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La Revista |

INVESTIGACIÓN HECHA LUZ SOBRE LA MILITANCIA

Comités de base, freno a la burocratización y el caudillismo

La investigación Cómo sobrevive la militancia partidaria deja en evidencia el rol de los comités de base en el Frente Amplio y su capacidad de movilización e influencia en la toma de decisiones. Para los autores se trata, posiblemente, de la forma de organización apta para los partidos del siglo XXI.

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“A diferencia de otros partidos similares de izquierda en América Latina, el Frente Amplio no se transforma en un partido exclusivamente político electoral” por la incidencia de las bases en las decisiones y porque “hay un conjunto de reglas, que se fueron dando en el tiempo, que le dieron un lugar a la militancia y que por lo tanto ese lugar hace que la participación tenga sentido”, dijo a Caras y Caretas Fernando Rosenblatt, autor, junto a Verónica Pérez y Rafael Piñeiro, de Cómo sobrevive la militancia partidaria, una investigación comparada sobre los partidos Socialista de Chile, de los Trabajadores de Brasil y el Frente Amplio.

¿En qué elementos se basaron para analizar al Frente Amplio y concluir que, a diferencia de otros partidos de masas del continente, mantiene la vigencia de su militancia?

La evidencia con la que trabajamos es de distinta naturaleza. Para empezar, vimos el rol que tienen las bases en el Frente Amplio. Obviamente un análisis de la estructura organizacional del partido, por otro lado un análisis de mociones, de resoluciones de la Mesa Política y del Plenario para ver la incidencia (de las bases). Ahí concluimos que tienen incidencia. La pregunta es por qué tienen incidencia y qué mecanismos lo hacen posible. Y en segundo lugar cuál es su rol, el hecho de que tengan incidencia sobre la reproducción de la estructura. Eso es un poco lo que vimos.

Tienen incidencia porque hay un reglamento que dice que las bases tienen lugar en todas las estructuras, incluyendo el plenario y eso fue algo que con el tiempo se fue incrementando. Desde el Compromiso Político de 1971, que lo dice de una manera clara, se asume el compromiso de incorporar a las bases en la estructura del Frente Amplio. Luego viene la dictadura. Pero en el primer estatuto de 1986 se establece que un tercio de los integrantes de los órganos del FA iban a tener delegados de las bases, y luego van a ser la mitad.

La pregunta es cuál es el efecto que eso tiene. Lo que decimos que estas reglas lo que hacen es promover que la militancia tenga percepción de eficacia. Es decir, que el tiempo que yo le destino a mi participación en el comité veo que no es tiempo perdido. No soy un mero decorado en la estructura ni simplemente estoy para hacer lo que líderes me dicen o que solo funciona durante las elecciones, sino que es una participación en la que la que la militancia tiene incidencia. Ahora, no hay que confundir incidencia con veto. No es que las bases vetan al partido o lo que hagan los líderes. Por el contrario, es que efectivamente hay un lugar, y eso incide sobre la predisposición de la gente que participa en la estructura a seguir participando.

Por lo tanto, ¿entienden que eso incide en las decisiones?

Efectivamente. No solo por la composición de la Mesa Política, del Plenario, sino que a su vez, al contrario de lo que indica el sentido común, las bases no reproducen lo que supuestamente serían los sectores mayoritarios en esas bases. ¿Cuál es el sentido común que está instalado? Bueno, que las bases son todas comunistas o MPP y por lo tanto reproducen lo que quieren el MPP y el Partido Comunista. Ninguna de las dos afirmaciones es correcta. Para empezar, la minoría mayor, según la encuesta que nosotros hicimos a adherentes del Frente Amplio, indica que sigue habiendo una proporción muy importante de independientes y no es que la mayoría absoluta sea MPP o Partido Comunista. Eso es lo primero. Lo segundo es que no necesariamente hacen lo que quieren estos sectores. Efectivamente, como en cualquier partido político del mundo, la militancia siempre está a la izquierda o a la derecha, según el partido, en este caso más a la izquierda que sus líderes o que el votante medio del partido. Pero eso sucede en cualquier partido del mundo, no es que sean radicales o que se opongan sistemáticamente a lo que propone el liderazgo. Han sido durante los 15 años de gobierno del Frente Amplio un apoyo fundamental del gobierno y han marcado la cancha en algunas cuestiones que son sensibles a la identidad de izquierda. Pero no hay que confundir como, alguna gente cree, que las bases vetan al partido o que controlan al partido. No, en ningún caso ese es el argumento. A nosotros lo que nos interesa es entender por qué a diferencia de otros partidos similares de izquierda en América Latina, el Frente Amplio no se transforma en un partido exclusivamente político electoral, profesional electoral, y por qué sigue reproduciendo esta militancia. Y la sigue reproduciendo, vuelvo a insistir, porque hay un conjunto de reglas que se fueron dando en el tiempo que le dieron un lugar a la militancia y que por lo tanto ese lugar hace que la participación tenga sentido. O sea, el tiempo que invierto en el partido con mi militancia no es testimonial, no es tiempo perdido. Esa es la pregunta que a nosotros nos interesa responder: cómo se reproduce, cómo sobrevive la militancia a pesar de un montón de transformaciones sociales o de la intención de algún liderazgo de querer modificar la estructura. Es decir, cómo se mantiene o por qué se mantiene. Bueno, porque hay un conjunto de reglas que hace que eso se mantenga.

Eso por un lado, porque para modificar el estatuto sería muy difícil o sería imposible sin el consentimiento de las bases, por la integración de esos órganos, pero por otro lado el hecho de tener lugar hace que la gente quiera seguir participando, o sea que tenga sentido seguir participando.

