En 1987, Juan Manuel Rodríguez, Luis Stolovich y Luis Bertola editaron su estudio sobre El Poder Económico en el Uruguay Actual, riguroso y documentado estudio del mapa de quienes ostentaban el Poder Económico y, además, las redes que -capital mediante- iban tejiendo para incidir en diversos emprendimientos, no solo industriales, agrícolas y financieros, sino también en la comunicación.
Hacete socio para acceder a este contenido
Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.
ASOCIARMECaras y Caretas Diario
En tu email todos los días
Entendemos que cualquier proyecto serio de apostar a una sociedad más equitativa y para ello debe definir profundizar la distribución de la riqueza y el ingreso, debe volver a dibujar el mapa del poder económico en Uruguay, tomando en cuenta el impacto que la globalización ha tenido en muchos de esos grupos económicos.
Importa hacerlo con criterio riguroso, porque uno de los grandes riesgos de las democracias occidentales es terminar convirtiéndose en un teatro de títeres del capital.
Para setiembre de 2016, solo la suma de los ingresos de las primeras 10 multinacionales más grandes del planeta representaba el PBI de 180 países más pequeños del mundo, un grupo que incluye a Irlanda, Indonesia, Israel, Colombia, Grecia, Sudáfrica y Vietnam, por citar a las más relevantes.
Del total de compañías que tienen fabulosos ingresos, 130 son norteamericanas con una distribución planetaria de su cadena de producción, lo cual ayuda a entender de qué hablan los yanquis cuando se refieren a Seguridad Nacional.
Y examinar la concentración de estas empresas, su impacto sobre la soberanía territorial de otras naciones, explica este fenómeno del capital que avanza sobre los estados-nación, y el porqué del aliento a ciertos nacionalismos locales.
Con tatuaje y pedigree
Como compartíamos la información pública en nuestro artículo pasado sobre Juan Sartori, el botija no es un Isidoro Cañones oriental, no es un niño rico administrando una fortuna heredada o de los negocios turbios de su suegro, sino que es un exitoso empresario multinacional.
Lo que Juan no tiene es el tatuaje, el pedigree de los apellidos ilustres que las familias pudientes criollas han cedido al elenco político nacional.
Vamos a mencionar al pasar un apellido de poca trazabilidad en la dirigencia política que es Aznárez, pero en realidad, por su actividad fundaron pueblos alrededor de sus emprendimientos y estos siguieron su suerte económica, por lo que quizás tengan una incidencia mayor en el destino de la gente que si hubieran tenido representación política, sin mencionar que muchos integraron esta suerte de organización apartidaria, como la Asociación Rural del Uruguay, permanente dedo índice en el recto de la institucionalidad uruguaya.
Podríamos hacer además una división en dos grupos: los que se involucraron desde el vamos en la política partidaria perteneciendo a grupos de poder económico (Zerbino, Sanguinetti, Raffo, De Posadas, Braga y otros) y los que emergieron desde el mundo empresarial directamente a cargos de ministros, convocados como siempre bajo el latiguillo de los exitosos, como en el período de Pacheco Areco (Carlos Frick Davies, José Serrato, Jorge Sapelli, etc).
Grupo Zerbino: de ellos, Ricardo Zerbino ofrendó su alma como director de la CIDE antes del golpe y fue ministro de Economía del primer gobierno de Julio María Sanguinetti. De raza de cabañeros, invirtieron unos pesos en la Fábrica Nacional de Papel, unió su capital a las monedas extranjeras como Alcan y Cibeles y se orientó a la producción de insumos para el sector agroexportador (arpilleras, vacunas. etc). Invirtió en el agro y se jugó algunas acciones a la SA Sociedad Televisora Larrañaga, más conocida como Canal 12.
Grupo Sanguinetti: de Julio María podríamos decir que es el intelectual de la familia, lo que no le impide morder las dádivas de la fortuna, pero el más conocido sin dudas es Jorge Sanguinetti, quien fuera ministro de Transporte del primer gobierno de Cejas y que, como empresario transportista de carga, llevó adelante el desmantelamiento de AFE. Puras coincidencias. El grupo en sí invirtió en la FNP, en el banco La Caja Obrera. Carlos Sanguinetti fue delegado interamericano en representación de la Asociación y Federación Rural, las cámaras mercantiles de productos del país y de la Asociación de Bancos del Uruguay. Fue gerente del Banco Central del Uruguay y representante uruguayo ante el BID, FMI, etc, accionista del Arrozal 33 y Arrosur.
