Por B. R.
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Hace 50 años que Juan Carlos Muiño se dedica al carnaval. Organizó varios escenarios como el Goes, Albatros y la Mutual, entre otros. Este año está al frente de la Rural del Prado y Malvín.
Este febrero el reconocido cupletero Diego Bello será el animador del Prado. “Para mí es importantísimo que el animador sea Diego Bello. Es una figura de carnaval, tremendo cupletero que salió en murgas como Don Timoteo y Asaltantes con Patente, entre otros conjuntos”. Para el empresario el animador es un elemento diferencial.
“Los conjuntos por lo general demoran. Cuando uno sabe que se van a perder minutos, no se puede dejar el escenario libre. Lo peor que puede pasar es que no haya nadie. Creo que este año la presencia de Bello como locutor y animador es un plus, la gente se va a matar de risa”, dijo.
Consultado sobre el tiempo de espera entre una actuación y otra el empresario explicó que la poca cantidad de tablados no permite diseñar un circuito acorde. “El carnaval es muy largo y hay pocos conjuntos que tengan una gran convocatoria. Tenemos que hacer buenas programaciones”.
Consultado sobre la cantidad de gente que llevan los grupos dijo que cuando alguno no convoca es por algo. “El problema es que el carnaval es tan largo que es necesario repetir conjuntos. Los que actúan muchas veces son cinco o seis. Está faltando Agarrate Catalina, que es importante. Cada noche se hace un cierre con el conjunto principal, por eso la gente espera. Al llevar al mejor conjunto a primera ahora se corre el riesgo de que los espectadores se vayan. La programación tiene que ajustarse con lo que cada uno cree que va a gustar”.
Hoy, viernes, en la apertura de los escenarios habrá festival de parodistas. “Cuando estaba en el Goes, el mejor escenario en el que trabajé, empecé con los festivales de parodistas. Había tremendos conjuntos: Los Gabis, Los Klapers, Los Walker’s”.
Para Muiño los conjuntos hoy “tienen más técnicos que la selección de fútbol”. “No lo digo como una crítica, pero llevan coreógrafo, escenógrafo, letrista, y eso los encarece”.
Consultado sobre los espectáculos de este año, dijo no que todavía no vio ninguno. Entre que los presentan y el momento en el que empieza el carnaval pasa mucho tiempo y cambian cosas. “Los espectáculos previos son de 15 o 20 minutos, además en ese momento falta tanto para Carnaval que puede pasar algo en diciembre y tienen que modificar todo”.
En la actualidad, por la convocatoria el mejor conjunto el de los parodistas Zíngaros, aunque es obvio que este año va a hinchar por su conjunto, Los Jaquet’s. “De las murgas no puedo decir mucho. Me gustan pero algunas me aburren”, señaló.
La programación de la primera semana para Muiño “es una papa”, pero en la segunda la cosa se complica. “Hay que tratar de que los conjuntos no se repitan, ahí empieza el problema de las contrataciones. No es fácil, te tiene que gustar muchísimo el carnaval para seguir en él. Yo sé de primera mano que hay mucha gente que pierde plata. La profesionalización también es absorbente. Como ahora hay menos tablados hay componentes que quieren asegurarse un dinero; eso es lo que el dueño del conjunto tiene que pensar. Antes había sueldos por tablado; algunos ganaban más y otros menos, pero ahora hay un fijo, hagan diez tablados o 200”.
El clima durante el carnaval “vale más que el dinero”, dijo el empresario a Caras y Caretas. “Si llueve cinco días seguidos se pierde todo lo que se hizo. También depende de los días que llueva: es muy diferente si llueve un fin de semana que un lunes o un martes”.
En Montevideo este año, entre los escenarios populares, Rondamomo y los comerciales, hay 25 tablados, con la salvedad de que los populares aben cuatro días por semana.
Muiño comienza en octubre con los preparativos para febrero. “Llega un momento que te cansa, porque hay mucha burocracia en los trámites. Hay que hacer cosas que la gente no se imagina, y eso lleva mucho tiempo. Pero hay que admitir que el carnaval es el carnaval. El problema es que poner un escenario es muy caro, por eso hay que contar con apoyo publicitario. Acá no marchan ni los cheques ni las tarjetas de crédito; todo es contado”.
Muiño aseguró que un año debió vender un auto para compensar las pérdidas. A esto se suma que la venta de entradas no es siempre la esperada. “Mucha gente entra con un dos por uno, algunos tienen entradas de cortesía, y además Abitab y el Banco República tienen un sistema para sacar entradas con beneficios. En el día se venderá 30 por ciento de las entradas con el precio establecido”.
Según el empresario, este año “la mano viene mal” porque muchas empresas privadas que colaboraban ya no lo hacen. “Con la publicidad hay solventar el costo de las gradas, el piso y el escenario”, explicó.
El libreto
Muiño asegura que la crítica política está presente da tanto en murgas como en parodistas, aunque en la murga es central. El empresario es socio en el grupo de parodistas Los Jaquet’s, que sacó varios premios cuando hizo la parodia del dictador español Francisco Franco, un tema que, según él, fue una excepción, porque considera que este tipo de espectáculo tiene que abordar temas que conozca mucha gente. “Si se hace una parodia de cine, es posible que muchas personas no hayan visto la película”.
También señaló que las cosas se tienen que hacer con seriedad: “No se puede poner en un pizarrón que va a actuar un conjunto de renombre cuando no va a estar. Cuando estaba en el Albatros, si faltaba un conjunto fuerte traía otro del mismo nivel. Hubo cuatro años que hice cinco tablados: Albatros, Malvín, Mutual, Liverpool y Biblioteca Colón. Era una locura, no me echaron de mi casa de casualidad”; de esos escenarios sólo sigue funcionando el Malvín.
El clásico bingo, agregó, perdió la popularidad de antaño. “Cuando empecé [en la década del 60] en el club Cordón tirábamos 15 bingos, que en realidad eran loterías”.
Una de las sospechas de siempre fue el arreglo en este tipo de sorteos. Consultado al respecto, señaló: “No estaban arreglados, eso es un mito. El carnaval es un mito, y mucha gente no sabe de lo que habla. A mí me dicen que hace 20 años había 100 tablados, y yo quiero que me digan dónde. Los tablados de antes eran amateur, mientras que ahora son profesionales. Antes llevaban tablas con cajones de cerveza y en una cuadra podían llenar 40 o 50 filas”.
La venta dentro de los tablados de Muiño son manejadas por terceros, mientras que el empresario se dedica a la administración del escenario: el armado de las gradas, la contratación de conjuntos y la planificación de los programas.
“No puedo atender todo. Cuando estoy en el tablado lo que menos hago es mirar el carnaval. Estoy atento al público, a los horarios de los conjuntos, a cuánto tiempo actúan, y tengo que controlar que no pasen mucha propaganda. Cuando miro a la gente me doy cuenta si hay buena recepción; si empiezan a hablar o se levantan a fumar o a comer es porque no le interesa el conjunto”.
El empresario señaló que ya no ve en los tablados a grupos de jóvenes y que, a su entender, los espectadores son en mayor medida adultos. “Los chiquilines agarraron para otro lado. Hoy son muy pocos los conjuntos que llevan gente a los ensayos. No sé cuál es el motivo”.