Hace poco más de un año, al instalarse la “emergencia sanitaria” en Uruguay y viendo lo que pasaba en el resto del mundo, tomábamos nota de la llegada de la covid. No sé si nos había caído la ficha. Quizás para eso tuvimos que llegar a conocer alguna víctima, y aún, que la muerte llegara a algunas personalidades conocidas y queridas, como Abt y Sonsol.
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Dejemos, por hoy, el debate si se tomaron las medidas públicas apropiadas y a tiempo. Somos muy críticos al respecto. Rescatemos lo que debería unirnos a todos. Esta realidad se instaló entre nosotros. Demoramos un año en llegar a mil muertos. Y a 35 muertos diarios, vamos derecho a llegar a los siguientes mil en menos de un mes. Ojalá que no. Seguimos pensando distinto que el gobierno respecto de las medidas sobre la salud y el bolsillo de la gente. Veamos si en la salud de la democracia podemos estar todos de acuerdo.
Mientras que en todo el mundo el Estado se hace presente en la sociedad, en Uruguay el Estado da conferencias de prensa. En las mismas sostiene que lo que sale bien es porque es un gran gobierno; lo que sale mal, es culpa de la gente. Las vacunas llegan tarde y en tandas, porque lo mismo pasó con los helicópteros de los Andes (¿?). Se gasta plata en propaganda de “Uruguay Presidencia” y Gandini dice que las ollas populares son propaganda del Frente Amplio. Se dice “no” a todo pedido de ayuda popular y se gasta en frivolidades.
El problema institucional es cómo la covid impide el funcionamiento normal de las instituciones. Este problema lo afronta Uruguay y el resto del mundo. Pero gobiernos de las más diversas ideologías actúan. En Uruguay, no es solo en la asistencia social y económica, tenemos un Estado prescindente en lo institucional también.
No hay que ir tan lejos como Europa para ver el problema. Allí, el 31 de diciembre, a las 12 de la noche, el Reino Unido dejó de pertenecer a la Unión Europea. Ahora aquel país debe aprobar la legislación de transición que acordó. Pero desde el gobierno de Cromwell en 1642 el parlamento británico dejó de funcionar. No se espera ahora la “Revolución gloriosa” de 1688 para que funcione normalmente: solo aguantar el avance de la covid.
Varias elecciones en la región están previstas para el 11 de abril.
Ecuador: elecciones para elegir al presidente de la República, dos vicepresidentes, 130 congresistas de la República y 5 parlamentarios andinos para el período 21/26. ¿Se podrán realizar normalmente?
Chile: estaban previstas para el mismo día. El Senado aprobó el domingo pasado el proyecto de ley para aplazar las elecciones de constituyentes, alcaldes, gobernadores y concejales para mayo ante el aumento de contagios de coronavirus. La cámara de diputados tiene la palabra.
Perú: han pasado 4 presidentes en el período presidencial en curso. También allí serían las elecciones. Con 18 candidatos, seguro habrá segunda vuelta. Las medidas sanitarias serán por división del padrón electoral, para que no todo el mundo se aglomere el mismo día.
Bolivia: la segunda vuelta de las elecciones departamentales, regionales y municipales será solo en 4 departamentos. El Tribunal Electoral declaró: “El proceso electoral se va a llevar adelante con normalidad en fecha. Tenemos demostrado, a partir de datos estadísticos, que podemos llevar adelante procesos electorales que no ponen en riesgo la salud pública”.
Argentina: el presidente Alberto Fernández está enfermo de covid. Ha sido azotado por críticas por las medidas contra el exceso de movilidad, de las que el gobierno uruguayo se hizo eco, violando el principio de no intervención en sus asuntos internos. Es de desear que se recupere pronto. Pero no cabe duda que en el clima de polarización de Argentina, su salud será objeto de debate. Esperamos que el canciller Bustillo, tan amigo, antes de ser canciller, le haya deseado pronta recuperación.
La covid ha sido la más severa amenaza contra la salud de la gente que nuestra generación ha tenido que enfrentar. Con este somero sobrevuelo por el mundo y la región podemos asegurar que hoy, también, se erige como una amenaza al buen funcionamiento de las instituciones.
Ojalá -es triste dudar, pero se impone- Uruguay esté a la altura de su historia y tradiciones democráticas. A veces, lamentablemente, puede más la misión ideológica. Hay que ver qué piensa el reinstalado neoliberalismo. Por ejemplo: ¿va a dar su apoyo la coalición multicolor a ampliar el plazo para la recolección de firmas para derogar varios artículos de la LUC? Así se pueden posponer las actividades, sin violentar el derecho a la gente a decidir.
¿Buscará el gobierno el gran diálogo nacional que el Frente Amplio ha propuesto una y otra vez? ¿Gastará menos en propaganda a su favor y más en ayuda de los sectores a los que la restricción de movilidad genera la imposibilidad de llevar el pan a la mesa? ¿Escuchará las recomendaciones del GACH y la comunidad científica? ¿Se acabarán los arreglos en Suárez, las comidas opíparas y caras de cancillería, los avisos de los entes en el canal de la OEA (órgano propagandístico autorreferencial de Almagro)?
Ojalá nuestras dudas sean solo fruto de la mala experiencia y la actitud cambie. Por el bien de todos.