Como el lector sabe, no soy un experto en geopolítica ni accedo a más información que la que se puede leer en periódicos, revistas, algún libro y ocasionalmente un newsletter especializado.
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Estas lecturas me sirven para tratar de entender lo que está pasando en el corazón de Europa y sobre todo para descartar muchos datos de operadores y agentes de inteligencia disfrazados de corresponsales, que saturan con información de segunda mano que muchas veces provienen de Google o de los centros operativos desde donde se dirige la llamada guerra cognitiva.
Hay algunas pocas cosas que voy a tratar de exponer en pocas líneas. El lector interesado, si quiere, puede intoxicarse en cajones de papeles y miles de páginas. Yo voy a procurar separar la paja del trigo, sin grandes pretensiones
Ucrania está en el centro de Europa y se conocen con bastante precisión más de mil años de su historia. Se dice que por ahí se inventó la rueda y es su praderas se domesticó el caballo, aunque estas leyendas me suenan a cuento.
Lo que hoy es Ucrania siempre fue un territorio en disputa entre los que las invadían por su margen oriental y los que lo hacían por sus fronteras occidentales.
En los últimos trescientos años, hasta principios del siglo pasado, la disputa fue entre rusos, polacos y austrohúngaros y los primeros siempre o casi siempre llevaban ventaja.
Hay razones sólidas para afirmar como lo hace Putin que Ucrania no tuvo nunca una vocación de Estado nación y ese territorio, particularmente en el sur y sobre todo en el este, siempre fue más ruso que ucraniano.
Desde hace 100 años hasta fines del siglo XX, Ucrania era parte de la Unión Soviética y en los acuerdos alcanzados en el curso de la desintegración de la URSS, las potencias occidentales y sobre todo EEUU garantizaron en tratados multilaterales la seguridad de Rusia, con compromisos que aseguraban el desmantelamiento de buena parte del arsenal nuclear de la ex-URSS, la destrucción de las instalaciones nucleares en Ucrania y, como contrapartida, entre otras concesiones, la autonomía de los territorios de Ucrania limítrofes con Rusia y el derecho de ellos a elegir sus autoridades democráticamente.
El gobierno de Ucrania respaldado por las potencias occidentales firmó con Rusia los acuerdos de Minsk en 2005 con la pretensión de terminar con los enfrentamientos. Sin embargo, dichos acuerdos fueron saboteados y nunca se cumplieron las tales garantías para la población de esos territorios.
Eso, hasta que un golpe de Estado terminó hace menos de una década con un gobierno ucraniano elegido democráticamente, gobierno que fue reemplazado por autoridades ilegítimas, de ultraderecha, respaldadas por mercenarios y milicias neonazis que fueron resistidos desde las zonas del este, pobladas casi íntegramente por rusos, descendientes de rusos y rusoparlantes.
Desde ese momento hay un ataque sistemático y desigual desde el gobierno de Ucrania dirigido desde su capital Kiev contra las llamadas Repúblicas de Donetsk y Lugansk, las Repúblicas Populares del Donbás, territorios que se independizaron y que tienen una fuerte dependencia de Rusia.
Ahí, en esa zona a punto de explotar, donde hay una matanza selectiva sobre la población, está lo que Rusia llama la “línea roja”, la que marca el límite del que no deben pasar las pretensiones expansionistas de la OTAN que ya ha cercado de bases militares a RUSIA y pretende también hacerlo con las fronteras de China.
Para que se entienda bien
La OTAN en su estrategia expansiva ha llevado sus instalaciones militares a las puertas de Rusia en oleadas sucesivas que incluyen la instalación de bases de misiles y armas más convencionales entre otros países en Turquía, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia y Hungría.
EEUU y la OTAN han inventado un enemigo. Me parece tan obvio que no creo que necesite demasiada fundamentación.
Europa occidental y Rusia son como de la familia, aunque siempre bastante desavenidos.
Los Rusos son blancos, cristianos y europeos. Son vecinos, se necesitan, disputan y se temen. Gran Bretaña es como un pariente más lejano y hostil, más cerca de Estados Unidos que de sus hermanos europeos.
Los europeos, han aceptado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial -Alemania e Italia vencidas y Europa destrozada- el padrinazgo de Estados Unidos, que viene a ser como un familiar disfuncional, con pretensiones de gran potencia, con intereses propios, con vocación expansiva imperial, fuera del alcance de las armas convencionales, lejos de los misiles rusos y con una estructura que necesita de su industria militar para sostener su economía. Con el palo y la zanahoria ha procurado mantener su alianza con los países de Europa occidental y ha incorporado a la alianza militar a muchos de la ex Unión Soviética.
Hay algunos insumos, digamos que recientes, que ayudan a comprender lo que está pasando.
– China es un invitado en la fiesta que mira de reojo. Con su inmenso territorio, su población, su fortaleza económica y su creciente poder militar, disputa la hegemonía y los mercados globales a Estados Unidos, que se consideraba hasta hace unos años la potencia hegemónica mundial.
