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Rebelión contra el ajuste fiscal de Merkel

La Unión Europea amenaza a Italia; el Reino Unido se va

La Unión Europea, tras más de diez años de crisis, se resquebraja seriamente.

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Caras y Caretas Diario

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Fue el sueño de grandes hombres como Charles de Gaulle, Konrad Adenauer y Alcide de Gasperi al fin de la Segunda Guerra Mundial. Querían una Europa unida y solidaria, como factor clave de equilibrio geopolítico mundial durante la “guerra fría”. Cumplió ese rol, pero terminada esta, fue otra vez objeto de la “voluntad de poderío” alemana, ahora por la vía del dominio económico. Gran Bretaña e Italia, con sobrada experiencia e inteligencia, no lo aceptan. Tarde o temprano, serán seguidas por Francia, España y otros países. Sería un gran ejemplo para América Latina, que también debe adoptar prudentes políticas económicas expansivas para lograr su desarrollo.

El romano y el británico fueron, respectivamente, el primer y el segundo de los grandes imperios de Occidente. Alemania ha buscado una y otra vez imponer su dominio, y por dos veces sus esfuerzos se canalizaron en sendas guerras mundiales. Desde la feliz reunificación, en 1989, la “voluntad de poderío” parece haber retornado, esta vez por otras vías.

Pero los ingleses y los italianos son inteligentes y tienen sobrada experiencia: saben que la Alemania de Ángela Merkel y Wolfang Schäuble condena a la recesión y el desempleo a la periferia mediante la rigidez del euro y sus políticas fiscales, los organismos de Bruselas que la obedecen, las Agencias Calificadoras de Crédito, la OCDE y el FMI. Gran Bretaña se va de la Unión Europea (el Brexit), mientras Italia busca su desarrollo y no se lo permiten. Alemania, inflexible, castiga a través de sus organismos sirvientes y no cambia sus políticas.

El nuevo intento de hegemonía germana en Europa tiene su historia reciente.

Caras y Caretas fue el único medio de prensa que en nuestro país alertó, en enero de 2010, que el Foro de Davos condenaba a cuatro países menores –Portugal, Irlanda, Grecia y España, que fueron llamados despreciativamente pigs, o sea “cerdos”- como responsables de la Crisis Subprime (la Gran Recesión todavía estaba en su apogeo y devastaba Europa), lo cual era una falsedad manifiesta, ya que los mayores negocios financieros e inmobiliarios estaban radicados, obviamente, en las grandes potencias del continente.

Los condenaron en Davos por cuenta de los organismos dependientes de la Unión Europea con sede en Bruselas y Fráncfort (la Comisión Europea (CE) y el Banco Central Europeo (BCE)), bajo la supervisión del Fondo Monetario Internacional (FMI) y por mandato del gobierno de Ángela Merkel, que impuso como receta a la crisis la consigna de la “austeridad” (ajustes fiscales brutales, al contrario de las políticas expansivas keynesianas que aplicaba Estados Unidos, y que lo salvaron), a los desdichados países de la periferia europea, o sea, “la Europa no alemana”.

De nada sirvió que los cuatro países victimizados informaran que sus cifras eran en algunos casos mejores que las de Francia y de algunos países de la órbita alemana. A la estigmatización en el foro mundial (que fue formulada directamente por José Manuel Durao Barroso, hoy chairman de Goldman Sachs International, y entonces presidente de la CE), siguió la baja de las notas de la deuda por parte de las Agencias Calificadoras de Crédito, la caída de sus bolsas, el otorgamiento de créditos leoninos, y la exigencia de privatizaciones y rebajas en los salarios y pensiones, mientras el férreo cepo del euro les impedía mejorar su competitividad y sus exportaciones, al no dejarlos devaluar.

Las consecuencias fueron devastadoras, con recesión y brutales tasas de desempleo que se mantuvieron por años en el 25%, trepando al 52% entre los menores de 25 años. Un verdadero genocidio económico que se ensañó particularmente con Grecia. Allí Goldman Sachs le vendió al gobierno una “auditoría integral”, un “plan de salvataje” y le recomendó tomar préstamos impagables que la hundieron hasta extremos nunca vistos de miseria, con su secuela de emigración y suicidios. Una Comisión de la Unesco impidió in extremis que se vendiera el Partenón, por partes, para coleccionistas selectos.

Un verdadero genocidio en todo sentido. Debe decirse en honor a la verdad que la izquierda no estuvo a la altura de las circunstancias en ninguno de los cuatro países victimizados, particularmente en Grecia, donde el supuesto movimiento radical Syriza, sin programa concreto ni reivindicaciones precisas, ni lucha, solamente ha servido para atenuar la agonía y prolongarla.

