En una columna de Infobae, y asumiendo nuevamente su rol de ideólogo de la derecha política uruguaya (gracias a la tontera de Pompita y el Guapo que le han dado vida a quien Lacalle padre atribuyó la autoría intelectual de “la embestida baguala” que puso el sello de “corruptos” a los blancos), acaba de lanzar una de sus “fake ideas” señalando que con la renuncia de Danilo Astori a su precandidatura se da “el adiós a la izquierda uruguaya moderada”.
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Nada más tramposo y más lejano de la realidad.
El ex presidente, inventor de mil patrañas y adoptando su vieja cara pachequista, afirma que “la renuncia de Danilo Astori a su candidatura presidencial marca un punto de inflexión en la historia del Frente Amplio”, y que “estamos ante un hecho mayor: se ha terminado el Frente Amplio «moderado», el que paraba «las locuras», el que era votado por mucha gente que, sin ser frentista, pensaba que era un modo de preservar al país de males mayores”. Ahora, según relata Sanguinetti, queda el Frente Amplio puro y duro. El del MPP, del Partido Comunista, del PIT CNT y un Partido Socialista que, sin la estructura de los anteriores, termina siendo arrastrado (…) Se me dirá, por supuesto, que esto es agitar fantasmas, porque no están proponiendo ninguna revolución y, luego de tres gobiernos, eso ha quedado claro”.
Al final, sólo al final, asoma algo de verdad.
Hasta el anciano emblema del antiguo régimen tiene que reconocer que el Frente Amplio no es “el cuco” que él y sus amigos de “agite derechoso” pretenden. El mismo reconoce, esta vez, que el sentido común creerá que está otra vez agitando fantasmas como cuando decía que si gana el Frente Amplio se llevaría a los niños uruguayos a vivir a Rusia.
Para empezar, el Frente Amplio llegó al gobierno siempre en elecciones irreprochables, no como las tuteladas por los militares de noviembre de 1984, con partidos mutilados, candidatos proscriptos, y miles de presos políticos, además de la ayuda que la dictadura brindó al caballo sanguinetista y colorado, que montaba literalmente el comisario.
El Frente Amplio tuvo desde su origen un ideario, plural, laico y democrático, no estuvo ni cerca de ningún golpista ni se sentó en la mesa del dictador, no apoyó ni compartió tiendas con el golpe de Estado, sino que sus integrantes y simpatizantes fuimos sus víctimas.
Y ni qué hablar de los crímenes, las torturas, los asesinatos, el robo de niños y las desapariciones forzadas, los secuestros y los escuadrones de la muerte, cuya idea nació de colorados. Ni de recibir informes directamente de los militares sobre asesinatos y torturas en el gabinete del “presidente constitucional” Juan María Bordaberry, como también publicó “Búsqueda”, citando su último libro autobiográfico.
A lo largo de tres gobiernos, el Frente Amplio ha quedado como lo que es, la fuerza política más democrática que gobernó el país desde por lo menos 1967.
Nunca se reprimió a nadie, ni un solo palo se levantó contra una movilización social, en quince años no se disparó jamás una bala contra un estudiante ni un trabajador, ni en trece años, ningún presidente frentista de jactó jamás de “no haber perdido una huelga”.
Nunca hubo tanta libertad de prensa, y bien que la aprovecha la derecha contra la Izquierda para cubrirla de insultos y fake news de la mañana a la noche. Nunca un editor de un diario o un canal de televisión tuvo que responder a una llamada del gobierno para que diera u ocultara una noticia o una información, nunca un periodista se sintió perseguido ni censurado desde el gobierno.
Y los tres gobiernos frentistas han logrado 14 años de crecimiento ininterrumpido de la economía, con medidas de inclusión social que obtienen para Uruguay los mejores indicadores sociales de América Latina, además de las medidas en materia de salud que han hecho que la OPS declare al doctor Tabaré Vázquez, en Nueva York, “héroe de la salud mundial”. En un mismo mes, los tres líderes históricos del Frente Amplio que aún están con vida, acaban de recibir significativos premios de la comunidad democrática o de organismos de enorme prestigio internacional. Mujica es aplaudido y homenajeado en el mundo entero y es mencionado desde Japón a la Tierra del Fuego como el político más honesto del mundo, Tabaré es un héroe de la salud mundial y Danilo, el mejor Ministro de Finanzas de Latinoamérica.
En los gobiernos de Sanguinetti pasó todo lo contrario: hubo recesión, aumentaron la desigualdad y la pobreza. En el primero de los fascículos que festejan sus cien años de vida, “El País” publicó un artículo donde el ex presidente Luis Alberto Lacalle Herrera señaló que el gobierno le había llegado con 7% de déficit fiscal y 129% de inflación.
El segundo gobierno de Julio Sanguinetti fue todavía peor: acumuló tensiones de todo tipo que le pasó en bandeja, deliberadamente, a Jorge Batlle para que le reventara la Crisis del 2002 en la cara. Al fin y al cabo, ya le “había arrancado el brazo derecho” en 1989, cuando prefirió que ganara Luis Alberto Lacalle Herrera, para poder volver al gobierno en 1995. En los gobiernos blancos y colorados que sucedieron a la dictadura ni un solo golpista, ni civil ni militar, fue investigado ni procesado, no se excavó un foso ni se investigó el paradero de un desaparecido, es más Sanguinetti y Lacalle obstaculizaron siempre cualquier investigación y pusieron candado a todo intento de obtener verdad y justicia. Y a decir verdad, en esto del ocultamiento, Sanguinetti fue el campeón.
Si hay alguien a quien sólo le ha interesado el gobierno y el poder en Uruguay en las últimas décadas, ése es Julio María Sanguinetti, quien le quiere dar imposibles lecciones de democracia y buen gobierno al Frente Amplio.
Quiero decir que está muy bien que sea el ideólogo y el centro de la unificación de los partidos Nacional y Colorado, pretendiendo, como dijo Fernando Amado “que el batllismo gobierne a través del herrerismo”.
Lo que no dicen Sanguinetti ni Amado es que el batllismo de José Batlle y Ordóñez se murió, o, mejor aún, junto con el wilsonismo, hoy residen en el Frente Amplio.
El Frente Amplio es la fuerza política más democrática y la que mejor ha gobernado el país en los últimos cincuenta años.
Si desean estar de adversarios en semejante disputa ideológica y política, está muy bien que lo hagan. Si así tiene que ser una vez más, está bien que a Sanguinetti lo tengamos enfrente…….y me parece que de hijos nuestros.