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LA SOLUCIÓN DEL FMI: DESINDEXAR LOS SALARIOS

Informe sobre Uruguay del FMI

El martes 16 se conocieron las conclusiones del Directorio Ejecutivo del FMI sobre la Revisión 2015: felicitar a Uruguay, señalar el peligro de la inflación y recomendar la desindexación de los salarios. Receta para naciones subdesarrolladas, no la que brinda a Estados Unidos.

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Caras y Caretas Diario

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Por Carlos Luppi

Como sabemos, la economía mundial vive la etapa del predominio del capitalismo financiero global, que nunca ha tenido tanto poder y tanta facilidades tecnológicas para operar. Sin embargo, ese poder –que, por ejemplo, logró que el gobierno de Estados Unidos rescatara a los grandes bancos durante la crisis 2007-2010, pero no destituyera a los directorios culpables de provocarla ni les iniciara juicios– no ha podido doblegar la voluntad nacional de ese mismo país a la hora de subir las tasas de interés.

Desde el momento mismo en que, como medida extrema, las tasas de referencia fueron llevadas por la Reserva Federal al entorno de 0,00%-0,25% (o sea, prácticamente a su inexistencia), las instituciones financieras privadas iniciaron su campaña para que subieran.

En los países periféricos, como el nuestro, los grandes medios de difusión y los economistas neoliberales clamaron durante años por la elevación de las tasas en EEUU, que no solamente beneficiarían a los verdaderos mandantes, sino que además podían ser un obstáculo en la política económica del Frente Amplio. Todos festejaron cuando el miércoles 16 de diciembre pasado la Reserva Federal de los EEUU subió su tasa de interés por primera vez en casi una década, como señal de su confianza en el buen desempeño de la economía. El Comité de Mercado Abierto de la Fed aumentó entonces el rango de su tasa de referencia en un cuarto punto porcentual, llevándolo a entre 0,25% y 0,50%, ante una inflación objetivo de 2%, una caída del desempleo a 4,7% y un aumento del PIB de 2,4%.

Lo gracioso del caso es que, mientras en nuestros países periféricos los economistas considerados “serios”, que acaparan los espacios en los grandes medios, clamaban por aumentos en dicha tasa, el G20, a través de su organismo coordinador la OCDE y su organismo ejecutor el FMI–, pedían insistente y formalmente a EEUU que postergara el aumento de las tasas (y con ello, el encarecimiento del crédito internacional, que redundaría en un encarecimiento de las condiciones de financiamiento y consecuente disminución de actividad económica en el resto del mundo, a excepción de China y un selecto puñado de potencias industriales).

Bajo la conducción de la doctora Janet Yellen, digna sucesora de Ben Shalom Bernanke, la Reserva dejó claro que, dada la fortaleza de la economía norteamericana, aquella suba era el primer paso en un ciclo gradual de endurecimiento monetario, que sería seguido de más alzas (habría cuatro aumentos de un cuarto punto porcentual el próximo año), pero “sólo si la economía responde como se espera, con un continuo crecimiento y un alza moderada de la inflación.”

Nuestros neoliberales (que ruegan que una crisis económica termine con el ciclo de gobiernos del Frente Amplio, aun al precio de devastar el país), de la misma manera que escriben todos los días sobre la necesidad de privatizar total o parcialmente nuestras empresas públicas, aullaban de gozo: los bancos extranjeros estaban contentos y el gobierno del Frente Amplio tenía más dificultades, tanto de pago como de financiamiento.

Sin embargo, la Reserva Federal demorará las previstas subas debido a la preocupación, trasmitida por la OCDE y el FMI, en torno a la situación de la economía global, en particular en Asia y Europa (así como un desplome en los países exportadores de materias primas).

Ahora, los observadores prevén sólo un alza de tasas este año, en diciembre.

Este introito, sobre un tema de interés principal para la economía mundial, como es su financiamiento, nos permite reunir algunas conclusiones, a riesgo de que parezcan de Perogrullo: los organismos multilaterales como la OCDE, el FMI y el Banco Mundial tienen un discurso expansivo, en lo monetario, en lo fiscal y en materia de políticas públicas para las potencias dominantes (EEUU, China, Alemania y alguna otra), y otro contractivo y recesivo (dominado por los ajustes fiscales, las privatizaciones de empresas y bancos públicos y la disminución del poder adquisitivo real de las remuneraciones y jubilaciones) para los países subdesarrollados, tomadores de precios y de decisiones ajenas. Por otro lado está la voluntad de los equipos económicos de esas mismas potencias dominantes que hacen, y está muy bien que lo hagan, todo lo que corra en beneficio de su interés nacional: el mejor ejemplo es EEUU, que venció la Gran Recesión 2007-2010 mediante políticas monetarias expansivas (apoyos monetarios, subsidios, el Quantitative Easing y todo tipo de protección a su producción nacional), acaso superiores a las que aplicaron en la Gran Depresión de 1929. Lo mismo hace China y lo mismo, en menor medida, hace la Alemania de Angela Merkel, que ha impuesto su “austeridad” asesina en toda Europa. En el otro extremo tenemos a equipos económicos “con vocación bananera”, según una feliz expresión de Joseph Stiglitz, que condenan a sus países al rol de productores de materias primas sin aspirar a un proceso sostenido de industrialización, y aplican gustosamente las políticas contractivas señaladas por el FMI, aunque no tengan ninguna obligación de hacerlo.

