Hacete socio para acceder a este contenido

Para continuar, hacete socio de Caras y Caretas. Si ya formas parte de la comunidad, inicia sesión.

ASOCIARME
La Revista | trabajo | reforma jublilatoria | seguridad social

Seguridad social

Más años de trabajo: ¿menos haberes jubilatorios?

La edad de retiro determina la relación entre el número de cotizantes y el número de jubilados. Existen diferentes elementos que influyen en esta relación en que el envejecimiento es uno de los más importantes

Suscribite

Caras y Caretas Diario

En tu email todos los días

El aumento de la edad de retiro requiere un profundo análisis

En los últimos días con la presentación del anteproyecto de reforma de la seguridad social se ha generado diversidad de posiciones, abstenciones a opinar y debates en relación con sus contenidos. Uno de los temas más sensibles tiene que ver con la propuesta de aumento de la edad de retiro. El fundamento de esta se encuentra en el envejecimiento de la población. Quienes proclaman la necesidad de aumentar la edad de retiro defienden que sería un atenuante al déficit del sistema, sin ser la solución. Se basan en que el aumento en la esperanza de vida al nacer lleva a la necesidad de que el pago de jubilaciones y pensiones se haga por mayor tiempo, lo que es una de las principales presiones y causas de la crisis del sistema. En concreto se ha mencionado que se deben tomar medidas para no poner una mochila demasiado pesada sobre ese número cada vez menor de población en edad laboral. El análisis para realizar no es tan lineal ni tan sencillo como el hecho de que la población vive más y por lo tanto debe aportar más tiempo al sistema para generar menos déficit. Sin tomar posición, interesa poner en consideración otros factores que están en juego.

Diferentes realidades de envejecimiento según grupos poblacionales

El envejecimiento de la población medido como el aumento de la esperanza de vida al nacer es un importante logro e indicador de bienestar social. El aumento de la edad promedio de mortalidad podemos verlo a través de las pirámides de población y las tablas de mortalidad o con la esperanza de vida al nacer que ha venido en aumento. Estas herramientas e indicadores muestran que Uruguay tiene una población envejecida. Pero no significa que esta tendencia se concrete en forma igual para toda la población y en todos en igualdad de condiciones, tanto para seguir trabajando o para disponer de alternativas laborales en edades ya más avanzadas.

En primer lugar, la esperanza de vida al nacer es un indicador que nos dice la cantidad de años que se espera que viva un individuo de edad cero, y nos determina una probabilidad. En general la misma se calcula para una población promedio diferenciando por sexo. El aumento de la esperanza de vida al nacer es un importante logro que implica la existencia en mejoras en calidad de vida y en los cuidados de salud. De hecho, en el Panorama de Salud 2020 se destaca que la esperanza de vida al nacer es el mejor parámetro para medir la situación de salud de la población y a menudo se emplea para determinar el desarrollo del sector salud en un país. Pero refiere a datos promedio y no implica que los diversos grupos poblacionales se comporten en forma igual; es razonable esperar que dependa de factores como el tipo de actividad, el estrato socio económico, se vincule a los niveles educacionales, el acceso y calidad de los servicios de salud, entre otros.

La realidad es que la población ha envejecido, lo que es un buen dato, pero no se da en igualdad de condiciones en todos los grupos poblacionales. Por lo tanto, se debe considerar la contingencia del envejecimiento como presión sobre el sistema de seguridad social, pero a la vez atender las diferentes realidades de este envejecimiento.

Cabe destacar que no existen tablas de mortalidad por estrato de ingreso, pero sí existen herramientas y estudios que pueden demostrar que se da esta diferencia. Por ejemplo, existen tablas de mortalidad para grupos poblacionales específicos, los asociados a regímenes previsionales particulares que podrían ser indicadores de comportamientos diferenciales. El caso es que si bien no existen tablas selectas, pueden concretarse estimaciones que demuestran esta realidad.

Las trayectorias de aportación son diferentes en mercados de trabajo con niveles de desempleo y precariedad

Las trayectorias laborales no se dan con un comportamiento homogéneo a lo largo de la vida activa, existe una cantidad de contingencias que afectan a la misma. Situaciones de desempleo total o parcial, baja de ingresos, entre otras. Al convivir un sistema de reparto con uno de capitalización individual, las etapas de corte en la aportación o baja en la misma generan mayores dificultades a la hora de generar mejores niveles jubilatorios.

A su vez, los casos en que existen personas que han sufrido situaciones de desempleo prologadas o no aportación voluntaria o involuntaria hacen que se sume otra dificultad más para llegar a constituir causal.

