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Política

Homicidios: entre ausencias y guaperías

Acerca de la situación de los homicidios y otras ausencias

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Caras y Caretas Diario

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Tal y como se había anunciado durante la campaña electoral, por el actual Presidente de la República Dr. Luis Lacalle Pou, el nuevo gobierno concretó de forma inmediata a la toma de posesión, lo que de alguna forma sería presentado como el proyecto del Poder Ejecutivo en su “combate al delito y la recuperación del orden y la autoridad”.
La cuestión de la seguridad pública, instalada hace al menos un poco más de 15 años en la agenda política nacional, fue durante la extensa campaña electoral, uno de los temas más usados por todos los partidos políticos.
En lo que se refiere al Partido Nacional, hoy gobernando en una lógica de coalición, el tema nunca tuvo la unanimidad que hoy aparenta.
Alcanza con recordar en este sentido, esa suerte de parteaguas que significó el esfuerzo del hoy ministro del Interior y la negativa del actual Presidente de la República en lo que a la “Reforma Vivir sin miedo” se refiere.
La reforma propuesta por Larrañaga fracasó, aunque en un aspecto simbólico este fracaso deba ser matizado si se atiende al volumen relevante de apoyos que recibió.
Fue una victoria para los detractores y opositores de la campaña, pero en cierta forma, fue una victoria “pírrica”.
Ello no resta mérito alguno al esfuerzo realizado por parte de las diferentes organizaciones políticas, sociales y sindicales, que hicieron suyo el trabajo de oposición a la reforma, pero la alta adhesión recibida por los organizadores de la campaña no puede ser menospreciada.
Indicaba que, en estos temas, el trabajo político realizado durante más de 15 años por los partidos políticos enfrentados al Frente Amplio, había cosechado sus frutos.
Los resultados del plebiscito, fueron la evidencia más clara de cómo se estructuraba el “populismo punitivo” en el Uruguay, a partir del encuentro de las posiciones políticas y discursivas de la derecha y el aumento de los delitos en general y de los delitos violentos, en particular.
Durante todo el proceso político de “producción” de ese plano de sustentabilidad mutado en “legitimidad popular” (“el clamor del pueblo”, “el grito desesperado de los ciudadanos”, se decía entonces) la cuestión de los delitos y sus diferentes expresiones en la vida cotidiana del país, eran sistemáticamente acompañados de su instrumentalización por parte de los diferentes medios de prensa.
“Ola delictiva”, “Falta de respaldo al accionar policial”, “Insensibilidad de los que dirigen”, “Ineficacia del Ministro” y otros tantos enunciados aparecidos en los medios de prensa proporcionaron los tonos y contenidos de ese otro enunciado mayor “Renunciá Bonomi” que acompañó como un latiguillo permanente la gestión más larga de un ministro del Interior en la historia más reciente del país.
Cuando el nuevo gobierno asume la dirección del Poder Ejecutivo Nacional el pasado primero de marzo, era esperable que de forma inmediata organizara un conjunto de rápidas señales que trasmitieran, al menos visualmente, la firme convicción de que “por fin esta vez las cosas cambiarían”, o como eligió decir el ala más oscura de la coalición que esta vez sí “se acabó el recreo”.
Todo el país fue testigo de esa superrepresentación teatralizada de forma exasperante y que arrancó con un primer acto donde el Presidente se presentaba como el “primer policía”, mostrándose a sí mismo en reunión con todos los jefes departamentales designados, como el orientador de las estrategias novedosas a desarrollar en la lucha contra el delito.
Este acto prínceps, dio paso a un conjunto sucesivo de actos menores: los denominados “megaoperativos” que se anunciaban así mismos como aquello que “jamás se hizo en 15 años”, “estamos haciendo lo que no se hizo en 15 años”, repetía en soliloquio el actual ministro del Interior Dr. Jorge Larrañaga.
Han pasado 25 días desde la asunción del nuevo gobierno, en todos estos días, además del “natural copamiento” que el COVID 19 ha hecho de todas las noticias de prensa, hemos presenciado una insólita desaparición de las informaciones que antes hacían “sangrar” a la clásica “crónica roja”.
Es como si “por arte de magia, por arte de birlibirloque”, los delitos, que sin duda alguna se han seguido produciendo, ya no fueran parte de las preocupaciones de aquellos que antes se embanderaban en el “deber y derecho de informar” a una ciudadanía desprotegida ante el violento accionar de los delincuentes.
Han “desaparecido” de los medios de prensa las violentas rapiñas, los hurtos, las lesiones y todo ello en un escenario donde la información, siempre dudosa de cualquier agencia policial y de seguridad, hoy sea, a diferencia de lo que antes acontecía, prácticamente inexistente.
No nos llamemos a engaño, si algo faltaba para comprender cómo se fue produciendo este entramado político sobre el delito y las acciones necesarias a realizar por parte del ministerio del Interior, o lo que es igual a decir el Estado, es justamente este “dato de ausencia”.
A pesar de tanta ausencia informativa, hoy sabemos y en la última semana esto ha resultado más visible, que los homicidios, por solo tomar este ejemplo, continúan presentes en la vida cotidiana de los ciudadanos.
Si observamos los datos disponibles con relación a los homicidios ocurridos en el mes de marzo desde el año 2014 a la fecha, los resultados son los siguientes:
Marzo de 2014, 25 homicidios.
Marzo de 2015, 20 homicidios
Marzo de 2016, 22 homicidios
Marzo de 2017, 21 homicidios
Marzo de 2018, 34 homicidios
Marzo de 2019, 25 homicidios
Desde el primero de marzo al día de hoy se han producido 28 homicidios y aunque el mes no ha concluido, es ya una cifra que supera la del año anterior y que, salvo el pico de marzo de 2018, es superior a toda la serie de homicidios registrados durante el mes de marzo desde el año 2014 a la fecha.
Ante estos datos y ante la ausencia de los mismos en la prensa, hay que recordar lo que dijera hace poco tiempo el ex director Nacional de Policía Mario Layera “los pingos se ven en la cancha”.

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