Tenemos, dice Perogrullo, las políticas económicas que imponen los equipos económicos que nos rigen. Así pintan el presente y el futuro económico y social de unos y otros.

Las obsesiones de siempre

Ya hemos señalado que los objetivos principales de la derecha en Uruguay consisten en privatizar la educación, las empresas y bancos públicos, y último, pero no menos importante– en disminuir el poder adquisitivo real de salarios y jubilaciones, es decir las retribuciones al trabajo presente y pasado, logrando, de paso, que paguen más los que menos tienen. Nuestra mezquina oligarquía y sus sirvientes intelectuales tienen vocación de colonia y de subdesarrollo. Todo lo contrario a la vocación de desarrollo que más allá de lo que hagan en el frente externo muestran las grandes potencias en relación a sus propios conciudadanos.

El presidente Barack Obama viene batallando desde hace dos años por la elevación del salario mínimo horario, apoyado, obviamente, por el secretario del Tesoro, Jack Lew, y por la titular de la Reserva Federal.

En nuestro país, en cambio, instrumentos como el Plan UTE Premia castigan el poder adquisitivo real de los trabajadores.

Pero hay otra “sublime obsesión” que ha estado varias veces en boca y documentos de altos funcionarios del equipo económico: desindexación.

Todos sabemos que la mayoría de los salarios y jubilaciones se ajustan una vez al año utilizando el guarismo de inflación que marca el IPC, que en 2015 fue de 9,44%, cifra muy por debajo de la “sensación gélida” que ahuecó los bolsillos de los eslabones más pobres de la cadena productiva.

La polémica en Uruguay

Así y todo, parece haber gente que no quiere que la indexación proteja en algo las remuneraciones de trabajadores y jubilados.

En julio de 2014, el entonces ministro de Economía y hoy presidente de la autoridad monetaria, Mario Bergara, hablando ante la Comisión de Hacienda de la Cámara de Representantes, manifestó: “Antes de la nueva ronda del Consejo de Salarios que empezará en 2016, creo que todos vamos a tener que ir mostrando madurez en esa discusión y tratar de despegarnos un poco de las cláusulas indexatorias, yendo a negociaciones de salario nominal”.

Esto motivó la rápida y enérgica respuesta del Secretariado Ejecutivo del Pit-Cnt, que manifestó en un comunicado que “el salario no produce la inflación y, por tanto, no puede ser la variable de ajuste” e hizo notar que el planteo del ministro llamaba la atención “por lo impropio”: “Estamos hablando de un vencimiento de ronda que es el año que viene con un nuevo gobierno, con un nuevo gabinete, con quien sea el gobierno. Pero, además, en lo conceptual, hablar de quitar la indexación significa desde el arranque que entre 700.000 y un millón de trabajadores no van a tener posibilidades de siquiera igualar la inflación real que se dé en el año».

Las expresiones de Bergara fueron defendidas por el vicepresidente Astori: “No se trata de quitar la indexación, sino de ir progresando gradualmente hacia mecanismos de negociación salarial que no incluyan ajustes automáticos […]. Es una propuesta en términos generales que ha hecho el ministro y que yo comparto, porque cuando se combaten presiones inflacionarias es preciso tener, obviamente, mecanismos de salvaguarda para proteger los salarios, pero también es cierto que es muy importante ir superando las condiciones de reajustes automáticos”.

A este planteo, los voceros del Pit-Cnt respondieron que el equipo económico era el responsable de la inflación (que no han logrado detener, pese a ser su declarada prioridad) y reiteraron que la única salvaguarda del poder adquisitivo de los trabajadores contra ella era, sin dudas, el mecanismo de la indexación, aun cuando esté disminuido por las bajas artificiales introducidas en el IPC.

Hubo luego incómodas y confusas disculpas del doctor Bergara.

El dato más importante fue que, consultado en la ocasión, Tabaré Vázquez afirmó rotundamente: “Esas son afirmaciones de Mario Bergara, pregúntele a él”.

