¿Cuál es su balance sobre estos años de gobierno de coalición y cómo observa la situación actual del país particularmente para los trabajadores?
-Un año electoral siempre es trascendental y de gran importancia para la sociedad y los pueblos. Además, es un período de alegría y de reafirmación de la democracia y las libertades. Tenemos la oportunidad, como ciudadanos, de ejercer nuestro derecho al voto y elegir un gobierno. Estos son aspectos significativos que nos llenan de satisfacción, especialmente para aquellos de nosotros que hemos vivido los años de la dictadura y también hemos experimentado el ejercicio de la libertad y la democracia. Hemos aprendido a valorar profundamente el significado de la democracia. Por lo tanto, este año representa un desafío y un momento de reflexión, pero también de celebración debido a la oportunidad de participar en las elecciones.
Estamos concluyendo un ciclo con ciertos objetivos que el Gobierno intentó cumplir, que incluye aspectos relacionados con el desarrollo y el crecimiento, pero con una orientación hacia ciertos sectores sociales privilegiados, a los que se ha denominado como los “malla oro”, con la idea que de ahí surgirían beneficios generales, el llamado derrame, y un Uruguay equilibrado para todos. Sin embargo, este enfoque ha enfrentado dificultades significativas. A pesar de que Uruguay ha experimentado mejoras en algunos indicadores, otros aspectos se han quedado rezagados. La brecha de desigualdad sigue siendo considerable. Por ejemplo, en cuanto a los salarios, seguimos estancados en los niveles de 2019, lo que significa que en cinco años no ha habido mejoras. Aunque el empleo ha mejorado, todavía persisten dificultades especialmente en lo que respecta al empleo de calidad, a los jóvenes y las mujeres, lo que indica que existen problemas estructurales. Es decir, este Gobierno presenta algunas mejoras pero ha tenido grandes carencias. Sin embargo, en muchas ocasiones las perspectivas electorales van más allá del simple balance; se trata de definir qué tipo de Uruguay queremos construir hacia el futuro. En cierto sentido, todos hemos estado realizando un balance a lo largo de este tiempo.
Usted destaca algunos aspectos positivos. Sin embargo, desde el Gobierno se afirma permanentemente que el movimiento sindical solo pone “palos en las ruedas”.
-Hemos expresado públicamente que reconocemos algunos aspectos positivos en el Gobierno. Por ejemplo, la contención de la inflación es un tema relevante, ya que de lo contrario afectaría significativamente el poder adquisitivo de los trabajadores. El manejo de situaciones complejas como la pandemia ha sido reconocido como positivo. Y también es positivo el crecimiento del empleo y de algunos sectores de la economía. Sin embargo, estos aspectos positivos están relacionados con los temas pendientes. Hemos experimentado procesos como la reforma de la seguridad social, que solo se carga sobre los hombros de los trabajadores, sin tener en cuenta a otros actores de la sociedad uruguaya. Además, hay dificultades profundas en la llamada reforma educativa y problemas serios relacionados con el aumento de la pobreza infantil. Hay una serie de desafíos que este Gobierno no ha podido abordar. ¿Significa todo eso que estamos poniendo “palos en la rueda”? No. El movimiento sindical, en algunos casos, reconoce los avances que se han producido, mientras que en otros señala las áreas que consideramos que necesitan ser abordadas. Uruguay enfrenta problemas estructurales, como la falta de inserción en las nuevas tecnologías y desafíos a mediano plazo que no se han abordado. La agenda de investigación sobre nuevas tecnologías, inserción productiva y desarrollo es limitada y la inversión en ciencia y tecnología es insuficiente.
Otros aspectos que el Gobierno se propuso, como la reducción del déficit fiscal, no se han logrado completamente y sigue siendo considerable. Otro dato positivo es la realización de numerosas obras de infraestructura, incluyendo mejoras en carreteras y puentes.
¿Eso derrama?
