Brasil vive una tensa jornada que puede derivar en el arresto del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, favorito para las elecciones nacionales de octubre.
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Este miércoles el Supremo Tribunal Federal (STF) juzgará un pedido de la defensa de Lula, condenado en segunda instancia a 12 años y un mes de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero, para que siga en libertad hasta agotar todas las instancias judiciales.
Si el recurso es aceptado, el caso podría extenderse durante años y Lula seguir haciendo campaña. Pero si es rechazado, el líder del Partido de los Trabajadores (PT), el primer presidente de izquierda en la historia de ese país, podría ser detenido.
La Central Única de Trabajadores (CUT) realiza desde el martes una vigilia ante el domicilio del líder de la izquierda en Sao Bernardo do Campo (estado de San Pablo).
Por su parte, «Vamos a presionar al STF», pide a sus seguidores el movimiento «Vem Pra Rua» (Sal a la calle), que convocó a manifestaciones en 117 ciudades para pedir que se mantenga la jurisprudencia que permite encarcelar a un condenado en segunda instancia, como Lula. Se trata de una organización muy activa durante el impeachment de 2016 que derribó a la presidenta Dilma Rousseff.
Mientras tanto el derechista «Movimento Brasil Livre» (MBL) anunció actos en todos los estados del país, con el lema «O vas, o [Lula] vuelve», exigiendo «la prisión del mayor bandido del país».
La tensión en Brasil se agravó el fin de semana pasado cuando una caravana de Lula fue atacada a balazos.
La seguridad del máximo tribunal será reforzado durante la sesión del miércoles. Las calles adyacentes al edificio serán bloqueadas y se colocarán vallas y un cordón policial para mantener separados a los manifestantes, dijo la Secretaría de Seguridad de la ciudad.