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Editorial

La segunda confesión de Sanguinetti

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Julio María Sanguinetti ha logrado construir, hacia el exterior y hacia buena parte de nuestra propia población, una imagen de estadista respetable y experimentado.

Buena parte de esta imagen es resultado de su cultura, su inteligencia política, su larga experiencia y su prolongada gestión pública como diputado, senador, ministro y Presidente de la República en dos oportunidades. Otra parte es resultado del marketing y de su habilidad para exponer sus virtudes más destacables y su ingenio para ocultar sus aspectos más detestables. Sanguinetti escribe columnas en El País de Madrid, es conferencista internacional y cultiva una imagen de político socialdemócrata y moderado.

Como develamos en esta nota, Sanguinetti es un experto ilusionista, él  ha sido y es, desde la época en fue ministro de Jorge Pacheco Areco y Juan María Bordaberry, el verdadero cerebro de la derecha uruguaya, y ahora es el articulador mayor del proyecto de derecha para desbancar al Frente Amplio del gobierno, orientando a los medios de difusión e instrumentando a Lacalle Pou y Larrañaga, que, para una parte no pequeña de la oposición, «no dan la talla».

Pero la verdad siempre llega, aunque no ocurra lo mismo con la Justicia.

El pretendido «socialdemócrata», orientador de los militares en la salida de la dictadura, escudero de la impunidad y artífice de las elecciones viciadas de 1984, gobernante funesto y fracasado que crea la Crisis de 2002 y aniquila a su Partido, termina de sacarse la máscara con un fundamentado apoyo al fascista Jair Bolsonaro, que voy a comentar a continuación.

Julio María Sanguinetti ya había contado en su libro «El cronista y la historia» (2017) que como Ministro de Educación y Cultura de Juan María Bordaberry entre el 1º de marzo y el 27 de noviembre de 1972, fue regularmente informado, junto con el Presidente y el resto del Consejo de Ministros, de las torturas y crímenes que cometían los militares en sus acciones. Incluso el libro tiene una serie de comentarios sobre la Masacre de la Seccional 20, en la que fueron fusilados a sangre fría ocho militantes del Partido Comunista, y que les fue detalladamente informada en forma inmediata, o acaso simultánea.

Como ciudadano, como funcionario público, y más como Ministro de Educación y Cultura, tenía la obligación de denunciar todas esas acciones criminales (el cronista Sanguinetti detalla los diferentes tipos de torturas que cometían sus subordinados militares, meros brazos ejecutores de la política que se decidía en el Consejo que él integraba, y por los intereses económicos que él siempre representó), pero ni denunció, ni renunció, sino que permaneció mientras pudo lo más cerca del poder, dando consejos, y orientando siempre. Renunció solamente en noviembre de 1972, cuando los militares se llevaron a su entonces líder Jorge Batlle acusándolo de fraudes varios y de la famosa «infidencia», y se cuenta que lo hizo obligado por la estructura de la lista 15, porque él «quería seguir ocupando el puesto de lucha».

Estas conductas, que fueron comentadas junto con el libro por el semanario Búsqueda en su ejemplar del 28 de diciembre de 2017, deberían haber generado denuncias políticas y judiciales de encubrimiento o complicidad con crímenes de Lesa Humanidad, que no prescriben, pero nadie se movió ni respondió en Uruguay. Al menos, Sanguinetti fue omiso en denunciar las atrocidades que estaban ocurriendo y por tanto de su obligación como funcionario público. De la ética y los valores democráticos ni hablemos…

Es más, Sanguinetti ha seguido dando lecciones de política, de moral, de ética y hasta … de democracia al Frente Amplio, sin que nadie haya reaccionado.

Así nos va, y a veces tengo temor de cómo nos pueda ir en el futuro.

Bolsonaro según Sanguinetti

Según una nota de Montevideo Portal del 30 de octubre, Sanguinetti afirmó sobre Bolsonaro que: «Peor hubiera sido que ganara la otra opción».

Montevideo Portal expresa que «El expresidente de Uruguay Julio María Sanguinetti aseguró que tiene «esperanza y optimismo» sobre la victoria de Jair Bolsonaro en el balotaje de Brasil porque «la institucionalidad brasileña está hoy mucho más fuerte que nunca».

¡¡¡Menos mal!!! Gracias Sanguinetti, rey de la posverdad: ahora resulta que el triunfo de un sujeto que reúne lo peor del fascismo con lo peor del neoliberalismo, y que promete exterminar a sus enemigos, racista, misógino y homófobo, significa que la institucionalidad está más fuerte que nunca.

Claro, lo dice el sucesor, como presidente, a la dictadura militar uruguaya, que promovió  una democracia chueca que negó la verdad de los hechos y protegió a los asesinos y torturadores de la justicia, hasta que accedió al gobierno el Frente Amplio y Tabaré Vázquez, al menos permitió recoger  algunas de las cortinas que ocultaban las atrocidades de la dictadura y condenar a algunos de los culpables, incluyendo al dictador Juan María Bordaberry, al militar Gregorio Álvarez y al Ministro de la dictadura, Juan Carlos Blanco, que curiosamente fue senador del  Partido Colorado y elegido por las mismas listas que Sanguinetti era electo Presidente, aun cuando ya pesaba sobre su conciencia, entre otros crímenes, el de la maestra María Elena Quinteros, secuestrada del patio de la embajada de Venezuela, desaparecida y asesinada.

