En relación a la ley de medios y el “blindaje mediático”, Mazzarovich dijo no conocer un caso en la historia de la humanidad “en el que una clase dominante le haya brindado a las clases subordinadas los elementos necesarios para que se liberen”. Por el contrario, “cuando generan un instrumento, lo hacen para seguir teniendo el poder, no para perderlo”.
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Mazzarovich nació con la misma mirada clara, tierna y comprometida que tiene hoy. No cambió nunca su forma de ver el mundo y la vida. Fue niño rodeado de asuntos de grandes, porque así de complejos e intensos eran los años sesenta y setenta. Gabriel correteaba con otros niños de su cuadra casi todo el día, jugaba a la pelota entre veredas de baldosas rotas y casas cansadas, y cada vez que el sol lo permitía, allá iba en busca del mar corriendo hacia la playa Ramírez con montones de risas a los cuatro vientos.
Casi sin tiempo a parpadear, el país fue usurpado de manera obscena por civiles y militares que robaron y secuestraron personas, instituciones, casas y todo lo que pudieron. Robaron bebés y adultos, hombres, mujeres, madres, hijas, casas, sindicatos, libros, discos, fotos, ropa, radios, yerba y comida, todo en nombre de la patria y de la “orientalidad” de los cuarteles. De las historias ínfimas determinadas por el terrorismo de Estado, vaya a saber quién dispuso que algunos funcionarios tendrían que seguir -durante mucho tiempo- a Gabriel a donde fuera. El niño era todo un sospechoso. Lo siguieron a la escuela primero, de manera sigilosa, cuando Gabriel iba con su portafolio y moña a aprender las tablas, manualidades, compañerismo, un poco de geografía y mucha historia. Después lo siguieron al liceo. También a casas de amigos. Y luego hasta una cancha de bochas a la que iba pacientemente a leer mucho y también a esperar que algún vecino se arrimara a susurrar algún mensaje para su papá preso en la Cárcel de Libertad.
En las cárceles de la dictadura las y los niños fueron víctimas de distintos tipos de tortura psicológica. Gabriel -por ejemplo- le tuvo que contar a su papá que habían muerto la abuela y el abuelo. Demasiado para un niño. Las visitas a la cárcel marcaron para siempre. Eso no prescribe. A Gabriel -el de la mirada clara, tierna y comprometida- la vida después le pasó volando. Y así fue que -por fin- vinieron los abrazos amorosos con la familia acá y en todas partes, con los liberados, con los que se reencontraban, más flacos y más rotos pero enteros. Y luego los viajes, la militancia, las otras responsabilidades, la reconstrucción de las heridas, sanar, aquellas charlas «interminables, intensas y cálidas» con Raúl Castro en Cuba; las recorridas por el Cuartel de Moncada, las mil historias de madrugadas con la historia viva de la revolución cubana y, al mismo tiempo, echar raíces acá en la tierra de la militancia barrial y sindical con olor a fábrica de cuero, con otros referentes también constructores de su tiempo.
Como delegado en la Mesa Representativa conoció a José D’Elía, “una de las personalidades más grandes de la historia del movimiento popular”, y también pudo mantener diálogos preciosos con el ingeniero José Luis Massera, Rodney Arismendi, Reinaldo Gargano, Tabaré Vázquez y José Mujica.
Aprendió formalmente periodismo en la UTU, pero se enamoró del oficio en las viejas redacciones repletas de periodistas, escritores, poetas, intelectuales, bohemios y fumadores. Fue editor y secretario de redacción de periódicos y publicaciones; actualmente dirige el histórico semanario El Popular y participa en el prestigioso espacio radial “La tertulia”, que conduce el periodista Emiliano Cotelo. Se ha consolidado como una voz referencial de la izquierda uruguaya del siglo XXI, pluma meticulosa y sutil que plasma ideas en textos, discursos, informes y análisis, sobre diversos ejes temáticos del pensamiento de izquierda.
Padre de Nicolás (30), hermano de Daniel y Santiago, hijo de Delia y Jorge, Gabriel Mazzarovich vive, piensa y actúa como comunista. Y anda por la vida con la misma mirada clara, tierna y comprometida con la que nació.
¿Se cayó el relato del gobierno y la realidad superó la ficción?