Pero lo importante es recordar cuál ha sido la consecuencia de las políticas alemanas impuestas a la Eurozona mediante la Comisión Europea y el BCE, donde bajo el rótulo de “austeridad” (que por supuesto no practica en su país, donde el ratio deuda/producto llega al 63,9%), lo que se implementó fueron brutales ajustes fiscales, privatizaciones leoninas y masivas transferencias de recursos (materiales, humanos y tecnológicos) hacia Alemania y los países de su órbita. Así fue y puede verificarse en medios conservadores como The Economist y The Wall Street Journal, que no vieron con buenos ojos esta nueva “invasión alemana” que debilitaba al principal aliado histórico de los Estados Unidos a nivel global. Pero Merkel y Schäuble fueron inflexibles.

Recién en 2011 la llegada del Dr. Mario Draghi a la presidencia del BCE (un egresado del MIT de muy mala historia previa, seguramente colocado por el largo brazo de Barack Obama, que no podía permitir la ruina de su principal aliado en la OTAN, así funcionaba entonces el mundo) permitió replicar las políticas monetarias keynesianas expansivas, y mitigar las políticas contractivas de Berlín, estimulando el crecimiento y el empleo.

La llegada de Donald Trump está terminando con todo esto, pero eso es otra historia. El recuerdo de Merkel “será imborrable”.

 

Se concreta el Brexit: adiós Reino Unido

Como se recuerda, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, popularmente llamada Brexit, es el resultado de un largo proceso político que tuvo su punto culminante en el referéndum realizado el 23 de junio de 2016, donde el voto por la salida obtuvo 52% de los votos, contra 48%.​ Esto provocó la renuncia del entonces primer ministro David Cameron, y la posterior elección de Theresa May, que inició las trabajosas tratativas para la salida. ​El 29 de marzo de 2017, el Reino Unido comunicó formalmente el abandono de la Unión Europea al amparo del artículo 50 del Tratado constitutivo, proceso que culminará con la separación definitiva el 29 de marzo de 2019, tras el acuerdo al que llegaron el 25 de noviembre de este año los líderes de la UE y el Reino Unido en Bruselas.

«El grupo European Union 27 dio su apoyo al Acuerdo de Retirada y la Declaración Política sobre el futuro de las relaciones entre la UE y el Reino Unido», informó el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.

Ambas partes abogaron en sus declaraciones por una relación comercial, política y de seguridad lo más estrecha posible tras el Brexit.

El Reino Unido tiene 55 millones de habitantes y un PIB de US$ 2,925 billones, pero su importancia mundial excede largamente estas cifras por cuanto es el titular del Commonwealth o Mancomunidad Británica de Naciones, definida como la voluntaria asociación de estados y territorios (los países soberanos que la integran son: Reino Unido de Gran Bretaña, Antigua y Barbuda, Australia, Bahamas, Bangladesh, Barbados, Belice, Botsuana, Brunei, Camerún, Canadá, Chipre, Dominica, Fiji, Gambia, Ghana, Granada, Guyana, India, Jamaica, Kenia, Kiribati, Lesoto, Malawi, Malaysia, Maldivas, Malta, Mauricio, y Mozambique) que tienen una población combinada de dos billones de personas; y de otras asociaciones como el G20, el G7, el Consejo de Seguridad de la ONU, la Iglesia Anglicana y la Gran Logia Unida de Inglaterra (UGLE, por sus siglas en inglés, fundada en 1717, que acaba de celebrar su tercer centenario), además de una enorme red de colegios e instituciones culturales, sin contar el prestigio de sus Universidades, solamente superadas por las de su «hijo pródigo» y principal aliado, los Estados Unidos de América.

La salida del Reino Unido, como lo dicen varios documentos oficiales, es pues, un hecho «trágico» y «lamentable» para la Unión Europea.

«Es un día triste. Ver un país como Gran Bretaña abandonar la UE no es un momento de alegría ni de celebración, es un momento triste y una tragedia», dijo Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea.

Sin embargo, las bolsas de Europa abrieron con fuertes alzas el lunes, impulsadas por el acuerdo sobre el Brexit. La italiana fue la que más subió.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, fue contundente en afirmar que que la UE necesita una refundación «en profundidad», y que el Brexit dejó en claro su «gran debilidad».