Ustedes citan como ejemplos las elecciones de 2019, en las que el FA perdió en primera vuelta, pero estuvo a pocos miles de votos de dar vuelta el resultado y eso fue por el papel de los comités. ¿Es correcto?

Debemos ser muy precisos. Que el Frente Amplio, entre primera y segunda vuelta, aumentó por las bases es muy difícil, sino imposible, de determinar. Lo que sí podemos decir es lo que hicieron las bases frente al resultado de la primera vuelta. Y lo que hicieron fue montar toda una estructura del voto a voto y demás, que permitió salir a buscar votos de la forma en que la evidencia indica como más eficaz para convencer y para votar que es el cara a cara, el puerta a puerta. Y esto solo se puede hacer con la estructura del Frente Amplio.

Nosotros no podemos decir, en realidad nadie puede, que el Frente Amplio pasó en primera vuelta con tantos votos a segunda vuelta con tantos otros por la militancia. No podemos decir eso. Pero sí podemos decir, podemos describir, constatar, lo que sucedió. Es decir, enfrentados al resultado de primera vuelta, la estructura, el movimiento y el partido fueron capaces de montar toda esa campaña para dar la pelea en la segunda vuelta. Se puede hacer eso porque hay una estructura de esa naturaleza. Ningún partido con el resultado ese en primera vuelta puede levantarse y decir “hagamos lo que el Frente Amplio”, porque para eso se necesitan los comités de base, la militancia.

Ustedes analizan al Partido Socialista de Chile y al PT de Brasil y queda en evidencia la diferencia entre estos y el FA. ¿Los comités pueden ser una especie de antídoto a la burocratización, pueden ser freno a esas tendencias?

Eso es lo que decimos como parte del argumento. Lo que la literatura define como la “ley de hierro de la oligarquía”, es decir que toda organización, por más democrática que sea, tarde o temprano terminará siendo la organización de unos pocos que la controlan. La teoría es muy antigua. El Frente Amplio, en principio, no digamos que tiene la vacuna, pero esta estructura en la que la militancia de base tiene un rol muy importante, incluso en los espacios de toma de decisión, parece ser una forma de evitar este tipo de transformaciones. Por ejemplo, transformaciones programáticas; si bien el Frente Amplio ya no es el de 1971, el proceso de transformación programática fue gradual y fue en discusión con las bases, no fue porque un líder iluminado se levantó un día y dijo “ahora vamos para este lado” o que un grupo pequeño dijera eso. Eso por un lado.

Pero también una estructura de esta naturaleza hace que el Frente Amplio, de alguna manera, no tenga dueños y no haya un grupito pequeño que determine necesariamente la dirección del partido.

No obstante, no quiere decir que las bases dominen o controlen el partido. En absoluto. Pero son un contrapeso cuando tienen que serlo y apoyan. Pero la mayoría del tiempo han sido de apoyo, para las estrategias electorales y también para el gobierno.

¿Hay un equilibrio, entonces, que no se ve en otros partidos?

Exacto. Ahora esto, como todo en la vida y sobre todo en la política, tiene lo que en inglés se dice trade off, es decir, hay costos que estos se van pagando. Uno podría decir la capacidad de tomar decisiones de la forma más rápida, por ejemplo. Pero bueno, la democracia, y esto es importante, no es un régimen eficiente. La virtud de una democracia se juega en la capacidad de generar legitimidad del proceso político. Entonces, uno podría pensar que quizás en los gobiernos del Frente Amplio se podrían haber avanzado más en las reformas en algunas áreas en las que algunos técnicos hubieran considerado que era lo que debía hacerse. Ahora, si esas reformas, que algunos técnicos consideran que habría que hacer, iban contra las bases sociales del FA o lo que quería el movimiento, hay que preguntarse qué es lo que se debe privilegiar, porque en definitiva el FA con esta estructura y con este proceso de toma de decisiones, de alguna manera mostró, en el caso de la LUC y la segunda vuelta, capacidad de resiliencia. Como tiene esa base social y militancia, en las malas se puede reaccionar. Por el contrario, si se traiciona o se hacen modificaciones muy rápidas, se pone en riesgo esa conexión con la base social y la militancia.

-¿Podemos concluir que esta estructura de los comités es un elemento beneficioso para la vida del partido?

-Sí. Creemos que sí, que indudablemente los comités de base, con esta estructura de reglas de juego son beneficiosos, o sea que no es solo la existencia de los comités, porque partidos con estructura de base hay en todos lados, el asunto no es ese, el asunto es cuál es el rol que tiene esa estructura de base. Ese es el secreto. El punto no es que haya locales partidarios a lo largo y ancho del país. No es el hecho de tener militancia lo que distingue al Frente Amplio de otros partidos, lo que lo distingue es que esa militancia tiene un lugar en la toma de decisiones que a su vez explica la reproducción de esa estructura.

Nosotros terminamos el libro con un desafío al sentido común instalado en la sociedad, y también en la ciencia política, y es que los partidos con militancia son cosa del pasado y, por lo tanto, los comités de base son también cosa del pasado. Decimos que eso no tiene sentido, primero en función de la evidencia, pero tampoco tiene sentido teórico. ¿Por qué? Porque si aceptamos que hoy en día estamos frente a una ciudadanía que reclama más lugar, que quiere saber más del proceso de toma de decisiones, que sería como la ciudadanía del siglo XXI, más critica, quizás los comités de base no sean cosa del pasado y sean una de las formas en las que tal vez los partidos empiecen a organizarse.

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