Primero creo que hay una buena definición del Pit-Cnt el 1º de mayo, cuando planteó que terminó la crisis sanitaria, pero la crisis social y económica no, esas se mantienen. Es indudable que hay una cierta incidencia de esta crisis que está relacionada a los efectos de la pandemia. Sería de necio negarlo y eso ni la izquierda, ni el movimiento popular, lo han negado.
Hay otra parte de la crisis que se debe claramente a la aplicación dogmática y fanática de un ajuste neoliberal en medio de la pandemia, que fue lo que ocurrió. No solo es la LUC, sino los recortes presupuestales, el festejo del ahorro acá mientras el mundo entero expande el gasto para tratar de ayudar a los que más necesitan. Esos países que lo hacen no tienen nada que ver con el socialismo ni con nada que se le parezca. Hablamos de EEUU, Australia, Nueva Zelanda, Finlandia, Suecia, Bélgica, Suiza, todas naciones insospechadas de ser socialistas. Europa toda aumenta sus apoyos y parte de la recuperación económica europea y de EEUU se explican a partir de los enormes esfuerzos que han hecho con transferencias directas para la población. Aun así, en el mundo entero la pobreza aumentó. Hay que leer el informe de la desigualdad global del World Inequality Database, que es el laboratorio de análisis de la desigualdad que dirige Thomas Piketty, uno de los economistas actuales de mayor peso y que tiene en su equipo trabajando a un tremendo economista uruguayo joven, Mauricio De Rosa. Piketty ha escrito varios libros sobre la desigualdad y lo ha planteado como un tema central en el desarrollo del mundo. Descubrió lo que todos sabemos: que se habla muchísimo de la pobreza y nada de la riqueza. A los pobres les investigamos hasta el hueso, el análisis de sangre para ver qué hacen con los miserables aportes que les da la sociedad. Y a los ricos que ya no cuentan la plata que tiene, sino que la pesan, no se los investiga, ni se les estudia, ni se les pregunta nada.
Eso no es responsabilidad de este gobierno.
No exclusivamente, pero es parte del poder y su efecto sobre las ciencias sociales. En las estadísticas oficiales no se sigue el desarrollo de la riqueza, se habla del PIB y está bárbaro. Acá podemos tener mil millones de dólares, si a vos te tocan 990 millones de dólares y a mí me tocan 10, el promedio va a decir que nosotros tenemos 500 millones cada uno. En materia de riqueza, el 50% más pobre de humanidad captura el 2% de riqueza y el 10% más rico posee el 76% de la riqueza. Thomas Piketty dice que el grado de desigualdad que hay en Europa hoy es peor que cuando se provocó la Revolución francesa. Ese es el sistema que nos muestra este gobierno como modelo, el sistema de los malla oro, así está establecido en el mundo y es el sistema que defiende aquí la coalición de derecha.
¿El modelo genera mayor desigualdad deliberadamente?
En Uruguay no a todos les fue mal. Acá hay gente que le fue muy bien y hay sectores de la población que ya están en niveles prepandemia y lo superaron. Por ejemplo, las exportaciones este año van a pasar los 12.000 millones de dólares. Nunca Uruguay exportó tanto. Las cuentas bancarias en general aumentaron en un promedio de 9.000 millones de dólares y más del 70% de ese incremento fue en las cuentas de más de 100.00 dólares. Los depósitos bancarios en el exterior alcanzaron la cifra récord de 10.000 millones de dólares y eso mientras los salarios y las jubilaciones caían un 4%, la pobreza aumentaba en 100.000 personas. Dicen que algunos se recuperaron, es verdad, pero hay 60.000 que permanecieron en la pobreza. Uruguay es mucho más desigual que antes, a lo que se tiene que agregar una política criminal de aumento de tarifas públicas. El caso más dramático es el de los combustibles, que han aumentado por arriba de la inflación, por arriba de los salarios, por arriba de los costos que se supone que ellos tenían que calcular, por arriba de todo; el aumento de los alimentos, de los alquileres, todo aumentó, menos los salarios y las jubilaciones. Entonces, y respondiendo la pregunta, efectivamente, tenemos un Uruguay con este grado de desigualdad fruto de la decisión política del gobierno de que sea así. Y además públicamente defiende solamente a los malla oro, a los que les está yendo extraordinariamente bien.
