La semana pasada dos hechos me sorprendieron al recorrer los noticieros y magazines televisivos. El primero fue la desaparición de todas las pantallas y grandes medios escritos (a excepción de su columna semanal en El Observador) de Oscar Bottinelli, el último de nuestros grandes encuestadores (que además suma su condición de politólogo, escritor, periodista y hombre de vastísima cultura), y consecuentemente de las encuestas de la empresa Factum.
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El segundo fue que prácticamente apareciera en «cadena de radio y televisión», Ignacio Zuasnábar, director de Opinión Pública y vocero de Equipos Consultores, la empresa que fundó allá lejos y hace tiempo César Aguiar, el hombre que pronosticó la desaparición del Partido Colorado.
A diferencia de Bottinelli, que no adelanta resultados terminantes, Zuasnábar fue -a lo largo de todos los programas que visitó, que fueron muchos, todos los que controla el poder real- haciendo cada vez más explícita una conclusión: basta sumar todo lo que recoge el «bloque opositor» al Frente Amplio y ver las dificultades que éste enfrenta (con énfasis en seguridad, economía, empleo y educación) para concluir que es «inevitable» (escuché esta palabra varias veces, no recuerdo si precedida de un miserable «casi»), la derrota del Frente Amplio en 2019.
Creo que no tengo que explicar que una profecía de este tipo, machacada desde todos los espacios televisivos, está muy lejos de ser inocua: aparece un hombre de joven madurez, pintún, muy vestido de traje y corbata, hablando en nombre de una empresa consultora mítica, y larga una y otra vez ese mensaje. Los opositores se sienten fortalecidos y retemplados, y citan la fuente. Los frentistas, entre los cuales todos coinciden que hay un gran número de «desencantados» que englobaría la cifra de los «indecisos», sienten una y otra vez otro golpe desde la televisión. Nadie les dice, como cantan las cifras de Bottinelli, que el FA aventaja al PN por 4 puntos, y que los votos de la oposición no votan monolíticamente en el balotaje de noviembre al candidato mayoritario que surge de la elección de octubre. Pasó con Pompita Lacalle Pou en la elección de 2014 (que tuvo menos votos que la suma de los votos colorados y blancos) y seguramente pasaría con él y con otros candidatos, porque hay colorados, independientes, asambleístaspopulares y novickistas que no soportan a Pompita, ni a Larrañaga ni a Antía, ni a ningún candidato blanco. Y hay también, me consta, muchos opositores que saben que vivirán más tranquilos en varios sentidos con un nuevo presidente frentista.
Pero vuelvo a que Bottinelli, que no ha dado ninguna profecía «inevitable», y agrego que sus artículos en El Observador, así como el reportaje que se publica en la actual edición de CARAS y CARETAS, formula análisis científicos de los comportamientos, fortalezas y debilidades del Frente Amplio y de la oposición, e incluso que pueden leerse en los mismos, sugerencias de los errores en los que estos movimientos políticos no deberían incurrir. Un caballero y un profesional, el hombre.
En cambio al muy seriecito Zuasnábar, supuesto «encuestador independiente», lo he visto firmar (con asombro inaudito) un artículo un editorial tan claramente sesgado como el titulado “Talvi: buena noticia con desafíos”, de innegable carácter proselitista en la revista colorada «Noticias Uruguay» que haría morir a Jorge Fontevecchia si supiera el mensaje monolítico que trasmite.
Las diferencias entre ambas encuestas surgen naturalmente de la comparación de las cifras. Así como el PDG, el PI y la UP aparecen muy disminuídos en la de Equipos, el guarismo de Otros/Indefinidos, trepa a un 24% contra un 9% de Factum.
Y reitero: Equipos no sólo da empate entre el FA y el PN, sino que afirma, más o menos explícitamente que el resto de la oposición se alineará automáticamente con el candidato blanco, dándole la victoria a la oposición.
A mí este panorama tan «dirigido» -sobre todo cuando es trasmitido por la cadena de medios del poder real- me parece sospechoso.
¿Estaremos buscando desestimular a algunos y levantar a otros?
Un contraste tan fuerte y una maniobra de los medios tan evidente, dan por lo menos para pensar.