No obstante, no se puede menospreciar la existencia reciente de una alianza estratégica con Rusia y sus declaraciones fuertemente críticas a la expansión de la OTAN y la presencia creciente de Estados Unidos en Extremo Oriente y sobre todo sus incursiones navales en el Mar de la China. Es curioso, sin embargo, que China mantenga cautela. No llamaría la atención que China busque ubicarse como un posible interlocutor para todas las potencias involucradas. Tal vez, así se entenderían sus reiterados reclamos de volver a las instancias diplomáticas y su tímido apoyo a Rusia.
– Estados Unidos tiene por primera vez en muchos años una gran inestabilidad política que ha llevado a que algunos académicos y analistas hayan expresado que no podría descartarse inclusive una nueva guerra civil. A esto se suma también una demanda creciente de la industria militar que hace ya unos cuantos años que no tiene una guerra en curso y necesita mercado en donde colocar nuevas armas cada vez más sofisticadas y reponer el armamento obsoleto.
La industria militar y la industria petrolera son vitales para la estabilidad económica y para las familias de los últimos presidentes norteamericanos, casi todos con intereses en la industria del petróleo y las mismas poseen un lobby poderoso capaz de influir fuertemente en los congresistas de ambos partidos.
No hay que olvidar, además, que en las próximas elecciones norteamericanas Biden va a recibir probablemente una gran paliza y no es la primera vez que se inventa un conflicto internacional para conquistar votantes muy primitivos con una dialéctica patriotera y nacionalista que ha dado electoralmente muy buenos resultados muchas veces.
– Rusia no puede ni va a tolerar la amenaza de la OTAN cada vez más cerca de sus fronteras y estará dispuesta a usar hasta el último recurso a su alcance porque siente que está cada vez más en riesgo la integridad de su territorio y la seguridad de su población.
La Guerra Fría ya terminó y ya no hay Unión Soviética ni el comunismo constituye un riesgo militar, nada justifica haber mantenido la proliferación de armas, ni las bases militares amenazantes ni la carrera armamentista. La expansión de la industria militar solo se justifica por el apetito insaciable del aparato industrial militar norteamericano que hoy aparece dispuesto a dinamitar Europa para garantizar su acumulación. Es evidente que Putin a muchos no les resulta un líder simpático y sus detractores destacan que se autodibuja un papel de emperador, un gobernante autocrático y cruel a la usanza euroriental. Una especie de Iván el Terrible moderno. No se puede ocultar su talento y el de su ministro de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, pero sus jugadas son cada vez más arriesgadas ante un adversario que a veces parece un poco torpe, pero que domina todos los recursos de la guerra, el sistema financiero internacional y los medios de comunicación a nivel global.
– Europa necesita la paz y además necesita del petróleo, el gas y el trigo ruso y también procura reconquistar algo de su soberanía y sobre todo reducir su subordinación militar a Estados Unidos. Emmanuel Macron y el Canciller alemán Olaf Sholtz también juegan esta partida. Muy subordinados, pero cada vez más distantes de los intereses particulares de Estados Unidos, los europeos, incluyendo la socialdemocracia, terminarán siendo una pieza aliada de la potencia hegemónica como lo fue en Irak y Afganistán.
En verdad creo que Europa occidental hoy necesita más de Rusia que de Estados Unidos. Para los europeos y para Rusia la guerra es solo pérdida mientras para los Estados Unidos es ganancia.
Obligado cualquiera pelea
Hoy la guerra es inteligencia, información, estrategia, tecnología, paciencia, voluntad, audacia y tenacidad.
Es muy difícil ponerse en la cabeza de estadistas de ese nivel y asesores cuya genialidad es indiscutible.
Si me hubieran peguntado ayer, hubiera creído que era difícil que la guerra estallara, pero cuando nadie puede dar un paso atrás, el peligro se vuelve inminente.
Me parece que todos son conscientes de que la guerra es lo peor y que en su lógica puede culminar en exterminio. Rusia pretende la neutralidad y la desmilitarización de Ucrania y creo que Alemania y Francia la hubieran aceptado. Fue EEUU el que se negó a negociar y sus razones tiene.
Los únicos que se benefician -con una mirada muy corta- de esta situación son Estados Unidos y los halcones demócratas que rodean a Biden.
Mientras todos alardean, EEUU vende armas y se ofrece para sustituir los combustibles rusos a altos precios, precios que tendrán que pagar los países europeos occidentales.
Mientras las bolsas de nailon no sean soldados norteamericanos y mientras se trate de una guerra lejos de su territorio con mucha destrucción, pero con pocos norteamericanos muertos, la opinión pública de Estados Unidos acompañará al más presuntuoso.
Ojalá que haya suficiente masa crítica para dejar a un lado a las fuerzas más belicistas aunque nunca hay que descartar la imprudencia de quien tiene a su mano el botón rojo.
El enemigo de la paz no es el comunismo, ni Rusia ni China. El enemigo es la pobreza, la desigualdad, el colonialismo y el subdesarrollo.
La paz, esa ilusión que se conquista todos los días, está nuevamente en peligro. Para que la paz sea estable habría que cambiar muchas cosas, sobre todo esa cultura de la acumulación y del consumo que se construye sobre las estructuras de poder del armamentismo y el mercado.