 

 Italia mantiene su programa de desarrollo

Como se sabe, la coalición gobernante desde el 31 de mayo pasado, integrada por la Lega o Liga (ex-Lega Nord) y el Movimiento 5 Estrellas (M5E), anatemizados como “populistas”, elaboró un Presupuesto para 2019 que contiene instrumentos expansivos para estimular la economía como una Renta Ciudadana para bajar la pobreza; bajar la presión fiscal a empresas que contraten trabajadores, “el mayor plan de inversiones en infraestructura de la historia italiana”; rebajar la edad de jubilación e implantar una tarifa plana de IRPF para autónomos, tierras agrícolas en concesión por 20 años a parejas que cumplan determinados requisitos, como tener un tercer hijo en los próximos tres años, en un esfuerzo “para que los italianos vuelvan a querer tener hijos”.

El Presupuesto tiene un déficit fiscal de 2,4% del PIB (que está por debajo del fijado en el Tratado de Maastrich, de 3%), pero fue rechazado por la Comisión Europea y el Banco Central Europeo ateniéndose a las directivas alemanas de “ajuste permanente”.

La Comisión Europea, presidida por Jean–Claude Juncker, rechazó formalmente el martes 23 el Presupuesto de Italia y le dio un plazo de tres semanas para cambiar sus cuentas. Pero Italia se mantuvo en sus cifras y su programa de desarrollo

El País de Madrid tituló: «La Comisión Europea lanza contra Italia un proceso sancionador sin precedentes», culpando al actual gobierno del exceso de deuda proveniente del gobierno anterior, calculada en 132% del PIB.

Sin embargo, las sanciones deberán esperar porque «Europa parece haber sacado algunas lecciones de la Gran Recesión. Y una de ellas es la de no repetir la puesta en escena de la batalla de los países del norte frente a los del sur, lo cual podría alimentar más al populismo de cara a las elecciones de mayo. De momento, se han evitado las grandes broncas. Pero todo eso puede cambiar en el próximo asalto: el Eurogrupo de diciembre».

Los viceprimeros ministros Matteo Salvini y Luigi di Maio, en conferencia de prensa con el presidente Giuseppe Conte, dieron algunas señales que la UE se apresuró a tomar como gestos de acercamiento.

Salvini, líder de la Lega, señaló que «en relación al déficit no debemos obsesionarnos con los decimales», y que «si los Presupuestos del Pueblo (como los llama el gobierno) hacen crecer al país, el déficit puede ser del 2,2% o del 2,6%. No es un problema de decimales, sino de seriedad y concreción».

Por su parte, Di Maio afirmó: «Yo creo en una UE solidaria que lleve adelante sus principios, pero la carnicería que nos piden no es posible. Dialogaremos sin renunciar a más derechos para los italianos».

Por otra parte, los dos movimientos recorren el país con miras a las elecciones europeas (donde podrían darle el golpe final a la Comisión Europea), y han aumentado su índice de aprobación.

Como no podía ser de otra manera, la agencia estadounidense Standard & Poor´s bajó el viernes 23 de estable a negativa la perspectiva de deuda de Italia.

Según un comunicado, «los ajustes de política económica y fiscal planificados del gobierno han erosionado la confianza de los inversores, que afecta negativamente al acceso de los bancos al mercado de capitales», aunque la realidad muestra lo contrario, ya que el riesgo país cayó de 339 puntos a 285.

S&P calcula un déficit de 2,7% del PIB para 2019 y afirma que «desde nuestro punto de vista, las proyecciones gubernamentales de crecimiento del PIB real durante 2019-2021 del 1,5%, el 1,6% y el 1,4% parecen demasiado optimistas».

Una aplastante victoria política de la coalición, que por lo visto no piensa cambiar sus cifras, y recordó que «Francia tuvo déficit del 11% y nadie dijo nada», terminaría con las polémicas, porque el éxito estimularía procesos similares de rebelión en el resto de la Eurozona.

Di Maio lo dice con claridad en un reportaje a la prensa europea:

 

«En 2014 ustedes eran contrarios al euro. En 2016 dijeron que el euro destruía la economía del sur. Este año usted garantiza que no saldrá de la moneda única. ¿Qué credibilidad tiene su palabra en este asunto?

Hace unos años le habría dicho que Europa es un monolito franco-alemán inamovible. Hoy le digo que somos el Gobierno con el mayor consenso de Europa y tenemos más oportunidades de incidir en los procesos de la eurozona. Si ha cambiado nuestra línea es porque han cambiado los presupuestos de partida. Este Estado tiene un Gobierno que tras las (elecciones) europeas contará con más interlocutores».

 

Es lo mejor que podría ocurrir, eliminar las políticas económicas recesivas y el corsé del euro sin destruir la Unión Europea, un formidable instrumento si es bien utilizado, y no es puesto al servicio de proyectos hegemónicos.

 

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