-Tiene un impacto parcial. Si hablamos con personas del sector de la construcción, veremos que lo que realmente tiene un mayor impacto es la construcción de viviendas, ya que genera más empleo. Por otro lado, la construcción vial tiene un impacto menor, ya que en la construcción de puentes y carreteras se emplea principalmente maquinaria pesada y menos mano de obra. Sin embargo, de todas formas, hay avances.
Por lo tanto, reconocemos como aspectos positivos: la recuperación del empleo, el control de la inflación y la inversión en infraestructura. También es importante señalar que, en cuanto a los salarios, ahora se ha alcanzado el nivel de 2019. Sin embargo, debemos tener en cuenta que durante los cuatro años hubo una pérdida millonaria en dólares en términos de salario real, y esta pérdida no será recuperada, incluso si los salarios se incrementan ahora, ya que se recuperan sólo en términos porcentuales. La expresión “poner palos en la rueda” suele utilizarse de manera coloquial y a menudo se emplea en contextos políticos o de campaña electoral. Es importante recordar que la crítica y el debate son elementos fundamentales de la democracia. Todo gobierno debe estar dispuesto a ser criticado y examinado por sus acciones y políticas, ya que esto contribuye al proceso democrático.
Este Gobierno no ha sido demasiado permeable a las críticas, ¿no?
-Un gobierno muy centralizado y personalista tiende a ser soberbio por naturaleza. Si las decisiones se toman de manera individual y todo se concentra en una sola persona, esta tiende a desarrollar, incluso de manera inconsciente, un sentido de soberbia y protagonismo. Este Gobierno ha sido altamente presidencialista, lo que ha alimentado el personalismo. La falta de reuniones del Consejo de Ministros y la ausencia de un funcionamiento colectivo indican que las decisiones principales son tomadas por una sola persona. Y este Gobierno ha escuchado poco. También es importante señalar que este Gobierno ha estado marcado por denuncias de corrupción y falta de transparencia. Todos recordamos eventos como el escándalo de los pasaportes falsos vinculado a Alejandro Astesiano, el otorgamiento de un pasaporte al narcotraficante Sebastián Marset, el considerable nivel de clientelismo en la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande, los casos de asignación irregular de viviendas por parte del Ministerio de Vivienda o la extensión de la concesión del puerto de Montevideo, y podríamos seguir con una larga lista.
De todos modos, todos esos escándalos que han tenido repercusión internacional con titulares de prensa asociados a hechos de corrupción no parecen haber afectado la imagen del presidente Lacalle Pou. ¿O sí?
-Habrá que verlo…
De hecho, la fiscal que investigó uno de estos casos ahora integra una lista del Partido Nacional y ese no parece ser un tema que haya sacudido demasiado ni la agenda mediática ni la política…
-Sí. De todas formas, tengo la impresión de que estos hechos sí tienen y tendrán un impacto, porque con el tiempo esta acumulación va formando una opinión. Puede que no haya un evento específico o un juicio en los tribunales, pero en la opinión pública sí se generará una percepción significativa. Aunque el presidente ha demostrado una notable habilidad para mitigar esta situación, y a pesar de que con esta política ha ganado el respeto y la consideración de un sector de la sociedad uruguaya que se ha beneficiado, como las grandes corporaciones, el gran capital, los llamados “malla oro” y el sector agrícola, hay otros sectores que percibe la situación de manera diferente, sintiendo como si el vaso estuviera “medio vacío”.
¿Cómo interpreta el hecho de que Uruguay siga recibiendo buenas notas de las calificadoras de riesgo?
