El 5 de julio de 2015, el Frigorífico Anglo del Uruguay fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
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Según el secretario general de la IRN y gestor del sitio patrimonial, Guillermo Levratto, “a 40 años del cierre definitivo del Anglo, estamos recuperando el testimonio vivo de los protagonistas, de quienes construyeron con su esfuerzo este Patrimonio Mundial que hoy disfrutamos”. Uno de esos protagonistas no podrá dar su testimonio: se llama Pantaleón Olivera.
El Anglo
Frigorífico Anglo del Uruguay Sociedad Anónima fue una de las principales agroindustrias del Uruguay durante el siglo XX.
El viejo frigorífico Liebig, fundado por los alemanes Georg Giebert y Augusto Hoffmann, junto a Charles Lowry y Richard Hughes en 1865, que llegó a dar trabajo a 10.000 personas, tuvo que ser vendido en 1924.
Para la compañía Liebig Cie (Lemco) en Europa, las cosas se pusieron difíciles. Liebig trato de venderle extracto de
carne (corned beef) y cubitos de caldo a los aliados, pero el nombre y los prestamistas eran los alemanes. Este hecho causó todo tipo de tensiones subyacentes. El comprador fue el Vestey Group Ltd de Liverpool. Cambiaron el nombre del sitio por Frigorífico Anglo del Uruguay o simplemente Anglo. La elección del nombre de Anglo tiene un claro mensaje de enviar al mundo: esto ya no es una empresa alemana, y sí una posesión británica.
Los ingleses
La compañía tiene sus orígenes en Liverpool, con la familia Vestey, originaria de esa ciudad, Ellos desarrollaron un magnífico negocio con la carne comenzando con los hermanos William Vestey (1859-1940) y Edmund Vestey (1866-1953). En 1883 William, entonces de 24 años, fue enviado a Chicago en los Estados Unidos (EEUU) en donde la familia construyó una fábrica de corned beef para utilizar la amplia disponibilidad de carne. En 1890 fue invitado a viajar a Argentina para la prospección del mercado. Después se instalaron almacenes en Hull y Glasgow y luego se expandió a otros países, estableciendo almacenes frigoríficos en Moscú, San Petersburgo, Vladivostok, Riga, Nueva York y Johannesburgo. Pionero de negocios, con la importación de carne fría de América del Sur, también llevó a cabo importaciones procedentes de Australia y Nueva Zelanda. En 1914 inauguró un frigorífico matadero de Bullocky Point, Darwin (Australia), que pasó a producir y exportar principalmente cordero a Inglaterra.
En ese momento el cordero era muy barato en Australia y tuvo grandes ganancias. En 1915 adquirió el “Frigorífico Las Palmas” en Zárate, a orillas del río Paraná, en Argentina. Entre 1908 y 1920 los hermanos Vestey también adquirieron granjas y mataderos en Venezuela y Australia, además de la construcción de nuevos almacenes frigoríficos en Nueva Zelanda, Argentina y Madagascar.
En 1915, debido a la presión de las autoridades tributarias británicas al mando de David Lloyd George (1863-1945) para prevenir la evasión fiscal (se sospechaba a la sociedad del Grupo), la sede de la empresa fue trasladada provisionalmente a Buenos Aires, escapando así del pago de impuestos en el Reino Unido.
En 1920 adquirieron el “Frigorífico Liebig” de Fray Bentos en Uruguay. Fue renovado en 1924 y con el nombre de ‘Anglo Nevera’, así como la producción de extracto de carne y corned beef, pasó a producir una amplia variedad de carne enlatada que fue enviada a Europa y los EEUU en el anexo del puerto fábrica.
En 1927 se radicó en Buenos Aires (Dock Sud) el frigorífico más grande en el mundo en ese momento, también llamado Frigorífico Anglo.
En 1930, el Grupo tenía 30.000 empleados en todo el mundo. En 1934, se creó un comité del Senado de la Nación Argentina y debido a los informes de los agricultores se inició una investigación sobre las actividades de frigoríficos extranjeros instalados en el país. Todos se negaron a proporcionar información y la Comisión la tuvo que conseguir por la fuerza.