Tenemos un gobierno que defiende la flexibilidad laboral y es un dato de la realidad que los pocos nuevos puestos de trabajo que se crean, se generan en condiciones de absoluta precariedad. Obvio que es mejor que tengan eso que nada. Pero con estos puestos precarios y los ingresos tan menguados que reciben, no salen de la pobreza.
¿Qué habría sido de esos miles de nuevos pobres sin el tejido social que desplegó su solidaridad?
La respuesta del movimiento popular en la pandemia fue tremenda. En medio de una ofensiva mediática y discursiva del gobierno, la respuesta popular ha sido formidable. Creo que la principal victoria en este periodo del movimiento popular fue la obtención de las 800.000 firmas por el nivel de unidad, de organización y diálogo con el pueblo que se construyó. A pesar de la derrota en el referéndum, ha quedado demostrado que el movimiento popular es capaz de disputarle la iniciativa política a los sectores del poder, aun no teniendo el gobierno nacional. Y eso no es un detalle menor, no pasa en cualquier país del mundo eso. Y eso se ha ido comprobando en las urnas, más allá de la popularidad de la que hablan las encuestas del superpopular Lacalle Pou que surfea, que es simpático y al que le crece el pelo. Todo fantástico. Pero en las urnas no queda plasmada esa popularidad que transmiten las encuestas.
¿Cómo crees que sale parado el movimiento sindical en este contexto, a partir del referéndum?
Lacalle Pou y la coalición de derecha vendieron la idea de que la izquierda y el movimiento popular estaban destruidos. Que ganaron ellos y que la restauración conservadora había llegado para quedarse. Y las firmas le demostraron que no, la votación del referéndum le demostró que no, pero también el reciente 1º de mayo -que fue el más grande de los últimos años- demostró que no. El último 20 de mayo lo demostró también, mientras el gobierno de derecha hablaba del mes del soldado. Me parece que hay demostraciones diarias, cotidianas en la calle, de la potencia del movimiento popular. Creo que tenemos dos o tres cosas fundamentales a hacer. Primero hay que fortalecer los lazos dentro del bloque histórico, político y social de los cambios. El referéndum y las firmas y una actitud muy madura del movimiento popular en sus segmentos políticos y sociales, respetando su independencia. El presidente actual del FA tiene eso absolutamente claro, por venir de donde viene. También el FA tiene que ser independiente del movimiento social. Es dialéctica la cosa, no es para un lado solo. Respetando eso, tiene que haber unidad. Y estoy convencido de que hoy tenemos un movimiento popular más fuerte que cuando empezamos a juntar las firmas. Por tanto, creo que claramente fue un acierto dar una respuesta de lucha, más allá del resultado, y la derrota habría sido no luchar.
El movimiento sindical apunta a un congreso del pueblo -o como se llame- para seguir fortaleciendo un proceso de construcción de la unidad y discutir allí distintos ejes temáticos.
Creo que hace muy bien el Pit-Cnt en ir hacia allí, algo que recordemos lo resolvió su último congreso. Si bien, el movimiento sindical deberá resolver las particularidades, me atrevo a señalar que hay un par de elementos que son fundamentales: que tenga la máxima amplitud de miradas y que sea una convocatoria en clave nacional y no montevideana. Hay que juntar más gente que la que recolectó firmas. Por ejemplo, la Onajpu no pudo adherir a la campaña de recolección de firmas y nadie piensa un congreso del pueblo sin la Onajpu. Eso para poner un ejemplo.
En la campaña también existieron “ruidos” o desencuentros con los feminismos.
