Por Pol Botón
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El fiscal Francisco Garganta pasó por el Expreso Pocitos, pero cuando vio su mesa ocupada, aprovechó el domingo encapotado para ir al boliche del Fefo, frente a Plaza de los Olímpicos. Allí estaban tomando una cerveza el Chirola y el Lecho, y tres o cuatro octogenarios con multipatologías que esperaban ansiosos que los cogiera el covicho.
Reconocí a uno de ellos que había sido gerente de una empresa distribuidora de supergás y le pedí permiso para sentarme en su mesa.
Adelante, adelante, dijo Garganta y el exgerente mandó la vuelta de etiqueta negra. Sin más preámbulos, le preguntó: -¿Usted cree que Azucena va a meter la tijera para bajar US$ 900 millones anuales para reducir el déficit fiscal?
-Mire amigo, Azucena tiene su plancito estudiado desde, por lo menos, abril de 2019. Si no cubre las vacantes de funcionarios en áreas no sensibles, serían US$ 100 millones. Mejorando la contratación de servicios tercerizados, se agregaban otros US$ 132 millones. Mejorando la gestión de obra pública, US$ 100 millones más. Optimizando las compras de bienes de consumo, US$ 20 millones suplementarios. Mejorando juicios del Estado, otros US$ 100 millones. Bajando los gastos menores, unos US$ 80 millones. Esto suma US$ 532 millones, a los cuales se agregarían US$ 348 millones que podrían ahorrarse en la gestión de empresas públicas. Eso suma un poco más de US$ 1.400 millones. Antes, el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) y las calificadoras de riesgo decían que para llevar el déficit fiscal a una magnitud aceptable, alcanzaría con reducir el gasto en un 2%-2,5% del Producto Interno Bruto (PIB), aproximadamente US$ 1.500 millones-US$ 1.900 millones.
-Pero ahora, tanto el FMI como las las calificadoras cambiaron de opinión no solo para nuestro país, sino para todo el mundo -dijo uno de los contertulios.
-Sí -dijo el gerente-, pero no se olvide de que Alfie ya dio orden de recortar 15% a todos los organismos estatales, lo que representa 25% real, ya que la inflación anda por arriba del 10% y es difícil que baje de ese guarismo.
Garganta sacó una página de diario de su bolsillo, la puso sobre la mesa y la mostró subrayada para que la vieran todos.
«Por la necesidad de darle un respiro a la economía de sus naciones, los gobiernos de economías desarrolladas, emergentes y pobres se vieron en la obligación de tomar decisiones para mitigar el golpe de la covid-19 en las cuentas estatales y el bolsillo de los ciudadanos.
La recomendación del FMI -dijo Pancho Garganta haciendo abrir los ojos de todos los parroquianos- es que la política fiscal deberá mantenerse solidaria y flexible hasta que se asegure una salida segura y duradera de la crisis. Por lo anterior – dijo el FMI-, «las perspectivas dictan que los déficits fiscales aumenten cinco veces en las economías avanzadas y más del doble en las economías de mercados emergentes, lo que lleva a un salto sin precedentes en la deuda pública, de 26 y 7 puntos porcentuales del PIB, respectivamente».
El más viejo de todos, Rosendo González, más conocido en el barrio como el Gallego González, terció abundando sobre las decisiones de la Unión Europea de inyectar miles de millones de euros a la economía de España y los países más afectados por la pandemia en Europa.
-¿Usted quiere decir que tenemos la bendición del Fondo para pasar de n déficit de 5% al 10%? -preguntó asombrado el exgerente.
-Le digo más, la política fiscal también debe abordar la desigualdad a través del gasto destinado al acceso universal a la salud y la educación y a los sistemas tributarios progresivos, eso dice el FMI -dijo Garganta.
-Me sorprende que el Fondo, que históricamente ha defendido los recortes del gasto público, esté en una posición poco habitual de instar a los gobiernos a dar liquidez a la economía y al mismo tiempo de advertir sobre los obstáculos que quedan en el camino, especialmente si hay un repunte de los casos.
-En todo caso hay que avisarle a Alfie -dijo Garganta sonriendo.
-Bueno, pero con la fórmula “puente” que firmó el Pit-Cnt, el gobierno se asegura una congelación de salarios por casi dos años.
-Recuerde que en julio del año pasado Isaac ya proponía no aumentar el gasto del Estado y “mantener constantes” salarios y pasividades por dos o tres años, como forma de equilibrar el déficit fiscal. Además proponía que se dejase de usar el sistema de Participación Público Privada (PPP) para realizar obras porque afirmaba que eso genera deuda pública, tal cual ya lo adelantó el ministro Heber.
-¿Y usted cree que va a salir el asunto de la renta básica, doctor?
-Ni ahí. Eso sería hacer una concesión al Frente, que no creo que esté en los planes del gobierno. Pero le puedo asegurar que Kristalina Georgieva, la directora gerenta del FMI, ve con buenos ojos la renta mínima que propone España, que, parece, estará en el entorno de los 440 euros al mes,
-He leído que en Estados Unidos se debate la renta básica en ámbitos académicos desde hace bastante tiempo e incluso ha sido propuesta por algún excandidato demócrata.
-Mire amigo, en Latinoamérica, una región atravesada por la desigualdad y la pobreza, entregar una renta básica a todos los hogares el equivalente al umbral de pobreza tendría un costo para el erario equivalente al 4,7% del PIB, según un reciente estudio de la Cepal.
-Pero, en realidad, ni siquiera el FA propone una renta básica. Daniel Olesker dijo que la Intersocial y el Frente propusieron al gobierno que se establezca una renta básica de emergencia para garantizar un ingreso mínimo para aquellos trabajadores que no tienen acceso al seguro de paro. Calculó que el monto presupuestal que debería asignar el Estado para financiar esta política sería aproximadamente de unos 80 millones u 85 millones de dólares por mes. Por lo tanto, si esto fuera durante tres meses, serían unos 250 millones de dólares. Y si la medida incluyera un aumento del seguro de paro para llevarlo al equivalente a un salario mínimo, esta medida costaría unos 300 millones de dólares, medio punto del producto en tres meses.
-Mire, amigo, a mi me importa tres pepinos lo que diga el Frente. La renta básica tiene cada vez más numerosos defensores porque ven en ella una herramienta útil para contener la emergencia social que sufren quienes de la noche a la mañana se han quedado sin ingresos. Y añaden que sería también una herramienta útil para reactivar la demanda cuando se puedan ir levantando las cuarentenas. Hasta ahora, en Europa la contingencia se ha abordado con ayudas por colectivos y, como en Italia, hasta con bonos alimentarios para tratar de rebajar la creciente tensión social en el sur del país. Pero en América Latina y en el resto del bloque emergente, donde la informalidad alcanza cifras infinitamente más altas, la gestión de la crisis está siendo y será mucho más complicada.
-¿Usted cree?
-Lo dejo con esto -dijo mientras se levantaba y ganaba la puerta en la que ya estaba lloviznando-: Guy Standing, un profesor de la Universidad de Londres, dice que en estos países, que todavía están en una fase inicial de la pandemia, la renta básica debe aplicarse tan rápidamente como sea posible. No se puede comprar jabón ni tener agua limpia sin el dinero necesario para ello, y es más sencillo transferirlo directamente a la gente que organizar un esquema complejo de subsidios.