En 2015, como es sabido, el contador Astori volvió a la titularidad del Ministerio de Economía, y en diciembre hubo nuevamente UTE Premia, a pesar de lo cual la tarifa de UTE aumentó 9,85% en enero de 2016.

Y el 16 de febrero se conoció un comunicado del Directorio Ejecutivo del FMI que felicitó a Uruguay por su desempeño e insistió en sus recomendaciones (las que utiliza para los países subdesarrollados), entre ellas, la de desindexar retribuciones.

El comunicado del 16 de febrero pasado señala: “El 8 de febrero de 2016, la Junta Ejecutiva del Fondo Monetario Internacional (FMI) concluyó la consulta del Artículo IV 1 con Uruguay. […] Se estima que el crecimiento del PIB real ha caído a 1,5 % en 2015, como la inversión y el crecimiento del consumo han disminuido desde los máximos recientes. Mientras tanto, la inflación sigue arraigada encima del rango meta 3-7% del Banco Central. Desafiando el cierre de la brecha de salida, una postura monetaria relativamente estrecha en los últimos dos años, y los bajos precios internacionales de alimentos y energía, la inflación general se subió a más de 9% desde julio”.

Y agrega: “Las reservas internacionales brutas se han reducido en US$ 2,6 mil millones desde junio, ya que el Banco Central ha intervenido ampliamente en el mercado de divisas para contener la depreciación del peso […]. El déficit fiscal global en el año 2015 se estima en un 3,6 % del PIB, 0,3 más alto que en el presupuesto, debido a los pagos de interés más altos. El crecimiento del PIB se prevé que se mantendrá tibio en 2016 ya que las condiciones externas siguen siendo débiles y la confianza del consumidor ha caído al suelo. La desaceleración en el gasto fiscal y el consumo es probable que modere la demanda interna. A medio plazo, se espera que el crecimiento aumente de nuevo a una tasa potencial de 3,1%”.

A pesar de estos resultados, “los directores ejecutivos elogiaron a las autoridades uruguayas por sus políticas macroeconómicas sólidas, instituciones y reformas, que han apoyado el crecimiento fuerte e inclusivo en la última década y han ayudado a alcanzar uno de los índices de pobreza y desigualdad de ingresos más bajos de América Latina. […] Los directores alentaron a las autoridades a continuar la aplicación de políticas macroeconómicas prudentes y reformas estructurales para fortalecer aun más la capacidad de recuperación de la economía, menor inflación, e impulsar el crecimiento potencial”.

En lo que nos ocupa, se señala: “Los directores subrayaron la importancia de los esfuerzos continuos para poner la inflación en una trayectoria descendente. Apoyaron la política monetaria restrictiva de las autoridades y señalaron que una política fiscal prudente debe ayudar al esfuerzo de la política monetaria. Dieron la bienvenida a la nueva configuración de directrices destinadas a frenar la inercia de la inflación salarial, pero se recomiendan medidas adicionales para eliminar por completo la indexación hacia atrás. Los directores también hicieron un llamado a las autoridades para vigilar de cerca el desempeño del nuevo marco de política monetaria”.

Esto es lo que quiere el Directorio Ejecutivo del FMI, aunque ignoramos cuál es “la nueva configuración de directrices destinadas a frenar la inercia de la inflación salarial” a que hace referencia este comunicado oficial.

Inmediata reacción del Pit-Cnt

El 18 de febrero, el Instituto Cuesta Duarte del Pit-Cnt publicó un informe titulado Empleo y Salarios 2015-2016. Algunas reflexiones y números, en el que reclamó correctivos salariales anuales y aumentos por encima de la inflación, advirtiendo que si el equipo económico no los habilita, se profundizará la desaceleración en el crecimiento de los ingresos nominales, lo que equivale a hablar de disminución del poder adquisitivo real.

El trabajo destaca el menor crecimiento del salario real por mayor inflación en 2015, y el impacto que esto genera en las pasividades.

En el capítulo “Situación del empleo” señala: “La tasa de desempleo promedio en 2015 fue de 7,5%, casi un punto porcentual por encima del 6,6% registrado en 2014. Esto determinó que el número de desempleados creciera de unos 118.650 a 134.200 entre ambos períodos, es decir unos 15.500 desempleados más. En términos generales se puede afirmar que en 2015 se constató una caída en el empleo, pero si consideramos que entre 2011 y 2014 nos encontrábamos con cifras récord de puestos de trabajo, era previsible que esto sucediera en una economía que se desacelera y el deterioro observado hasta el momento no tiene los signos dramáticos de otras épocas. Aunque, sin duda, para aquel trabajador que perdió su puesto se trata de una situación igualmente difícil. Sería positivo que en 2016 el deterioro no se profundice y en la medida que la economía siga creciendo, aunque sea más lentamente, los principales indicadores del mercado de trabajo –ocupación y desempleo continúen sin grandes cambios”.