Lisandro de la Torre, dirigente político, abogado y escritor argentino, pidió y logró el arresto del empresario inglés como extrema forma de presión, para que este presentara la documentación solicitada. Estuvo preso varios días hasta que se comprometió a pedir a la casa central de Londres las planillas. Desde Londres, Lord Edmund Vestey, dio “su palabra de caballero inglés” de que la documentación sería enviada de inmediato a Buenos Aires. Las autoridades locales liberaron a Tootell, pero las planillas del caballero inglés nunca llegaron.
Fue una de las primeras empresas en introducir la refrigeración en sus tiendas. En su apogeo podían procesar 5.000 cabezas de ganado al día. El objetivo era que nada se desperdiciara. La carne se exportaba refrigerada, junto con los despojos y cueros, incluso la producción de insulina como un subproducto para los diabéticos. En la década de 1940 se alcanzó el máximo con aproximadamente 5.000 empleados. Las transacciones comerciales se llevaron a cabo a partir de un edificio de 5 plantas. En un momento, produjeron más de 200 tipos diferentes de comida entre carne y verduras, mermeladas e incluso dulces.
Polo Norte
El explorador noruego Nansen llevó el corned beef como alimento en su expedición al Polo Norte en 1895. El explorador inglés Stanley lo llevó como alimento vital a través de los ardientes desiertos e impenetrables bosques del continente africano cuando fue a buscar a Livingston y todos volvieron “alabando sus cualidades dando testimonio de su bondad”. El nombre de Uruguay está asociado por medio de este producto a todos los acontecimientos históricos y modernos más salientes, hasta en la guerra en el sur de África, y ha jugado un rol más importante que cualquier otro país de Sudamérica, habiendo contribuido a la alimentación de las tropas con más de 10.000 novillos en forma de extracto, muy apreciado por los ingleses y bóers, conocido como Lemco, tanto o más que el whisky.
Durante 116 años se exportó extracto de carne, carne en conserva (corned beef) y más de 200 productos alimenticios a los cinco continentes. El extracto de carne era un producto alimenticio y saludable, rico en vitaminas y proteínas, que conmovió a la sociedad europea. Liebig fabricaba otras exquisiteces cárnicas que en su tiempo
fueron famosas como los irresistibles “rabos vacunos”, cuya producción la continuó el Frigorífico Anglo a partir de 1924.
Esta industria que continúa creciendo sin pausa, de alto contenido científico, está en permanente plan de cambios, innovaciones científicas, máquinas, nuevas metodologías, nuevos equipos y ampliación de la infraestructura con inversiones cuantiosas que lo han convertido en un establecimiento modelo, el más vasto sin duda de Sudamérica y único en su género en el mundo.
La faena se extendía aproximadamente 6 meses, se empleaban de 1.400 a 1.500 operarios que con sus familias formaban un importante conglomerado social, pagándose de 45.000 a 50.000 pesos mensuales por concepto de sueldos, y durante el resto del año se ocupaban en los talleres y trabajos de reparación más o menos a 500 personas.
En las primeras décadas del siglo pasado, llegó a ocupar a 4.500 personas y a ser la principal fuente laboral de la ciudad. También produjo un importante movimiento inmigratorio, ya que atrajo a trabajadores de 60 nacionalidades. Esto aportó a Fray Bentos una gran diversidad cultural y étnica, que puede verse en ciertas arquitecturas, expresiones gastronómicas, términos lingüísticos y hasta formas de vida.
Cualquier trabajador que resultaba dañado por resultado del trabajo recibía además, mientras estaba imposibilitado, una subvención. Había también un fondo para pensiones a las familias de los que fallecieron en accidentes de trabajo o que por circunstancias desgraciadas quedaron en la indigencia. Liebig’s contribuyó además a las instituciones de beneficencia de la localidad y a todo lo que significara un proceso como obra pública.
