“El obrero de la fábrica, verdadero esclavo convertido por el liberalismo en una máquina, buena sólo para producir, pero indigna de todo cuidado moral; ese obrero a quien se encierra en una especie de lóbrega cueva, donde ni penetra apenas la luz del sol, ni el aire de los campos; ese obrero a quien no se le deja ni tiempo para pensar en Dios ni descanso par que repose en el seno de su familia y dirija una mirada a sus hijos; ese obrero que al salir de su prisión llevando aún los pulmones llenos de nauseabunda atmósfera de la fábrica, y los ojos fatigados por la luz artificial, y los oídos estremeciéndose todavía con el atronador y monótono chirrido de las máquinas, se encuentra en medio del alegre bullicio de una gran ciudad”.
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Un lector desprevenido podría adjudicar esta cita a algún capítulo de las obras marxistas, pero, sin embargo, es una cita de La ideología carlista, 1868-1876 (Vicente Garmendia); cita de La cuestión social, anónimo publicado en La Reconquista en Madrid el 4 de abril de 1872.
Es uno de los manuales teóricos que distribuye desde su página la extrema derecha uruguaya (http://billygates203.blogspot.com) y que es un buen ejemplo de por qué el relato, surgido y preservado en las clases más pudientes, encuentra oídos receptivos en los sectores más humildes.
Un relato construido con ingredientes de fe y piedad cristiana y católica y un eje fundamental en la individualización de un enemigo, más tangible y cotidiano que cualquier círculo del infierno.
En las relaciones sociales de nuestra campaña este elemento es bien claro de percibir; el patrón construye todo el relato de relaciones laborales, roles y jerarquías y la patrona será la encargada de llevar adelante toda la devoción católica. El peón podrá aspirar a ser capataz a cuenta de no solicitar una distribución más justa de los ingresos y nunca convertirse, siquiera pensar, en ser un ateo comunista. De lo contrario, seguirá siendo un peón que contará con su salario, casa, comida y protección del todopoderoso.
En síntesis, ningún discurso de derecha elude la cuestión social y por eso no es nada raro que el Partido Social Liberal sea el de Bolsonaro.
Republicanos, patriotas, demócratas y orientales
En nuestro tamaño de aldea, el concepto oriental ha sido el paraguas para el pensamiento reaccionario; una suerte de santo y seña que adquirió su máximo esplendor en el Año de la Orientalidad, bajo el gobierno cívico militar.
La reivindicación de la patria, el patriota, el patriotismo, es el grito de guerra contra las ideas foráneas, más específicamente las que se decía venían de las estepas soviéticas, y permite además manejar otro concepto no menor: o se es patriota o se es traidor. No sólo en su acepción militar, sino en la que hace a la pertenencia a una comunidad y, por qué no, a los intereses de una clase.
Traidores eran los militares que desertaban, los ciudadanos convertidos al comunismo internacional y, dentro de estos, los traidores a su clase, los profesionales, los de las clases pudientes.
Luce como demócrata la conjunción de un oriental y patriota en su concepto muy particular de democracia; puede participar en un régimen totalmente de facto como Néstor Bolentini y llevar adelantes algunas de las medidas políticas y jurídicas mas atentatorias contra un régimen democrático; peor, ponerle alegremente a su invento de partido político Unión Patriótica Salvadora de la Democracia.
La cuestión de la república es un poco más compleja; desde que el eurocentrismo nos impregnó de conceptos políticos, la refundación de la república ha sido el objetivo y tarea que distinguidos intelectuales y dirigentes políticos se han puesto al hombro.
“No somos la oposición, ¡somos la resistencia!
1. Refundar el Estado nacional soberano.
2. Recuperar la moneda nacional soberana.
3. Rechazar el sistema de endeudamiento eterno.
4. Liberar a las instituciones del poder del dinero.
5. Recuperar nuestros valores éticos y tradiciones”.
Así se presenta esta minúscula exquisitez política de la derecha uruguaya: el Partido por la Segunda República Oriental (https://www.facebook.com/proyectosegundarepublicaoriental/).
Menjunje
Para una ciudadanía con niveles escasos de politización, dirimir entre el relato de izquierda y derecha en algunos temas es complejo o casi imposible; tal vez sea la única virtud de la personalización de la política, ya que claramente, aunque digan lo mismo, es posible para esos sectores diferenciar lo dicho por José Mujica o Luis Lacalle.
En pleno resurgir de nacionalismos, tener como programa la defensa de la soberanía de un Estado nacional, combatir para abolir la desdolarización de la moneda, resistir cualquier endeudamiento, pueden ser consignas que pueden llevar la firma de Asamblea Popular.
La historia ya ha enseñado, lección para los educados en fuentes marxistas, que proyectos fascistas triunfantes se basaron en generar poderosos movimientos de masas tras las consignas de lucha contra las injusticias del capital.
Por eso los casos de corrupción por parte de algunos funcionarios de gobiernos progresistas han sido tan dañinos; inconcebible por donde se lo mire para un ser de izquierda por los valores éticos que lo animan, pero que además es la principal modalidad distintiva de gestión, porque allí donde las palabras se mezclan, la práctica es el más legitimo elemento diferencial.
Bolsonarito criollo
El eterno candidato en campaña Edgardo Novick tiene un reflejo empresarial; como en cualquier negocio exitoso, si la figura de Bolsonaro dio resultado en Brasil, él supone puede ser el paladín del bolsonarismo en Uruguay.
En la euforia de esa suerte de eureka del dirigente político empresarial, no ha vacilado incluso en disparar dardos contra integrantes de los colectivos políticos que le dieron vida, aunque ahí exista algún rencor por falta de un apoyo no explícito por parte de Luis Lacalle y Julio María Sanguinetti.
Es que como decíamos en artículos pasados con respecto a Sartori, la derecha uruguaya tiene una brutal lucha de perfilismos.
Claro, