Textos: Daniel Alejandro
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Viajo al Cerro frente a la bahía. Allí se encuentra el hogar de Juan Castillo, el secretario general del Partido Comunista. Hombre de pocas palabras, pero que con su mirada dice muchas cosas. Me recibe con amabilidad y simpatía, aunque no así su camarada Zaira, que maullando a distancia me mira con un tanto de recelo. “¿Quién es este extraño?”, debe pensar. “Soy un hombre de izquierda”, quisiera decirle. Pasan los minutos y todo fluye como si nos conociéramos de toda la vida. Es que nos unen los ideales, probablemente la conexión más profunda que dos seres humanos puedan tener. Entonces Zaira empieza a acercarse, ella es la única testigo de este diálogo sincero, valiente y real. De un instante a otro dejé de ser un extraño: se sentó a mi lado y entendió todo. Dicen que los animales tienen un instinto especial. Y sí, definitivamente, soy uno de ustedes.
¿Se nace o se hace comunista?
En mi caso, se hace. Yo no nací comunista. Vengo de un hogar de un militante del Partido Colorado, mi viejo de Vasconcellos, y si bien mi madre nunca se metió en la militancia política adoraba a Wilson Ferreira Aldunate y siempre votó al Partido Nacional. Cuando terminé de estudiar, me puse a trabajar, primero en Ancap y luego en el puerto, en plena dictadura. De joven era muy inquieto y comencé a madurar políticamente, a razonar qué era lo que estaba padeciendo nuestro país. Así empecé a militar, en la solidaridad con los familiares de los presos, en el Movimiento Cooperativo donde terminé haciendo mi casa, y finalmente, en la reconstrucción del sindicato portuario Suanp y el PIT, en aquel entonces, que era la continuidad de la CNT. Todo ese camino junto a muchas luchas y experiencias de compañeras y compañeros, me fueron formando como militante comunista. Por lo tanto, me hice comunista.
Retrocedamos la cinta de la memoria, cuando ese rebelde le dijo a sus padres: “Yo soy comunista”. ¿Cómo lo tomaron?
Bien. Lo tomaron bien porque son gente con cabeza abierta, con una amplitud de miras importante. Me respetaron, aunque seguramente para su fuero más íntimo no estarían muy de acuerdo. Pero lo fueron asumiendo a tal punto que hace años votan a 1001, votan al partido. Mi padre se afilió y tuve la oportunidad de estar en la fiestita de entrega de su carné hace un poco más de 10 años. Después, algunos hermanos y hermanas se fueron afiliando al Partido Comunista también.
Cuénteme algún diálogo político con su viejo que le haya quedado guardado para siempre.
No he tenido grandes diálogos políticos con mi padre, tal vez por eso de dónde provenía él y su militancia. Sí tengo vagos recuerdos de cuáles fueron mis primeros contactos con la política partidaria. Solía acompañar a mi padre, que era encargado -o vaya a saber cómo se denominaba- de un club que estaba en la calle Félix Olmedo en Capurro. Un club es lo que nosotros los comunistas llamamos comité. Lo acompañaba largo rato en esa actividad y son esos los vagos recuerdos que tengo de mi viejo en la política.
Dentro del Partido Comunista, ¿a quién admiraba aquel adolescente?
¡A varios! Por donde me mires, soy muy guevarista. Las ideas de Ernesto Che Guevara me fueron metiendo mucho en eso de leer y pensar políticamente. Y luego, mientras te vas metiendo, comenzás a entender el rol que ha jugado Vladimir Lenin en el proceso de revolución en el lugar más pobre del mundo; o los aportes increíbles que hizo y sigue haciendo Marx desde el análisis científico, las condiciones sociales y las necesidades de los cambios políticos. Pero hay varios. Si tuviera que escoger a alguien del panorama internacional, me quedo con Fidel Castro. Tuve la oportunidad de compartir dos o tres charlas con él, una de ellas en el marco de una cena en el Palacio de la Revolución. Tener a ese mito viviente en frente fue una cosa grandiosa. Sin dudas, es la figura internacional que más me ha impactado y que más releo. En nuestro país, está claro que hay otro tipo de figuras. Siempre me impresionó el discurso de Rodney Arismendi. O el entrañable compañero Enrique Rodríguez, que siendo un zapatero humilde fue creciendo políticamente hasta transformarse en una figura del movimiento sindical y político y del Partido Comunista. Terminó siendo senador cuando sus orígenes fueron de zapatero. Es ese tipo de gente que te va enseñando cosas. Como Julia Arévalo, una obrera tabacalera del interior que trabajaba desde los 14 años y rompiendo todos los esquemas logró convertirse en la primera mujer senadora de América Latina, no solo de Uruguay. Son muchos los grandes hombres y mujeres. A veces admiro a quienes tienen la capacidad de decir un solo nombre, porque en realidad creo que son la suma de un conjunto de individuos, todos te aportan algo concreto.
¿Los comunistas tienen espacio para enamorarse?
Sí, de lo primero que te enamorás es de la vida. Desde ese romanticismo, creo que sin amor sería imposible ser un militante comunista. Sin amor es muy difícil ser un revolucionario. Sucede lo mismo con la alegría. En cualquier circunstancia uno debe transmitir alegría porque la militancia te provoca eso. La alegría de poder hacer algo por los demás y no solamente por uno, cuando te empezás a dar cuenta que lo tuyo, lo individual, es lo menos y que lo más importante es lo de todos.
¿Y para el otro amor hay espacio?
Por supuesto. Estoy enamorado de mi familia y de todos los que me rodean y me han rodeado. Soy un agradecido. Junto a mi familia pude construir una casa en la Cooperativa de Viviendas aquí en el Cerro, donde vivimos hace casi 40 años. Con mi compañera tenemos tres hijos varones totalmente distintos, que nos aportan muchísimo a nuestra vida. Estoy muy orgulloso de ellos. Y a todo esto se suma tener dos nietos, Thiago y Agostina, que son la luz de nuestros ojos. Agradezco eternamente a mis amores.
¿Soñaba con llegar a ser el secretario general del Partido Comunista?
No, jamás lo imaginé. Me sigue quedando grande y no es una banalidad lo que estoy diciendo. La secretaría general del partido la ocuparon hombres de la talla de Rodney Arismendi y Eduardo Lorier, hay una enorme responsabilidad en la conducción de un partido que hoy está cumpliendo cien años. Cien años de historia y lucha, con una cantidad enorme de aciertos y también errores que tuvimos que corregir. Nosotros nos hacemos cargo de toda la historia, no solo de la parte que más nos gusta. Es la misma secretaría en la que estuvo Eugenio Gómez, en un momento de desviaciones políticas e ideológicas muy profundas, cuando se generaron actos de injusticia contra muchos camaradas. Así que es un desafío enorme, que requiere estar trabajando y estudiando constantemente. El Partido Comunista ha sido más que generoso conmigo. Me tienen mucho cariño, confianza y respeto. No puedo hacer otra cosa que no fallarles y eso es seguir esforzándome por crecer. Me gusta estar en contacto con los camaradas, por eso recorro el interior, camino los barrios y me meto en las reuniones que puedan tener las distintas agrupaciones para escucharlas y estar ahí, cerca.
Hablemos de dos nombres polémicos en la historia de la política uruguaya. El primero: Jaime Pérez.
Fue un gran hombre y luchador, un dirigente de la clase obrera y del partido que les aportó muchísimo a ambos. Sufrió mucho durante la dictadura porque se ensañaron con él. Los fascistas de nuestro país lo han torturado hasta el hartazgo, salió en delicado estado de salud y tuvo que hacer un esfuerzo muy grande para salir airoso de esa situación. Al final de su vida militante tuvo algunas ideas que la mayoría del partido no aceptamos y rechazamos, por lo que termina desvinculándose en un proceso muy doloroso de nuestra historia. Pero hay que recordar cada tanto que más del 90 por ciento de la directiva del partido renunció a su condición de comunista por no creer más en sus principios elementales. ¿Qué puedo hacer entonces? Valorar todo lo que aportaron. Me quedo con eso.