Todo funcionario o trabajador que cumplía 25 años de servicio recibía una medalla de plata y una gratificación.
El Frigorífico tenía cancha de tenis, de bochas, club social, local para hacer fiestas, su propio hospital, la escuela, merenderos, etc.
Los operarios tenían obligación de enviar a sus hijos al colegio, ya sea del Estado o privado, sostenidos por la compañía, no dándose trabajo a ningún menor que no hubiera concurrido a ellos por lo menos hasta la edad de 14 años, o sea, 6 años de colegio. A los chicos más destacados, hijos de empleados de la Compañía Liebig’s, los premiaban enviándolos a cursar estudios más avanzados de idioma inglés a Buenos Aires y más tarde en una famosa academia en Montevideo. La mitad de los habitantes de la ciudad eran nacionales y la otra mitad extranjeros, y por la vigilancia en los métodos empleados rara vez sucedían incidentes, estando proscriptos toda clase de juegos o costumbres intemperantes que pudieran ser motivo de alteración del orden y la armonía en el ámbito del establecimiento.
El final
A fines de la década del sesenta, fue nacionalizado y adquirido por el Estado, pasando a denominarse “Frigorífico Fray Bentos”, aunque se le continuó llamando Frigorífico Anglo. A fines de los años setenta, en plena declinación, con secciones cerradas y con una drástica reducción del personal, clausuró sus actividades, lo que afectó la vida económica y productiva de Fray Bentos.
Se realizaron múltiples esfuerzos para tratar de reactivarlo, sin éxito. Incluso, a principios de los años ochenta, durante
la dictadura cívico-militar, fue cedido a la empresa árabe Saudico, lo cual culminó en rotundo fracaso. Restablecida la democracia en 1985 se realizaron esfuerzos para su reapertura.
Luego de estudios realizados por técnicos del MGAP, se llegó a la conclusión de que la reactivación no era posible debido a la obsolescencia de los equipos y los altos costos que insumiría la reconstrucción de la empresa por los grandes cambios en las exigencias del mercado internacional de productos cárnicos.
Al final del primer período de gobierno del presidente Julio María Sanguinetti, la fábrica y el barrio fueron cedidos a la Intendencia de Río Negro, la que comenzó un largo proceso de adecuación de la exempresa y su entorno.
Por iniciativa del intendente Mario Carminatti, se creó el Parque Industrial Municipal, que ofició de vivero de empresas; se mejoraron algunos servicios del barrio Anglo, y se sentaron las bases de lo que primero fue un recorrido histórico-turístico por la fábrica y que luego culminaría con la creación del Museo de la Revolución Industrial. El museo cuenta con casi 10.000 visitantes anuales y con dos recorridas guiadas al día.
Un sindicalista
Pantaleón Olivera nació el 9 de noviembre de 1923. Un hombre de la generación de Raúl Sendic Antonaccio, el Bebe, que nació el 16 de marzo de 1925. Se encontraban en la Casa del Pueblo, sede del Partido Socialista, allá por los años 40, 50 y 60 del siglo XX.
“Corría el año 1949 y la cátedra se vio de alguna manera sacudida y presa del asombro. Un obrero, un obrero de un frigorífico, daba a luz un libro titulado “Frigorífico”, teniendo además un subtítulo: “Crónica rebelde de una realidad social”. El autor, con desgarrante crudeza, nos muestra desde esas páginas no solo el sacrificio cotidiano de aquel entonces, sino además, los inciertos caminos de la incipiente organización sindical de los trabajadores. La dedicatoria revela eficazmente el contenido. En la misma expresa Pantaleón Olivera, el obrero escritor, lo siguiente: “A los obreros, pero no a los que lloran porque esos tienen el alma de esclavo, sino a los que luchan porque son dignos en su miseria, porque no se entregan, porque corre en sus venas la sangre rebelde con que han de hacerse libres algún día”. Así lo recordó el edil de Fray Bentos Luis Massey, en la Junta Departamental de Río Negro, el 28 de mayo de 2010.