Grupo De Posadas: cada vez que te tomes una cocucha efervescente acordate de Nachito; la familia del exministro de Economía y abogado testaferro de un bureau llevando adelante los Panamá Papers, tuvo acciones en Montevideo Refrescos SA, en ILDU, tierras por varios lados y formó parte del paquete accionario del banco La Caja Obrera.
Grupo Braga: Enrique Rómulo fue ministro de Economía de Luis A. Lacalle; parece una tradición nombrar al frente de la cartera de Economía a quienes parecen venir con el chip de la actividad comercial. Los Braga invirtieron y participaron en varias empresas reconocidas, como las Fábricas Nacionales de Cervezas, así que lamento arruinarte la Pilsen, pero cuando tengas los labios mojados en su espuma, acordate de Enrique Braga. El Banco Comercial fue su emprendimiento financiero más importante y a través de él, el vínculo con el grupo Funsa. Por supuesto, también poseen varias extensiones de tierra.
Grupo Mosca: quién no pasó por la famosa librería, papelería, juguetería… Bueno, nada sorprendente que un Mosca, Luis, fuera viceministro de Economía en el primer gobierno de Julio María y ministro de la misma cartera en el segundo.
Grupo Sapelli: los integrantes de Cristalerías del Uruguay, Casa Sapelli, cerámicas y escritorios de ventas al exterior, actividades que compartía en paquetes accionarios con Serrato, supieron ser ministros de Jorge Pacheco Areco.
Grupo Peirano: todos podemos recitar de memoria los negocios y negociados de este grupo y de Jorge en particular; pondremos el acento en su actividad política: en 1950 ocupó el cargo de subsecretario del Ministerio del Interior. En mayo de 1968 fue designado ministro de Industria y Comercio. En abril de 1970 fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores y, además de la gorda billetera, no es necesario en este país recordar cómo el haber participado en cargos públicos abre más tranqueras.
Juan Sartori: comenzó su carrera como empresario de servicios financieros en 2002 creando Union Capital Group, un administrador de activos de múltiples estrategias con sede en Ginebra, vendiendo su control en 2008. Fundó UAG en Uruguay en el año 2006, comenzando en el negocio de arándanos, para luego expandirse al arroz, soja, harina y ganadería. UAG representaba, a fecha de 2014, el 70% de la capitalización de mercado de la Bolsa de Valores de Montevideo. Es la empresa agricultora más grande del Uruguay, con 180.000 hectáreas y 85.000 cabezas de ganado. Sartori ha invertido en el fútbol inglés, comprando un 20% de las acciones del Sunderland y convirtiéndose en director del mismo. En Perú, compró la compañía hidroeléctrica Generación Andina, que provee el 15% de la demanda energética de dicho país. También en Perú, la empresa estudió las reservas petrolíferas en el noroeste del país, estimando que consistía en 2,02 miles de millones de barriles de petróleo. A su vez, negoció con la compañía china de Construcción y Comunicación para realizar inversiones en proyectos de infraestructura en el continente.
O sea, Juancito, por más esfuerzo que haga de imponer imagen, no tiene, salvo la tendencia de las gráficas de sus negocios, nada nuevo que ofrecer.
Y es que en realidad, precisamente lo nuevo ha sido cómo ciudadanos que no pertenecían a los grupos económicos de poder llegaron a la primera magistratura. Pero eso será tema de otro análisis.
Política y vintenes
Desde 2005, la institucionalidad uruguaya ha dejado de ser el instrumento legal, el respaldo jurídico, la extensión estatal de los planes de inversiones de grupos económicos de poder.
Las políticas macroeconómicas, desde entonces, atentaron contra el apetito voraz de aumentar los márgenes de ganancia y, desde siempre, la balota que entre en la urna representará, o no, los intereses del capital.