¿Y Germán Araújo?
Germán era un hombre de otras características. Para mi generación, el papel que jugó es increíble. Hoy te nombré a grandes referentes y Germán Araújo es uno de ellos. Él se transformó en la amplificación de nuestras voces, pudo hacer desde los medios de comunicación lo que todos añoramos que haga un comunicador, que es apostar por el conjunto, luchar por los derechos humanos en un momento en el que había que apostar el pellejo. Ahora cualquiera puede hablar de derechos humanos y pedir justicia. Pero él lo hizo en la dictadura. Alrededor suyo también hubo otros hombres y mujeres, no nos podemos olvidar de Ruben Castillo en el 73. Pero me parece que lo que más extrañamos de Germán son las agallas que tuvo en el momento que hubo que poner lo que él puso desde un micrófono y desde el Parlamento cuando le tocó estar.
Si mañana le tocara irse de este mundo, ¿valió la pena la vida?
Valió la pena porque tuve mucha suerte, no me canso de decirlo.
¿Los comunistas creen en la suerte?
Hay que tener una dosis de suerte. No te olvides que además de ser comunista, soy un militante deportivo. Entonces, no alcanza con tener un buen equipo de fútbol, pueden estar los mejores cracks adentro de la cancha y si no tenés suerte, la pelota pega en el palo y sale para afuera. En cambio, con un poco de suerte esa misma pelota pega en el palo, rebota en el rival y se mete en el arco. Hay una dosis de suerte, pero sin trabajo no hay nada. Sin estudio no lográs nada. En la política hay dos cosas que van de la mano y juegan un rol importante: la constancia y la coherencia. Hay que ser constante, no podés militar cuando se te antoje, tenés que tener una dignidad en la militancia. Y también hay que ser coherente, tenés que poder decir cosas que después resistan al archivo. Si hoy prometo una plataforma en la que hay que tener derecho a determinadas prestaciones, tengo que romperme el alma para cumplirlo cuando nuevamente logremos el gobierno en 2024. Si no es una demagogia, y de demagogia ya estamos hasta el hartazgo con los partidos tradicionales y la coalición que gobierna.
¿Hay fascismo en esta sociedad?
En el mundo hay fascismo y en esta sociedad también. Uno ve con enorme preocupación y el peligro que supone en Europa, que haya partidos de corte fascista que se presentan legalmente a las elecciones y van ganando escaños con incidencias principalísimas en el gobierno. Eso ahora lo tenemos en América. En muchas de las concepciones que rodean a varios partidos de derecha en América, hay elementos de corte fascista y también los hay en Uruguay. En la actual coalición de gobierno, hay elementos de corte fascista. Nosotros no andamos con “gre-gre” para decir Gregorio. No tenemos ningún problema en dar la cara como comunistas: queremos terminar con la explotación del hombre por el hombre, buscar la dignidad en la vida del hombre y la mujer y lograr un reparto más justo. No anden buscando o adivinando qué es lo que queremos. El facho que se saque la careta y que diga cuál es su concepción. Porque después todos se hacen los distraídos pero presentan proyectos de ley para volver a colocar la impunidad para los que violaron los derechos humanos. Eso es fascismo. Se está proponiendo defender inhumanos muy “valientes” que con un traje de las Fuerzas Armadas violaban a mujeres encapuchadas. Esos son los machos que están defendiendo al intentar colocar la ley de impunidad.
¿Cómo se lo combate?