-Las buenas notas son otorgadas por el sistema financiero mundial. ¿Son importantes estas calificaciones? Sí, en ciertos aspectos son significativas, aunque no puedo limitarme únicamente a ellas. ¿Por qué son importantes las calificaciones crediticias? Porque la calificación que nos otorgan estas agencias afecta el pago de intereses de la deuda externa. En otras palabras, si Uruguay recibe buenas calificaciones crediticias, los intereses que pagamos por nuestra deuda son menores. Por lo tanto, desde el punto de vista financiero es crucial mantener buenas calificaciones. Sin embargo, no debemos considerarlo como el único indicador de la situación de Uruguay. Aunque el país pueda obtener calificaciones crediticias excelentes, incluso las mejores en términos financieros, esto podría venir a un costo muy alto. Por ejemplo, si se continúa reduciendo el déficit fiscal, esto podría significar recortes en recursos destinados a la educación, vivienda, salud y programas para combatir la pobreza infantil.
Uruguay cuenta con otros indicadores importantes, como una democracia estable y partidos políticos bastante consolidados. Todavía podemos afirmar que estamos en una posición mejor que nuestros vecinos y muchos otros países del mundo. Sin embargo, esto no significa que debamos perder de vista el hecho de que gran parte de la sociedad funciona a través del individualismo y el consumismo, donde todo se valora en función de lo que uno posee. Este enfoque puede conducir a situaciones desesperantes y a la aparición de figuras como Jair Bolsonaro en Brasil. Creo que Uruguay aún conserva recursos que nos permiten estar un paso adelante en comparación con otros lugares. No obstante, no podemos dormirnos en los laureles, sino tenerlo en cuenta constantemente.
¿Usted cree que es posible lograr acuerdos sobre temas clave del país como educación, trabajo, vivienda, seguridad, pobreza infantil superando las disputas partidarias y la denominada grieta?
-Sí, porque, en el fondo, las elecciones sirven para renovar la esperanza. Por lo general, nadie vota basándose únicamente en el balance de lo pasado. En general, todos votamos cuando nos ofrecen una renovación de esperanza, cuando un partido político nos cautiva con un futuro mejor. Uruguay se encuentra en una situación en la que necesita renovar la esperanza y, si hay acuerdos amplios, avanzar en aspectos importantes. El país debe diversificar su matriz productiva si quiere avanzar hacia un Estado de bienestar más sólido. Esto implica definir complementariedades productivas en áreas que fomenten el desarrollo. Si Uruguay aspira a convertirse en un país desarrollado, debe invertir en educación, ciencia y tecnología. En el mediano plazo, el país debe abordar una serie de aspectos que requieren acuerdos.
El movimiento sindical está dispuesto a avanzar en esa dirección con un gobierno que esté comprometido con ese camino. Es decir, avanzar en acuerdos que fomenten el desarrollo productivo, la ciencia, la tecnología y la educación. Esta es una línea que tiene el potencial de cautivar, pero es una línea de mediano plazo. Sin embargo, también debemos abordar las urgencias y los problemas inmediatos, que no pueden esperar cuatro, cinco, ocho o diez años para ser resueltos. En estos aspectos, debería haber acuerdos entre la sociedad, el Gobierno y el movimiento sindical. Por ejemplo, se podría establecer un gran acuerdo para erradicar la pobreza infantil y acelerar el proceso de fortalecimiento del Sistema de Cuidados, para resolver los problemas más apremiantes de la sociedad en áreas como el cuidado de niños y ancianos, la educación y la vivienda.
Es necesario avanzar hacia una reforma de la seguridad social, por eso el Pit-Cnt está recolectando firmas para habilitar un plebiscito en el que la ciudadanía decida. También se deben mejorar el empleo, los salarios sumergidos, la productividad y diversificar la matriz productiva. Sin embargo, esto no se logra de la noche a la mañana; se requiere renovar las esperanzas mediante acuerdos a mediano y corto plazo. Si encontramos un gobierno dispuesto a sintonizar con estos objetivos, el movimiento sindical estará listo para colaborar. Existe la perspectiva de alcanzar acuerdos con un nuevo gobierno que comparta estas metas. El movimiento sindical está preparado y con suficiente madurez para ello. (Producción MC)