El libro “Frigorífico”
El exedil socialista Mario Jaurena, que escribió un prólogo del libro “Frigorífico”, dijo en la Junta Departamental de Montevideo que “con la muerte del profesor Pantaleón Olivera, fallecido el sábado último [9 de octubre de 1961] en lamentable accidente de transito, los ediles socialistas hemos perdido un gran compañero y amigo y el partido que aquí representamos, un abnegado servidor.
Vida limpia y abnegada como pocas esta que tan inesperadamente acaba de extinguirse.
Por mucho que se buscara, difícil sería encontrar alguien a quien la existencia hubiese opuesto mayor cúmulo de adversidades.
Escribió un libro: ‘Frigorífico’. Sencillo y cortante es el testimonio veraz y dramático de una dura experiencia. En estas páginas que nos quedan ahora como su mejor legado están en carne y hueso sus compañeros de trabajo en el Frigorífico Anglo, allí están sus frustraciones, su dolor callado, sus rebeldías, sus esperanzas.
Ya no volvería a Fray Bentos sino para aceptar su proclamación como candidato a diputado por los socialistas de Río Negro.
Los que lo oímos aquel día, no olvidaremos fácilmente su discurso. Fue un mensaje de fraternidad y optimismo hacia sus antiguos camaradas de infortunio y de ideales….
El exobrero del Frigorífico Anglo regresó a sus viejos sueños de la Universidad. Quería ser profesor.
Al cabo de esfuerzos y penurias increíbles, logró su empeño, graduándose de profesor de Historia. Allí se abría para sí una nueva etapa. Cuando apenas empezaba a recorrerla de pronto lo ha sorprendido la noche, cuando parecía que no había alcanzado siquiera el mediodía. Tenía poco más de 30 años [38 años].
Señor presidente, la muerte de Pantaleón Olivera, ferviente socialista, miembro del Comité Ejecutivo de nuestro Partido, injusta como pocas, nos duele. Pero su vida limpia, tenaz, ejemplar, nos llena de legitimo orgullo”.
Pantaleón Olivera fue el primer candidato a diputado de la Lista 91 del Partido Socialista en Río Negro, pero no llegó a ser electo. En las elecciones del domingo 30 de noviembre de 1958, ganó el Partido Nacional, después de nueve décadas de gobiernos colorados. El mismo obtuvo seis bancas en el Consejo Nacional de Gobierno, las otras tres fueron para el Partido Colorado. El Partido Socialista del Uruguay, un senador y tres diputados (2,74% del total, con 35.478 votos).
El Partido Socialista contaba con varios sindicalistas que integraban su organización, como Pantaleón Olivera en los frigoríficos, Orosmín Leguizamón y Manuel Toledo en los arrozales, Raúl Sendic en los cañaverales de Artigas, Ignacio Huguet y Raúl Rodríguez en los textiles, Delia Maldonado, Clota Acosta, Delia Rodríguez, Ramón Martínez, Hugo González en AFE, Reinaldo Gargano en judiciales y COFE.
Profesor de Historia
Pantaleón Olivera, después de enfermar de tuberculosis trabajando en el Frigorífico Anglo, volvió a Montevideo y estudió Historia en el Instituto de Profesores Artigas (IPA), donde se recibíó en 1959 junto a Renée Abaracón, José Pedro Barrán y Miguel Feldman.
Fue también en aquel año de 1959 en que el Partido Socialista rompe con la Internacional homóloga.
En un documento firmado por Emilio Frugoni y Pantaleón Olivera enviado en julio de 1959 al VI Congreso de la Internacional Socialista, se afirma que la conducta de algunos partidos socialistas era criticada severamente. En particular, Frugoni y Olivera enfatizaron la posición de la Sección Francesa de la Internacional Obrera (SFIO) y su postura frente al conflicto en Argelia por su falta de respeto por el principio de autodeterminación de los pueblos, sobre todo cuando estos exigen la independencia.