Sí, existieron, me parece que por errores en torno al tema de la convocatoria del 8 de marzo y algunas cosas. Pero también hubo ruidos con otros sectores del movimiento popular, inclusive en la discusión si se tenía que ir contra toda la LUC o algunos artículos. Hay ruidos lógicos de prioridades, de metodología, de inserción. Está claro que hay que poner la pata rural. En el paro del 15 de setiembre del año pasado hubo una participación de colonos y trabajadores rurales muy importante que marcó aquella medida. Y habrá que trabajar para que estén las cooperativas agrarias federadas y distintos sectores del campo. Y, como te decía, creo que tenemos una izquierda y un movimiento popular que cada vez adquiere características nacionales más importantes, especialmente en las movilizaciones. El 1º de mayo fue en todo el país, con decenas de actos; el 20 de mayo se realizaron marchas en 60 localidades, pero aún tenemos un movimiento popular muy urbano, en su manera de plantarse ante la sociedad. Necesitamos abrir eso claramente. Ese proceso de respuesta de largo plazo que será el congreso del pueblo también deberá incluir ciertas respuestas a las situaciones inmediatas que no esperan. Tenemos gente con hambre, una dramática caída salarial, tenemos situaciones muy difíciles, hay que defender la educación pública, la seguridad social y eso no puede esperar a mediano y largo plazo.
¿Hay un ensañamiento contra los sindicatos de la enseñanza?
Pocas cosas han sido más demonizadas en Uruguay que los sindicatos de la enseñanza. Cualquier cosa les han dicho, de todo tipo y color. Ahora barren en la LUC todas las participaciones en los consejos de rama, el único que queda es el Codicen, que es un invento de la ley de educación de Sanguinetti de 1972. Sin embargo, en las elecciones las listas de la derecha perdieron por paliza. Triunfaron las listas sindicales. No podemos olvidar que eso sucedió, porque siguen hablando como si nunca hubiera sucedido.
Entonces, ¿hay una crisis de relato del gobierno?
En realidad, hay una crisis material que evidencia el fracaso de la política económica, la política de seguridad del gobierno que es un desastre; las políticas del gobierno han provocado más desigualdad, más pobreza y más hambre. No es solamente un problema de relato. Si así fuera, contrataríamos a unos cuantos escritores y haríamos la revolución contando cuentos. Podés hacer mucho relato y vender muchos espejitos de colores en las redes sociales, pero la realidad termina por manifestarse.
¿No hay una parte del partido que se está jugando también ahí?
Siempre hay una parte del partido que se jugó en la ideología y en la disputa ideológica y política.
La izquierda cuestiona duramente el “blindaje mediático”, pero casi no habla de la ley de medios.
Yo no conozco en la historia de la humanidad una clase dominante que le haya brindado a las clases subordinadas los elementos para que se liberen de su dominación. No conozco. Los que tienen el poder no lo quieren soltar y cuando generan un instrumento, lo hacen para seguir teniendo el poder, no para perderlo. Eso es efectivamente así.
Por ejemplo, uno de los debates clarísimos que sigue planteado es que en abril de 2020 la coalición de derecha presentó dos leyes, casi el mismo día: la LUC y la ley de medios. La LUC la aprobaron, la ley de medios todavía no han podido. Hay una batalla campal que además se libra lamentablemente al margen de la gente. Y eso es terrible. Claramente, los medios de comunicación -y en eso incluyo las redes sociales e internet- tienen una importancia clave como factores de poder en un doble sentido. El primero tiene que ver con esa capacidad de generar sentido común, de reproducir poder, de mecanismo de subjetivación del poder y de construcción de ideología dominante, que es de lo que más hablamos. De lo que no hablamos tanto es que también tiene importancia sustantiva en la base material de la sociedad. Hoy las telecomunicaciones son el rubro económico de mayor desarrollo y de mayor proyección de desarrollo en la economía real. El ingeniero [Gabriel] Gurméndez que tuvo que exponer algunas cifras -a regañadientes- en la Comisión de Industria, cuando se discutió la ley de medios, reconoció que en materia de transmisión de datos que maneja Antel por año, y que se pretende abrirle a los privados, hablamos de 400 millones de dólares. Es mucha plata. Entonces, no hablamos solamente de discursos -porque corremos el riesgo de creer que esto es un debate de sabios y filósofos griegos-, no, esto es de billetera. Y tenemos que democratizar los medios de comunicación. En América Latina, 97% de las búsquedas es por Google. Nunca jamás ni Atila, ni el Imperio romano, ni el imperialismo norteamericano, nadie tuvo tanto poder sobre tanta gente. Una sola empresa privada domina nuestras búsquedas, controla las del 97% de los habitantes de América Latina que tiene internet. Es muy fuerte y deberíamos comprender este contexto para pensar los caminos a transitar.
