Por: Náyade Ferreira Limia
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El Ministerio de Desarrollo Social (Mides) necesita una mirada profunda y reflexiva, en un contexto donde su correcto funcionamiento es imprescindible para el amparo de los más vulnerables. No necesita frases superlativas, rimbombantes, ni auspiciosas, solo la concreción de un trabajo digno y provechoso para los que buscan el apoyo del Estado.
Caras y Caretas consultó al exdirector de Evaluación y Monitoreo del Mides, Juan Pablo Labat, quien atesora profundos conocimientos de la entidad y de las políticas sociales que trazó el Frente Amplio durante 15 años.
Para Labat, el problema con las políticas sociales es que nos enfrentamos a una situación de empobrecimiento producida por la pandemia que está generando una contracción económica muy fuerte y que el país no ha respondido con las políticas suficientes para poder atender. “Esto es un problema más complejo de lo que parece porque la historia de los pueblos latinoamericanos deja en claro que las crisis sociales en general nos afectan mucho más que las económicas y producen daños en el tejido social, en las personas, en las familias, en la comunidad, que son de difícil reversión y que llevan mucho tiempo. Esto que es un saber bastante extendido en las ciencias sociales ha sido uno de los objetos de valoración en términos políticos en el mundo. El mundo ha evitado la destrucción de capacidades recurriendo a financiamientos muy importantes que obviamente son coyunturales, que no son estructurales y que se aspira a que cumplan el papel de evitar los daños sociales que producen las contracciones económicas abruptas. Uruguay en ese sentido se ha desarrollado al revés, somos el país con menor inversión per cápita de América Latina en atender estas situaciones, obviamente estamos muy lejos del nivel de inversión de los países desarrollados. Eso se expresa tanto en el campo de las políticas generales de acceso a bienestar, a servicios, salud, educación, vivienda como también en las políticas sociales”.
Queda claro que el gobierno con Pablo Bartol a la cabeza de un Ministerio tan importante como es el Mides, ha planteado una especie de discurso para distraer respecto al tema y ha tomando algunas medidas que se han implementado a nivel de políticas sociales asistenciales. Según Labat “las han aumentado en su grado en relación con lo que verdaderamente son y con eso han intentado trasmitir a la población la idea de que acá está todo atendido y se está haciendo el mayor esfuerzo”.
Nos explica el experto que cuando se empieza a deteriorar el nivel universal de la política, lo que van quedando son políticas residuales y a su vez las políticas residuales también se refocalizan para elegir dentro de los pobres los más pobres, por eso se tiene una visión aumentada. “Lo que hay acá es un cambio de grado en los dos planos, primero un ajuste de las políticas universales que hace que más gente quede excluida y después un ajuste dentro de las políticas asistenciales y focalizadas que hace que los recursos que se destinan a estas políticas operen sobre menos gente. Pero todo eso se disfraza como especie de esfuerzo mayor para atender a más gente”.
Al respecto está el ejemplo de la llamada duplicación de las transferencias monetarias a los hogares más pobres, esa duplicación en realidad se divide en dos meses, se paga la mitad de la duplicación en un mes y la mitad en el otro, por lo que en realidad no hay una “duplicación”, pero lo que va quedando en la cabeza de la gente es el gran aumento que se quiere vender cuando solo hay una pequeña inversión.
A Labat también le preocupa que hay una contracción de los programas, por la vía de los hechos se dejaron de hacer visitas para atender a la gente que pedía tarjeta, solamente se hacen visitas para dar de baja y actualizar información de tarjetas viejas. Se cortaron los ingresos de asistencia a la vejez para los adultos mayores en situación de exclusión. Se cortó el ingreso para el sistema de asistentes personales para apoyar a las personas dependientes y se postergó el programa Uruguay trabaja.
“A los efectos de ir ahorrando el presupuesto se ve una contracción importante de todos los programas por distintos mecanismos administrativos y un discurso hacia afuera que nos plantea como si se estuviera haciendo un esfuerzo sin precedentes. El ministro Bartol ha dicho varias veces que este es el año de la solidaridad, que nunca hubo tanta inversión social como en este año y eso es un disparate. El incremento de la inversión social de este año ni siquiera llega al promedio de la inversión social de los 15 años anteriores del Frente Amplio. No estamos frente a ningún guarismo que muestre un apoyo importante en nada, no hay nada para sostenerse en que se está haciendo un esfuerzo sustantivo para atender esta situación”, explicó el especialista y agregó que el empobrecimiento lo estamos viendo en las ollas populares y en el nivel de desempleo y “eso lamentablemente va a continuar”.
La perspectiva más cruda y que se hace indispensable poner en evidencia para no ser ingenuos ante este panorama, es que en paralelo con estos ajustes de programas y de personas que están echando en estos momentos del Ministerio, “se está dando un suculento aumento de 50 mil pesos para cada director, además de un desvío de 65 millones de pesos anuales para partidas de compensación con un ingreso al Ministerio de 115 cargos basados en comisión del resto del Estado”.
Labat aclara que “esto significa un staff de alrededor de 130 cargos políticos para atender la cuestión social o sea que vamos a volver a las políticas donde el político atiende personalmente y entrega su tarjetita porque está comprando los votos. Aumentando además el gasto en funcionarios políticos de forma superlativa y esto me parece un insulto a la población”.