Kimmel no dejó pasar la oportunidad para responder directamente a Trump: le dijo al final del monólogo, entre aplausos del público, “Well, I do tonight!”, en referencia a las críticas previas del exmandatario sobre sus supuestos “malos ratings”.
También usó el espacio para defender la sátira política y denunciar el intento de acallar voces disidentes “nunca fue mi intención tomar a la ligera el asesinato de un joven... No creo que haya nada gracioso en eso”, afirmó, y sostuvo que su suspensión era “antiamericana”.
Efecto boomerang
El intento de amedrentamiento tuvo el efecto contrario. Según analistas, Trump buscaba enviar un mensaje claro a los programas que lo critican; en cambio, Kimmel se alzó como símbolo público de resistencia contra la censura política. “La intención de Trump era terminar con los programas que lo parodian, pero sucedió todo lo opuesto”, señala un editorial reciente.
Las críticas llegaron incluso desde sectores inesperados, el senador republicano Ted Cruz defendió la libertad de expresión de Kimmel, aunque discrepara de su contenido. Asimismo, Disney enfrentó boicots de suscriptores de sus plataformas (Disney+, Hulu) y presión interna de los trabajadores demandando transparencia sobre las razones de la suspensión.