Se emitieron además tres comunicados por parte de FEPALC- FIP respecto a distintas situaciones allí en Perú, pero en Haití en muchos casos han tenido que abandonar el país para huir del terror creado principalmente en la capital por grupos armados criminales. Los periodistas no pueden acceder a las zonas controladas por los grupos armados. Por otro lado, hay asociación de algunos periodistas con los grupos criminales, lo cual es motivo de preocupación de la profesión.
En el caso de Panamá, también se emite un comunicado allí, dirigido al presidente de la República, José Raúl Mulino, por los despidos masivos que se realizaron en su administración, 15 mil empleados públicos; y dentro de esos 15 mil empleados públicos, gente que trabaja justamente en la profesión periodística.
Hay situaciones en Costa Rica, por ejemplo, donde a los periodistas, cuando hay alguna conferencia de prensa, se los recibe, se les permite hacer las consultas y luego tienen que abandonar el recinto y se responde en ausencia de los periodistas. O sea, no tienen posibilidades de repreguntar o decir “eso no fue lo que yo quise plantear”. Situaciones que uno se sorprende por lo exagerado del agravio que recibe la profesión.
Más allá de las denuncias que se reciben en FEPALC, ¿hay algunos mecanismos constitucionales en cada país para presentar recursos por estas situaciones?
Sí, pocos y pobres, te diría, porque cuando hay mecanismos son complejos de acceder y por lo general no se obtienen buenos resultados. Hay un cierto paralelismo con lo que nos está pasando aquí en Uruguay. Y es, por ejemplo, los pedidos de acceso a la información pública que no se responden o se responden tarde y mal, y allí queda el tema en una nebulosa. Bueno, esto yo te diría que en otros países es incluso a escala más compleja todavía, más preocupante.
¿A nivel de la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha habido alguna iniciativa de presentar denuncias por alguna de estas situaciones?
Sí, hay algunas iniciativas pero no se han concretado. Es uno de los temas que se conversó allí, tal vez un poco informalmente en esta reunión, pero sí hay intenciones de hacerlo. Claro, eso también requiere de un trabajo previo, porque no es simplemente enviar una nota, hay que juntar los antecedentes, documentarlos debidamente, eso lleva su tiempo y hay que hacerlo con responsabilidad.
¿Qué es lo que se viene denunciando de la situación de los trabajadores de la prensa concretamente en Palestina?
Bueno, otro de los comunicados que se emite aquí, justamente, es la preocupación con respecto a la situación en Palestina. La FEPALC en esta asamblea emite un comunicado rechazando el asesinato de periodistas en Palestina por parte del Ejército israelí que se extendió al Líbano. En todo este tiempo, solidarizándonos con el sindicato de periodistas de Palestina, han muerto más de 33 mil palestinos, entre ellos al menos 147 periodistas y trabajadores de los medios, lo que supone una alta tasa de mortalidad dramáticamente superior a la de cualquier otro profesional. Además, hay ataques deliberados a periodistas y trabajadores de los medios; algunos son objeto de preparación de un expediente de denuncia ante la Corte Penal Internacional. Y bueno, tratando de, de alguna manera, poner el tema en el tapete, es decir, en una situación de guerra sabemos que los periodistas y las periodistas están expresamente expuestos.
¿Cómo viene el proceso de la Mesa de Seguridad de Periodistas en Uruguay?
Con el apoyo de la vicepresidenta de la República y presidenta de la Asamblea General, la escribana Beatriz Argimón, UNESCO, la Facultad de Información y Comunicación y figuras del ámbito político, embajadores que estuvieron allí, se inició este proceso de conformación porque hubieron algunos hechos de agresiones a periodistas en los últimos tiempos y no podemos permitir que eso pase y mucho menos que vaya creciendo. Y eso es lo que nos mueve a la instalación de esta Mesa de Seguridad que fue apenas un germen, fue plantar una semillita para tratar de generar una instancia multilateral donde participen distintos sectores de la sociedad, desde, por supuesto, la Asociación de la Prensa, pero también el Parlamento, el Ministerio del Interior, la Facultad de Comunicación, en fin, son bienvenidos todos los aportes en tanto sea algo que se constituya realmente para trabajar en ese sentido. No pretendemos que sea un sello puesto en una hoja donde se constituye una mesa y luego no funciona. La idea es justamente dotarla de contenido y de mecanismos para que funcione, para que actúe y no tengamos que vivir estas situaciones. Y si hay que vivirlas, que sean rápidamente desbaratadas, como corresponde.
Esas mesas, qué rol cumplirían?
Cumplirían justamente el rol de controlar qué es lo que está pasando, recibir denuncias de casos concretos y actuar en consecuencia. Bueno, será el caso a caso, porque no todos los casos van a ser lo mismo. Sabemos además que si esas cosas pasan en la capital o en el área metropolitana, hay lugares del interior donde los colegas en distintos departamentos, localidades, hacen llegar preocupaciones y que menos tienen aún a dónde recurrir para tratar de canalizar.
Los últimos informes de CAinfo venían hablando de un deterioro de la situación de la libertad de expresión en Uruguay. ¿Cuál es la valoración que usted hace?
Eso es así. Realmente CAinfo maneja cifras y datos muy concretos. De alguna manera lo que hace es llevar a cifras lo que uno percibe en el día a día, que hay un deterioro, que incluso desde el Poder Judicial, desde algunos fiscales y desde figuras políticas importantes se minimiza la tarea del periodismo, se la ridiculiza a veces y se la deja en un lugar de muy poca valoración.
Yo no soy un cultor de que el periodismo, la comunicación es el cuarto poder. Creo que no va por ahí. No es generar un poder en la sociedad, pero sí generar un respeto a la profesión, al trabajo, porque en definitiva, cuando se vulnera el trabajo periodístico se está vulnerando también a la ciudadanía. A los receptores de esa comunicación no se les permite que les llegue una información de calidad. Y en eso sí me parece que no deberíamos ser condescendientes.
Más allá de las políticas públicas, hay cierta percepción en la sociedad de que el periodismo está dejando de tener sentido por el impacto de las redes, porque en el caso de Uruguay hay 3 millones de periodistas, como se habla de que hay 3 millones de directores técnicos.
Yo pienso que hay herramientas nuevas o relativamente nuevas en la comunicación. Tú mencionas las redes, también está la inteligencia artificial, obviamente que van cambiando la forma de trabajo, la forma de comunicarnos, la forma de estar informados. No creo por eso que la profesión de periodista tenga que estar en cuestión. Me parece que son cosas diferentes, como lo fue históricamente. El periodismo cumplía un rol y las comunicaciones eran de pronto mucho más amplias que simplemente el periodismo.
Tal vez la profesión y mismo desde la Asociación de la Prensa tengamos que pensar más profundamente en eso, cómo readecuar la labor a los tiempos actuales y a las nuevas herramientas y qué es lo que pretendemos cuando llevamos adelante una tarea periodística. ¿A quién le queremos llegar?, cómo le queremos llegar?, cómo utilizamos esas herramientas? El valor de la ética tiene que seguir siendo un norte (un sur) para nuestro trabajo; partir de la base de que esto es así y no se modifica nunca es una buena decisión. Y en los tiempos que corren creo que es necesario estar permanentemente actualizado y preguntándose cuáles son los cambios y cómo nos adecuamos a ellos.