Durante siglos, la alquimia, madre no reconocida de la ciencia, persiguió la obtención de la piedra filosofal, ese maravilloso objeto que podría transmutar cualquier cosa en oro y curar todos los males. En forma reservada aún hay unos cuantos que siguen en su búsqueda con métodos que tienen mucho de magia y teorías que se remontan a la atomística griega y entroncan con la tabla periódica de Mendeleiev. Hay veces en que el perro se muerde la cola. Eso sí, lo de curar todas las enfermedades…
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Pero es una apasionante búsqueda. Digamos, como la que tendríamos que hacer para encontrar el ministro del Interior que propuso la senadora Verónica Alonso. De consenso general. Y por lo menos que esté vivo. Porque, por ahora, las escasas coincidencias se dan en muy pocas personas y con muchos años desde se fallecimiento. Todavía el pobre Artigas, no el real sino su constructo histórico, no encuentra unánime aceptación. ¿Tal vez Abel, el primogénito de Adán? Murió hace tiempo, era bueno y no comió de la manzana que nos condenó a todos a sufrir en este valle de lágrimas. Otro, habría que buscar. A lo mejor…
En fin, lo cierto es que en un enero sin noticias (salvo la exitosa temporada turística), su propuesta de un Ministro de Consenso, la loca de la jeringa y poco más les han dado pasto a los periodistas. ¡Ah, está el avión de Tabaré!
Bueno, pero no deberíamos ser tan quejosos: el cardenal Sturla y su balde de laicismo y laicidad empezó a agitar un poco las aguas. Queda claro que nuestra Iglesia Católica se ha puesto en cruzada. Casi 30.000 balconeras con la Virgen y el niño en Navidad es algo que resalta y anima.
Apuesto que la dirección frenteamplista sintió la mojada de oreja y piensa celebrar el cumpleaños del Frente o el aniversario del acto en la explanada con un emotivo mensaje por cadena de radio y televisión. ¡A modernos nadie nos va a ganar!
Cuando esto llegue a los lectores de la revista ya se habrán consumado dos hechos: el rosario colectivo rezado frente a la Virgen y la celebración de Iemanjá, de Yanaina, la diosa de las aguas que nos trajeron del África y reina sobre muchos corazones.
Por lo que deduzco, la imagen de la Virgen ya está emplazada en un predio particular y allí se rezará colectivamente el rosario ¡Nada que objetar! Si donde le rodó el caballo a Lamas con tan mala fortuna que lo mató y sus correligionarios pusieron un león, y desde entonces ha sido considerado como parte del ornato público, puede suceder lo mismo con la madre del Señor. Es de no creer, Lamas sobrevivió a la guerra del 97 y viene a morir en una rodada. Al león de Lamas luego hubo que correrlo para un ensanche o algo así. Otro tanto sucedió con el gaucho que estaba (y supongo que sigue estando) en el arranque de la calle Ganaderos, que es una persona, con nombre y apellido que no recuerdo. La historia de nuestra estatuaria parece una ficción de García Márquez. Zabala, en realidad, era originalmente un mosquetero, como los de Dumas; cuando llegó el encargo, lo mancaron y arreglaron un poco, y allí está el fundador de nuestra ciudad capital. Con uniforme de mosquetero de Luis XIII en la tarea fundar nuestra ciudad. Según se puede deducir por su Diario de viaje de Montevideo a Paysandú, Larrañaga era un cura de buen diente, sin embargo, lo pusieron arriba de una alta columna y está muy flaco. Más bien podría representar a Simeón el Estilita, pero “es lo que hay, valor”
Espero que muchas personas con piadosa unción recen colectivamente su rosario. La Virgen convoca. El papa Pío XII, luego de la derrota de Mussolini, se mantuvo dentro del Vaticano hasta la celebración del Año Mariano en 1950.
Eso sí, estoy seguro de que la playa Ramírez estará colmada el 2 de febrero, con un culto ordenado en grupos en torno a los pães y las mães, limpiándose de males y llenos de esperanza. Un culto para nada agresivo que tuvo que soportar, en algunas ocasiones, las agresiones de pentecostales a quienes la Policía apenas podía contener en el cantero del Parque Rodó. Y no será el único lugar en el cual se le rinda culta a la reina de las aguas. En todas las playas y en todos los arroyos y ríos habrá flores.
Creo que desde hace algo así como medio siglo Uruguay es un Estado laico, pero con una población cada vez menos laica. Sin que hayamos tomado nota nos hemos ido deslizando hacia una especie de religiosidad sin mucho compromiso y milagrera.
Por un lado tenemos un nutrido grupo de iglesias llamadas pentecostales en alusión a que remarcan la presencia de Cristo. De Dios. Del Espíritu Santo. Ese “misterio de la iglesia” lo mantienen, el asunto es la presencia divina. Un ritual semejante a cultos protestantes clásicos, pero con una importante diferencia: los “testigos”. Los que se libran de males en vivo y en directo o aquellos que dan cuenta de sus terribles padecimientos hasta que el culto los liberó. Hace poco estuve escuchando el testimonio de alguien que estuvo muchos años en la Umbanda, que le hicieron “trabajos” de magia negra y blanca, que padeció años de una cosa y luego de otra porque el “trabajo” llegó a ser de muerte y que, por fin, al cabo de una vida que tuvo que ser larguísima para tantos padecimientos, encontró a Dios. De a poco, porque la pelea fue dura, la persona fue salvada. Dios le quitó la caterva de demonios que le habían ganado el cuerpo y la rescató. Todo testimoniado a un pastor que la interrogaba y loaba a Dios en cada episodio. Bueno, esto sucede en nuestro laico e indiferente Uruguay en el cual creemos estar viviendo. Y no creamos que los cultos afroamericanos se quedan detrás. Crecen, predican, invocan la protección y efectúan sus rituales. ¡Tan válidos los unos como los otros! Como todo culto que no sea agresivo. Pese a que el demonio también tiene sus cultores, la mayoría son cultos pacíficos. Cultos funcionales a una sociedad a la cual el asunto de la vida eterna después de la muerte no la convence demasiado. Estamos acuciados por necesidades más perentorias. No perder el trabajo, que los hijos no agarren por mal camino, que nadie me haga “mal de ojo” y cosas así. Milagritos, podríamos decir. Pero, milagritos, ahora que es cuando los necesito. Respecto de la vida eterna, ¡ya veremos!
No me quiero meter demasiado con la fe, ya que carezco de ella, pero respeto a quienes la tienen y sinceramente viven de acuerdo al mensaje de fraternidad universal que ella reclama. No por el premio de la vida eterna a la diestra del Señor, sino porque si todos somos sus hijos, todos somos hermanos.
Vivir la fe en su totalidad exige sacrificios. Tantos como el vivir sin fe pero con principios.
Una cuestión final, porque me indignó un fulano que trató a las religiones afroamericanas de “cosa de negros analfabetos”.
Seguramente San Pedro era doctor en Teología y los pescadores del mar de Galilea, doctos filósofos.
Por otra parte, compañero, negros somos todos. Nacimos negros, casi más parecidos a los monos que a lo que hoy somos y no hace mucho más de 100.000 años que las razas se fueron estabilizando.
Hoy en día, con esto del ADN y la huella mitocondrial no caben dudas. Todos descendemos de nuestra lejana abuela Lucy. Quienes pintaron las Cuevas de Altamira, esa maravilla de más de 30.000 años, parece ser que eran negros, de ojos azules. ¿Qué tal?