La situación, según explican, se agrava cuando la mamá no gestante se ve imposibilitada de otorgarle a su hijo o hija el beneficio del sistema de salud o solicitar las licencias laborales. “Hay una vulneración en cadena que termina afectando en varios aspectos. Al no figurar en el registro, no podemos ofrecerles nuestro prestador de salud ni tomarnos la licencia que nos corresponde. Otro problema es que cuando la mamá no gestante va a pedir su licencia, que es la denominada paternal, se enfrenta a una vulneración en cuanto a la nomenclatura de la licencia, ya que no es el padre. Y, por otro lado, algunos empleadores, para otorgar la licencia, piden la libreta de matrimonio que constate la inscripción del nacido o nacida. Además, hay muchas mutualistas que no están anotando a las dos mamás porque en el formulario no existe un casillero inclusivo donde colocar el nombre de la no gestante, lo le impide tramitar la licencia”.
Esta demora en el reconocimiento genera un impacto directo en las infancias, quienes no pueden disfrutar plenamente de los cuidados y derechos que corresponden a tener dos madres. El colectivo también resalta el impacto que este obstáculo tiene en las familias que deciden no casarse. “Lo importante es reivindicar el derecho a elegir si queremos casarnos o no”, subrayan, añadiendo que muchas madres se ven obligadas a optar por el matrimonio únicamente para evitar la complejidad del proceso.
Los argumentos para tal restricción no son claros y conviven distintas versiones según la oficina a la que se asista, contaron las integrantes del colectivo. “Observamos un vacío en relación a una respuesta estricta desde el punto de vista legal. Se nos dice que hay una reglamentación por la cual no podemos hacer el registro, pero no sabemos exactamente cuál es esa reglamentación. Lo que sí sabemos es que hay normativa de sobra, nacional e internacional, acorde a poder garantizar los derechos que están siendo vulnerados. Hay artículos de la Constitución que amparan el derecho a la identidad de los niños y niñas y que establecen que si una ley no está estrictamente reglamentada, se pueden usar otras de carácter similar. En el artículo 28 del Código de la Niñez y la Adolescencia también hay un artículo que nos ampara”.
Al vacío legal al que se enfrentan estas familias se suma la falta de políticas informativas claras. "Nos encontramos con que, en algunos casos, hay funcionarios que simplemente no saben qué hacer. Tenemos familias en el colectivo que, en la desesperación y angustia, han recorrido hasta diez registros en busca de uno que les permita inscribir", relatan desde el colectivo. Esta falta de coherencia en el sistema es una muestra más de la invisibilización de las realidades que no encajan en el modelo heteronormativo.
De acuerdo a las entrevistadas, esta normativa no es nueva, sino que se trata de una problemática que “nunca transitó un proceso de consulta ni se intentó reeducar”. Ante tal situación, el colectivo Dos Mamás inició un expediente en el Ministerio de Educación y Cultura, que es la institución que maneja la reglamentación para el registro, con el objetivo de acceder a algún documento formal que explique en qué artículo o reglamento se basan para negarles el registro. “Una vez que tengamos la explicación, podremos evaluar qué procedimientos seguir para revertir la situación”.
Actualmente, las familias a las que se les negó la inscripción -que de acuerdo a las voceras son todas las que se presentaron sin estar casadas- han tenido que optar por otros caminos, como el proceso de adopción, que es muy costoso y tiene demora, o pagar un abogado y presentar un recurso de amparo que posibilite el reconocimiento. “En el colectivo tenemos compañeras que hoy en día están atravesando angustias infinitas vinculadas con todo esto. En algunos casos, recurrieron al recurso de amparo que suelen resultar favorables para las madres”.
El nacimiento de Dos Mamás
El colectivo Dos Mamás surgió en septiembre del año pasado “a partir de la necesidad de encontrarnos con otras mamás que hayan conformado familias similares a las nuestras, para estar en contacto y visibilizar nuestras familias y mostrar que estamos construyendo otras formas de maternar”, expresaron las representantes.
Además de la cuestión del registro, la falta de representación y el reconocimiento social son otros de los desafíos que enfrentan. "Cuesta visibilizarnos, que nos vean como dos mamás, algo tan simple como eso. Esta situación se refleja en los comentarios que recibimos a diario: '¿Y el padre dónde está?’. Hay que aclarar, por ejemplo, que quien va a entrar a la sala de parto es la otra mamá y ponernos unas batas con el título ‘padre’, entre otras cosas”.
Avanzar en un cambio cultural es otro de los desafíos que tiene el colectivo, en el que ya están trabajando. “Nosotras no vemos visibilizadas nuestras familias en productos culturales, por ejemplo, la industria cultural no tiene películas o libros que nos representen. Es muy importante que nuestros hijos puedan ver en la cultura y en las instituciones educativas que existen otras familias como la suya, y que el día de mañana puedan decir que se juntan a jugar con un amigo que también tiene dos mamás". Con la intención de avanzar hacia este objetivo, crearon una biblioteca colaborativa de libros que representen familias diversas, ya que en nuestro país son escasas las referencias en la industria cultural que incluyen a dos madres.
En lo educativo también se trazaron ciertos horizontes, como plantear en centros educativos que se deje de celebrar el Día del Padre y el de la Madre para pasar a un día más de la familia, lo cual creen que está teniendo bastante aceptación, aunque “todavía falta”. “Cambiar algunas costumbres o tradiciones que llevan un montón de tiempo instaladas cuesta mucho. Nosotras lo planteamos desde este lugar, pero existen otros modelos de familia que también se salen de lo heteronormado, como una madre que vive sola o familias donde los abuelos o tías se encargan de la crianza o simplemente mujeres que quieren maternar solas. Las familias han cambiado un montón”.
A pesar de los desafíos, el colectivo Dos Mamás logró avances importantes, como la creación de una red de apoyo entre las familias. "Compartimos e intercambiamos experiencias e información, desde la búsqueda de inseminación hasta la crianza. Otra pata del colectivo es que estamos prestando oído, informando y asistiendo a otras familias como las nuestras, algo que en realidad tendría que hacer el Estado, y que lo estamos haciendo nosotras desde la sociedad civil", explican.
El colectivo espera que el actual expediente abierto en el Ministerio de Educación y Cultura, que aún no ha recibido una respuesta clara, pueda resolver este vacío legal antes de que el nuevo gobierno asuma el poder. Mientras tanto, continuarán su lucha para que, algún día, registrar a sus hijos e hijas con los apellidos de ambas madres sea un derecho accesible para todas. “Es paradójico que en un país en donde tenemos un índice de natalidad tan bajo, algunas madres estemos reclamando para poder registrar a nuestros hijos. Deberían estar dándonos las mayores garantías para que la inscripción no sea un impedimento que termina retrasando los procesos”.