En Uruguay, los medios de producción los tienen ellos, el capital financiero lo tienen ellos, la propiedad de la tierra la tienen ellos -siempre la tuvieron- la propiedad de los medios de comunicación también la tienen ellos y siempre la tuvieron, no logramos ni hacerles cosquillas. ¿Cuál es el único espacio de poder que tiene el movimiento popular? Su propia capacidad de organización y de incidencia en la sociedad, que es lo que la derecha no puede dominar nunca, es lo que genera la disputa. Y en este sentido, creo que hizo muy bien el Pit-Cnt en colocar a través del discurso de Marcelo Abdala, el 1º de mayo, el tema de la desigualdad. Por primera vez en las encuestas, aparece el tema de la economía como una preocupación prioritaria.
La realidad y no los cuentos o el relato.
Pero especialmente la economía y los precios en particular. Hubo un momento que fueron el trabajo y el salario. Ahora son los precios, lo caro que está todo para poder comer. Si tenés una política de gobierno que recorta las libertades y que además aumenta la desigualdad, tenés menos democracia. Y Uruguay es menos democrático que antes. Eso es un dato de la realidad. ¿Cuánta desigualdad aguanta la democracia sin frustrarse como proyecto? ¿Hasta cuándo puede haber gente que tenga 10.000 millones de dólares en el exterior y haya gente comiendo en las ollas populares y que además te quieran decir en el discurso que lo que comen en la olla populares es culpa de ellos porque no son emprendedores, no son valientes y no se arriesgan?
O que hay que vigilarlos porque comen mucho.
Eso fue espantoso y ya lo decían antes con el tema de las tarjetas del Mides. Además hay otro elemento interesante: ellos llegaron a derrumbar todo, porque todo era espantoso y todo había que renovarlo. Sin embargo, las medidas que anunció la ministra de Economía recientemente parecen tomadas de los planteos de la Intersocial y el FA, con una dificultad: son mucho menos que las que se necesitan. Estamos hablando que, en total, estas medidas que anunció [Azucena] Arbeleche tienen un costo de unos 50 millones de dólares, cuando las exportaciones son de 13.000 millones de dólares y los depósitos en el exterior de 10.000 millones. Y los ahorros fiscales de la pandemia fueron de 500 millones de dólares. Por eso las medidas, salvando el pequeño detalle de que llegan dos años tarde y que además son mucho menos de lo que se necesita, van en el sentido de lo que plantearon el FA y el Pit-Cnt para ayudar a los sectores más vulnerables. Y a eso hay que agregar que tienen que aumentar los salarios y las jubilaciones.
¿Qué pensás de los pronunciamientos sobre derechos humanos de este gobierno y particularmente los dichos del senador Gustavo Penadés en el Parlamento cuando dijo que la remera con la consigna “Todos somos familiares” no representaba a la bancada del Partido Nacional?
El 20 de mayo es tan imponente que no me gustaría reducirlo a Penadés. Pobre Penadés, creo que quedó solo y que no entendió nada. Está encerrado en la burbuja ideológica fanática en la cual ellos tienen razón y el resto del mundo no existe. Y así les fue. Creo que el 20 de mayo demuestra que se ha transformado en fecha patria, lo escribí en El Popular y lo defiendo porque creo que es así y que es algo que fue resuelto y definido así por el pueblo. No se discute, no se cambia. El 20 de mayo es una fecha patria. Y es un momento de construcción colectiva de memoria histórica formidable, que ha logrado un nivel de unidad y de consenso social enorme. Creo que el senador Penadés, preso de sus esquemas ideológicos, lamentablemente se pierde una de las fechas políticas ciudadanas más puras que ha construido el pueblo uruguayo. Le haría bien al senador salir a la calle y tomarse un ómnibus y vivir la realidad. La gente en la calle no muerde, en las veredas hay gente común, no está lleno de sediciosos, que salga y camine un poco y deje de vivir encerrado y con ojos en la nuca. Y lo lamento mucho porque creo que es un hombre inteligente y capaz, pero que está preso del pasado y es incapaz de mirar para adelante y no tiene idea de cómo va a ser el Uruguay del futuro. Él es parte del pasado que va a ser superado.