En lo referente a “El seguro de desempleo”, afirma: “A mediados del año pasado se produjo un incremento importante en el número de trabajadores en seguro de desempleo, pasando de 31.138 en abril a 44.449 en setiembre. A partir de octubre el incremento se frenó y, de hecho, se ha registrado un leve descenso que determinó que en diciembre el total de beneficiarios cubiertos por el seguro se haya ubicado en 40.123”.

En lo referente a los salarios, el documento expresa: “Desde 2005 el salario real ha venido creciendo de manera ininterrumpida, impulsado tanto por el crecimiento del salario real del sector público como el del sector privado. Así, en los diez años que van entre 2005 y 2014, el salario real acumuló un crecimiento de más de 50% (51,5%). […] Sin embargo, en el correr de 2015 la tasa de crecimiento del salario real se fue desacelerando rápidamente, en particular a partir de julio, más que nada por el rápido enlentecimiento en el crecimiento del salario real privado. Así, en el correr de 2015 el salario nominal creció 9,87%. Con una inflación anual de 9,44%, el crecimiento acumulado del salario real en el año fue de tan sólo 0,39%. En términos promedio, la medida más usual para analizar la evolución del poder de compra, el salario real de 2015 se ubicó 1,56% por encima del de 2014.

De esta manera, aunque el salario real durante el primer semestre de 2015 siguió siendo superior al de iguales meses de 2014, esta diferencia se fue haciendo cada vez menor. Incluso, en agosto de 2015, el poder de compra del salario se ubicó por debajo del que tenía en agosto de 2014, siendo esta la primera vez que se verificaba una caída de salario real mensual interanual desde hace al menos 12 años”.

En la “Síntesis 2015”, el texto expresa: “Aunque era esperable que en un contexto de desaceleración en el ritmo de crecimiento de la economía el salario acompañara ese enlentecimiento, nadie pensaba que esto se procesaría de manera tan rápida y tan abrupta. Incluso no era esperado por el propio gobierno, que en la Exposición de Motivos de la Ley de Presupuesto proyectó un incremento del salario real de 2,5% para 2015.

Esto también implica un retroceso en materia distributiva en la medida en que el aumento de la masa salarial (que depende de la evolución tanto de los salarios como del empleo) seguramente se ubicará por debajo del crecimiento anual de la economía, que se espera que ronde el 1,5% en 2015 y una cifra similar en 2016.

En lo que hace al ingreso de los hogares, el enlentecimiento del salario real impacta también en la evolución de las pasividades, las que se ajustan anualmente en función del Índice Medio de Salarios. De este modo, en enero de 2016 las pasividades tuvieron un incremento de 9,87% anual, levemente por encima de la inflación de 2015”.

Y concluye: “De no mediar cambios en la aplicación de los lineamientos propuestos por el Poder Ejecutivo para la sexta ronda de negociación colectiva, la tendencia a la desaceleración del salario real se agudizará aun más y, en un contexto de estabilidad en el ritmo de crecimiento económico, la masa salarial volverá a caer, provocando efectos redistributivos regresivos. Si bien los correctivos anuales ayudarían a aminorar la caída del salario real, la única manera de asegurar el mantenimiento del salario real medio y revertir la tendencia al enlentecimiento del mismo es adicionar a los convenios aumentos reales en consonancia con el crecimiento de la economía”.

Como vemos, una muy educada alarma roja en medio de un contexto difícil para el gobierno de izquierda.

No en vano El Observador tituló el viernes 19 de febrero: “Riesgo de pérdida de salario real reaviva debate por la indexación”, formulando diversas reflexiones sobre el documento del Instituto Cuesta Duarte.

Lo principal, como en todo, es reafirmar las viejas verdades (los “fundamentos”, como diría el equipo económico), que están en el sentido común y en el programa del Frente Amplio, y que nunca deberían olvidarse: la izquierda es, ante todo, defensora de los más vulnerables (pobres, trabajadores y jubilados), y si no es eso, no es nada, porque se niega a sí misma.

El salario es la retribución del trabajo y debería ser la variable más cuidada, tanto por ética como por mínimo conocimiento económico: sólo los neoliberales ignoran –o dicen ignorar que salarios y jubilaciones se consumen casi íntegramente y, por tanto, no generan inflación (como sí generan los oligopolios y monopolios) y, por el contrario, el aumento de la masa salarial genera un círculo virtuoso de aumento del consumo, del bienestar social, del empleo y de la actividad económica.

Acaso por eso insisten tanto el FMI y sus sirvientes criollos en desindexar (rebajar) salarios. El país entero, pero sobre todo la izquierda, debe decirles que no.

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