y del nivel de significación elegido para ella, datos estos que están en la ficha técnica proporcionada por las empresas.
Método de sondeo. Pueden ser por mención espontánea del encuestado (presencial); por lectura de las alternativas por el encuestador (presencial, fijo, celular); o bien por lectura de ellas solo por el encuestado (online).
El método de la ‘mención espontánea’ evita el riesgo de decisión forzada, o bien que la ignorancia del entrevistado sobre el tema del sondeo lleve a que la mención de alternativas globalmente ignoradas o difícilmente presentes en el momento pueda forzar a presentar como ‘decididas’ selecciones de candidatos o partidos que no se habían tomado y que no se toman en ese mismo contexto ni dentro de la misma globalidad de alternativas. La ‘lectura de alternativas por el encuestador’ evita, entre otras cosas, errores de lectura por imperfecciones visuales o nervios, mientras que la opción online tiene el riesgo del error visual, pero da mayor tiempo de respuesta y minimiza los nervios de la interacción con el encuestador.
Fecha de sondeo. Normalmente se quiere saber cuál es la ‘foto’ más reciente porque, en definitiva, lo que se quiere es prever lo más aproximadamente posible los resultados electorales futuros y reales. Las fotos puntuales son buenos indicadores de ‘cómo va la carrera’, término de la jerga ciclista que tan bien resume la deportividad y curiosidad pura, y que encierra en este caso un excesivamente llamado ‘interés por la política’ a partir del interés en los sondeos. Pero esas fotos puntuales de la carrera también importan por las tendencias que revelen, lo cual puede originar retoques en las campañas. Entonces, siempre, es mejor la más reciente, aunque nunca las fechas son tan distintas como para dar cuenta de diferencias tan grandes como las que están mostrando las encuestas.
Tamaño de la muestra. A falta de un ‘censo’ de la totalidad del cuerpo electoral, las muestras son su sustituto probabilístico. Pero que no se crea en la simpleza de que a mayor muestra mayor valor de los resultados. Es mucho más complejo que eso, porque hay requisitos de la calidad del muestreo (extracción) y del modo de cómo la muestra se cubrió en el sondeo concreto (campo, supervisión, análisis) que son más importantes que el ‘n’ de la muestra para fabricar diferencias entre ‘nombres’ al hacerlos públicos. Y esos datos, por cierto, no están en la ficha técnica.
Preguntas de sondeo. Se puede dar un estímulo solo visual (online), auditivo (fijo, celular) o auditivo y visual (presencial). Nueva razón para preferir la ‘validez externa’ del sondeo presencial sobre los otros más modernos, baratos y riesgosos. En todos los casos se toman buenos recaudos en el fraseo de las cuestiones, en lo que no hay diferencias influyentes en los desacuerdos entre los hallazgos.
Tipo de encuestado. ¿Qué entendemos por ‘tipo’? Ni más ni menos que el hecho de que todos los sondeos no presenciales tienen más riesgo de ‘sesgar’ la muestra que un sondeo presencial con muestra bien extraída y bien aplicada en un trabajo de campo bien hecho. Porque los teléfonos fijos pueden generar sobrerrepresentación de adultos o adultos mayores; los celulares o pantallas diversas pueden sobrerrepresentar jóvenes o no votantes; las horas del día de los llamados pueden sobrerrepresentar mujeres, mayores o jóvenes. Esto tampoco lo sabemos por la ficha técnica, ni sabemos tampoco las probabilidades de sesgo en cada tipo de instrumento de comunicación usado o la hora del día en que el sondeo fue respondido. Es claro que algunos de estos problemas de representatividad pueden compensarse mediante extrapolaciones y ajustes desde parámetros poblacionales, pero mejor minimizar su uso para que los resultados sean lo menos ‘artifactuales’ posible.
En definitiva, lo más importante para encontrar diferencias e interpretar resultados es saber de sociología, psicología, psicología social, teoría de la comunicación, psicoanálisis, semiología y antropología, todas ciencias que explican mejor las adhesiones electorales que miopes lecturas desde una mera ciencia política para lactantes, que no sabe de las profundísimas razones y motivos no políticos de la decisión electoral.