El mercado de trabajo es incompleto y no siempre hay oportunidades para mayores de 60 años

Hay como un planteo de que las personas que llegan a determinada edad, más de 60, puedan pasar a trabajar a tiempo parcial o a disponer de otro tipo de tareas. Para algunas actividades podría ser posible, pero no es la regla general, más si consideramos que existe una práctica por parte de muchas empresas de obligar al retiro o de incentivar el retiro antes de los 65 años. Cabe mencionar que existen diferentes acepciones de la edad de retiro, la habitual, la obligatoria y la edad de retiro mínima. En el caso de la normativa se hace referencia al último que refiere a la mínima edad que la población está obligada a cumplir para acceder a la causal jubilatoria a la que se le suman otras obligaciones, como ser la cantidad de años de aportación.

Quienes no logren causal por aumento de la edad de retiro serán beneficiarios del régimen no contributivo

Cuando se habla de aumentar la edad de retiro, se refiere al régimen contributivo, pero la mirada de la seguridad social debe considerar la coexistencia de régimen contributivo y no contributivo.

Edad de retiro, años de aporte y su relevancia

La edad de retiro determina la relación entre el número de cotizantes y el número de jubilados. Existen diferentes elementos que influyen en esta relación en que el envejecimiento es uno de los más importantes. A mayor envejecimiento la relación empeora y es un indicador de mayores egresos y de presiones sobre el sistema. Un aumento de la edad de retiro determinaría una mejora en esta relación. A su vez, cabe mencionar que existen diferentes acepciones de la edad de retiro, la habitual, la obligatoria y la edad de retiro mínima. En el caso a que nos referimos es la de retiro mínima, la que, como mencionamos, es la mínima exigible para llegar a causal jubilatoria junto con los años mínimos de aporte. Es una variable relevante, pero es un parámetro más a considerar en el sistema.

Revisar antecedentes

La Ley 16.713 que introduce la reforma de la seguridad social de 1996 fue en la misma línea que este ante proyecto; por ejemplo, aumentó el número de años de actividad mínima requeridos para generar causal jubilatoria, exigiéndose 35 años de actividad cuando previo a la misma eran 30. También aumentó la edad mínima jubilatoria para las mujeres, de 55 a 60, y se aumentaron los requisitos para reconocer las actividades computables. Las mayores exigencias generaron dificultad en el acceso y fue en 2008 con la Ley 18.395, conocida como Ley de flexibilización de acceso a las jubilaciones, que introdujo modificaciones que facilitaron o permitieron las jubilaciones que la reforma de 1996 no permitía. La ley de flexibilización disminuyó la exigencia de los años de actividad para configurar causal jubilatoria común de 35 a 30 años y a su vez introduce el cómputo ficto de servicios a la mujer por cargas de familia. Esta medida de género hace que tengan derecho a computar un año de servicios por cada hijo nacido vivo, con un máximo total de cinco años. Y también modifica la configuración de la causal de jubilación por edad avanzada introduciendo nuevas combinaciones de edad y servicios y la configuración de la jubilación por incapacidad, de forma que son más flexibles los requisitos. La ley de flexibilización es un reconocimiento a los aportes y saca presión sobre el régimen no contributivo, que es un componente fundamental de la protección social. Pero de alguna manera se atiende y reconoce la aportación, se encapsula el sistema y no se generan presiones que tienen que ser atendidas vía régimen no contributivo.

Envejecimiento como desafío de la agenda pública

Uruguay tiene un problema por su baja natalidad y falta de crecimiento poblacional sin dudas, elemento que nos desafía en términos de economía y sociedad, a nivel del mercado de trabajo y de la protección social. La realidad de la necesidad de una reforma de la seguridad social es indiscutible, pero la misma amerita un profundo análisis y justificación de cada punto a modificar. El envejecimiento de Uruguay es una realidad y si bien no solo es bueno, sino una necesidad aumentar los nacimientos, también existe la realidad de condiciones de vida que han permitido vivir más tiempo. Se generan contingencias que deben ser atendidas dentro del sistema de protección y la agenda pública. Nos desafía en términos de la seguridad social en tanto sistema contributivo, no contributivo y también incorporando otra dimensión, que son los cuidados. Pero no todos los problemas del sistema son causa del envejecimiento; y el aumento de la edad de retiro, si bien puede estar en consideración, no es tan simplista en su análisis.

Textos: María Noel Sanguinetti

Dejá tu comentario

Forma parte de los que luchamos por la libertad de información.

Hacete socio de Caras y Caretas y ayudanos a seguir mostrando lo que nadie te muestra.

HACETE SOCIO