Con lucha, constancia y coherencia. Hay que eliminar cualquier vestigio de violación de los derechos humanos. Hay que saber, hay que aprender y hay que estar constantemente en la militancia, generando las condiciones para construir un mundo distinto y solidario, donde predomine el respeto por la vida y los derechos humanos. Debemos cortarle los caminos al fascismo para que efectivamente triunfen los principios republicanos, democráticos y cívicos en nuestra sociedad. Es muy fácil decirlo, es muy difícil después construirlo.
¿Qué tiene para decirle a la gente que afirma que el comunismo ha muerto?
Los que se pueden contar por decenas de miles de muertos son las víctimas del capitalismo, esa sería mi primera respuesta. Ser comunista implica estar comprometido con la vida, la necesidad de justicia social, significa generar las condiciones para vivir en un mundo más justo y equitativo. El comunismo debería tener muchas más adhesiones y menos detractores. Porque el que no ha logrado dar respuesta a la humanidad es el capitalismo. El que va generando millones y millones de hambrientos en el mundo, el que ha condenado a una muerte casi segura a miles de seres humanos que están pereciendo de hambre en el mismo momento que en otras partes del mundo se está tirando comida. La vigencia de ser comunista es seguir soñando por un cambio posible y un mundo distinto, más justo.
Dígame tres cosas que lo hacen feliz, más allá de la familia.
Sacando la familia, me hace muy feliz la militancia. No sé hacer otra cosa que estar militando a nivel sindical, social y político. Aunque siento que estoy bastante en deuda con mi barrio, eso me lo reclama también mi compañera. Y es verdad, porque la mayor parte de mi vida en estos últimos 40 años, lo que hago en el Cerro es venir a dormir. Salvo cuando estuve en la directiva de Rampla o ahora que estamos formando parte de una sociedad de amigos del teatro Florencio Sánchez para tratar de generar recursos y desparramar más cultura, me falta más militancia en mi barrio. También nos hace feliz la posibilidad de que nuestro país cambie. Está todo bien con la Celeste, pero a veces uno se cansa de ser el último orejón del tarro. Somos el último país en tener la vacuna; está bien, la llegada del avión toma más protagonismo en los medios de comunicación, pero el tiempo no se utilizó a favor de la salud de los compatriotas. Entonces, militar por la justicia social genera felicidad.
Usted está frente a la bahía con un mate en mano. ¿Con qué personaje histórico uruguayo, vivo o no, compartiría ese momento?
Hay enormes figuras. Nunca conversé con el General Seregni o con Arismendi. Cuando yo empezaba la militancia, se estaban despidiendo. Pero más allá de ellos, me hubiera encantado poder hablar con el flaco Alfredo Zitarrosa. Ese ha sido el cantor de la clase obrera; ese identifica al pueblo uruguayo. Lo abrazaría y le diría: “Gracias por tanto”.
Imaginación y deseo: ¿Rampla campeón del mundo o la mejor votación en la historia del Partido Comunista?
No se pueden confrontar dos amores. La verdad es que si la mejor votación del Partido Comunista sirve para que el Frente Amplio sea gobierno y cambie esta sociedad, definitivamente elijo esa. Que Rampla salga campeón no les va a cambiar la vida a todos los uruguayos. Y yo soy un militante que sueña con cambiar la vida de los que más sufren.
No nació comunista, pero ¿morirá siendo comunista?
Espero morir siendo comunista. Mirá, hay camaradas que con muchísima razón dicen: “A uno se le va la vida tratando de ser comunista”. Es muy difícil porque estamos contaminados por una sociedad capitalista y rodeados de cosas que generan desviaciones. Y lo único que evita esas desviaciones ideológicas es rodearnos de colectivos y militancias orgánicas. Nos ha costado bastante, lo digo en forma autocrítica. Deberemos tener la modestia y la humidad suficiente para reconocer errores. Y si hoy en día estamos haciendo esta entrevista sin que el Frente Amplio sea el actual gobierno, entonces también hay una cuota parte de responsabilidad por parte de nosotros, los dirigentes.