Hay cierto exotismo en la canela, lo que le permite destacar entre las especies de la despensa hogareña; las mujeres solían mezclarla en sus maquillajes, como una treta dulzona para atraer pretendientes, con ese magnetismo que también volvía irresistible al más insípido de los postres.
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Sin embargo, este producto ya era usado hace par de milenios en China como un conservante natural, pero también para darle aroma a las carnes. Este popular condimento sale de la corteza del canelo o Cinnamomum, un árbol que pertenece a la familia del laurel.
Ya sea en rama o macerada hasta convertirse en un fino polvo de color característico, la canela tiene múltiples variedades, aunque las más famosas son la de Cassia, muy común, y la de Ceylan, más cara, con grandes valores nutricionales y no pocos beneficios para la salud.
Suplemento vitamínico
Ante todo, hay que aclarar que la canela no sustituye a los medicamentos, ni obra milagros. Dicho esto, la ciencia ha demostrado que esta especie contribuye a suplir las carencias de ciertas vitaminas en personas con déficit, debido a dietas inadecuadas.
Por ejemplo, la canela ayuda a que los niveles de vitamina K sean correctos, sobre todo a partir de la llamada “media rueda”, los 50 años. Además, en ella están presentes las vitaminas A, C, E, B3 y B9. En otras palabras, la canela es casi es una suerte de multivitamínico disponible en cualquier tienda.
En cuanto a minerales, posee calcio, hierro, potasio, fósforo, sodio, zinc, magnesio y selenio, algunos de ellos en cantidades importantes. Todo ello con un bajo aporte calórico.
Azúcar a raya
Para las personas que desarrollan resistencia a la insulina, la canela puede ser un aliado, pues ayuda a prevenir este problema, además de disminuir los niveles de glucosa en sangre. O sea, en los postres, la canela reduce los niveles de azúcar en el dulce.
Como también es rica en fibra, calcio y hierro, la canela ayuda a abrir el apetito y mejora la digestión, al interactuar con los ácidos biliares del intestino. A su vez, ayuda a eliminar los lípidos (grasas) de manera más rápida y eficaz. Pero no se queda ahí: tiene la capacidad de actuar como medicamento astringente, alivia las náuseas y vómitos.
Olor que cura
El olor y sabor distintivo de la canela obedece a un compuesto denominado cinamaldehído, entre cuyas propiedades destaca la capacidad de combatir infecciones por hongos y bacterias, y por eso en el Lejano Oriente la usaban para conservar los alimentos.
Sus polifenoles le conceden propiedades antioxidantes, o sea, protege al organismo del daño de los radicales libres. Por si fuera poco, se ha comprobado su eficacia para reducir la inflamación crónica del organismo, un factor determinante en la aparición de distintas enfermedades asociadas a la edad.
Todo muy hermoso, pero…
Todo con medida
Hay que tener cuidado con la canela, sobre todo la Cassia, porque en exceso hace más daño que bien: la cumarina, un compuesto presente en esta especie, es nefasta para el hígado, por eso se recomienda consumir dosis ínfimas. Algunas personas con tendencia a la presión baja suelen subirla con un café con un poco más de canela que un capuccino promedio.
El ya mencionado efecto en la glucosa hace que la canela sea peligrosa para los diabéticos que toman una medicación para la enfermedad, pues puede provocarles una hipoglucemia.
Por último, y a propósito del peligroso “Reto de la Canela”, que consistía en comerse una cucharada de canela y no beber agua por 60 segundos, esta ocurrencia no solo provoca irritación en la garganta: si la canela en polvo es inhalada, pueden sobrevenir arcadas, tos, dificultades respiratorias e incluso la muerte. Nada dulce.