Sigue Montevideo Portal: «En declaraciones recogidas por Radio Uruguay, el líder del sector Batllistas, señaló que Bolsonaro tiene un «discurso preocupante» pero que «peor hubiera sido que ganara la otra opción». Según Sanguinetti, si ganaba Fernando Haddad, candidato por el Partido de los Trabajadores, quedaría para siempre instalado «el autoritarismo» y «la corrupción». «Si hubieran ganado los otros estaría festejando Cristina Kirchner¿?, estaría festejando el Frente Amplio, Evo Morales y el dictador de Venezuela», apuntó el expresidente».

El ex ministro de Pacheco Areco y Bordaberry, el encubridor del Escuadrón de la Muerte, según afirmó Juan Pablo Terra, y el desastroso presidente cuyos gobiernos nos llevaron a la crisis de 2002 critica a los gobiernos progresistas recientes de América Latina.

Sanguinetti critica luego al canciller Rodolfo Nin Novoa por sus declaraciones, y se regocija de que «el presidente electo de Brasil tomó nota, por eso antes de la elección llamó al (presidente) chileno, llamó al paraguayo, llamó al argentino y no llamó al uruguayo».

Sanguinetti desea el fracaso del Uruguay porque él fracasó y su fracaso hundió a su partido, el que fuera el gran Partido Colorado de José Batlle y Ordóñez, dejándolo con el 9% del electorado, y hundido en el neoliberalismo antibatllista.

 El fin de una gran mentira

Repitamos para no olvidarnos nada: el pretendido «socialdemócrata» Julio María Sanguinetti, que fue ministro de Industria de Jorge Pacheco Areco y pronunció un fervoroso discurso de apoyo a los militares en ese período; que luego fue ministro de Educación y Cultura de Juan María Bordaberry, y como tal redactó la Ley de Educación más reaccionaria que ha tenido Uruguay; que según Juan Pablo Terra fue encubridor del Escuadrón de la Muerte; que fue segundón de Jorge Batlle (el hombre que según un documento desclasificado del Departamento de Estado tuvo la idea de crear un Escuadrón de la Muerte), y que luego «le arrancó el brazo» para ser presidente; el mismo que llegó a Presidente en 1984 en elecciones viciadas por la existencia de partidos, líderes políticos (Seregni, Wilson y Jorge Batlle) proscriptos, y de miles de presos políticos), convertido en el candidato de los militares a los que siempre quiso amnistiar; el que fracasó en sus dos gobiernos que fueron desastrosos (no lo voy a desarrollar ahora, pero basta decir que fueron la antesala de la Crisis del 2002); posó siempre de estadista y de demócrata.

Ahora se le cayó definitivamente la careta: prefiere a Bolsonaro.

Que nadie piense que escribo en vano o que el tema no merece importancia.

Julio María Sanguinetti es el cerebro que articula la alianza de derechas que busca derribar, al precio que sea, como él sabe, al Frente Amplio.

Julio María Sanguinetti no tolera disidencias en su cruzada por unir a toda la oposición colorada y blanca para combatir al Frente Amplio. Ni siquiera tolera a Novick, de quién dice que le falta al respeto. Sanguinetti no tolera nadie más a la derecha que él, e insulta día y noche al Frente Amplio y a sus dirigentes, y pretende hasta dar lecciones de democracia.

No sería buena hora para que el Presidente del Frente Amplio le saque la caretita.

 El hombre al que admira Sanguinetti

¿Jair Bolsonaro es demócrata, cristiano y/o un liberal?

No, es un sujeto antiliberal, admirador de dictaduras, partidario de matar a sus opositores, absolutamente intolerante y carente de toda piedad y amor por el prójimo.

Por si no lo saben, traemos algunas de sus frases más conocidas:

  • “Vamos a fusilar a los petistas de Acre”.
  • “El error de la dictadura fue torturar y no matar”.
  • “En el período de la dictadura, hubieran tenido que fusilar a unos 30.000 corruptos, empezando por el presidente Fernando Henrique Cardoso, lo cual hubiese sido una gran ganancia para la nación”.
  • “Sería incapaz de amar a un hijo homosexual. No seré hipócrita: prefiero que un hijo muera en un accidente a que aparezca con un bigotudo”.
  • “Me da pena el empresario en Brasil, porque es una desgracia ser patrón en nuestro país, con tantos derechos laborales. Entre un hombre y una mujer, ¿en qué piensa el empresario? ‘Pucha, esta mujer tiene una alianza en el dedo, dentro de poco se queda embarazada, seis meses de licencia de maternidad…’ (…) ¿Quién va a pagar la cuenta? El empleador. Al final, lo descuenta del seguro social, pero se rompió el ritmo de trabajo. Y cuando ella vuelva, va a tener un mes más de vacaciones. O sea, trabajó cinco meses en un año”.

Se ha burlado de los negros diciendo que «no hacen nada, no sirven ni para procrear», votó a favor de un juicio de destitución de la presidenta Dilma Rousseff, que fue torturada por los militares, dedicando su voto al coronel retirado Ustra, jefe del DOI-Codi, servicios de represión de la dictadura: «Por la memoria del coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, el pavor de Rousseff (…) , mi voto es sí!», y le dijo a la diputada de izquierda María do Rosario: “No te violaría, porque no lo mereces”. Luego explicó esas declaraciones al diario Zero Hora: “Ella no merece ser violada porque es muy fea, no es de mi tipo, nunca la violaría. No soy violador, pero si lo fuese, no la violaría porque no lo merece”.

El hombre que, siendo legislador y candidato a la presidencia de Brasil, dijo estas frases no es demócrata, ni liberal, ni cristiano.

Queda al lector definirlo (yo tengo mi definición), pero lo que no es, no es.

 

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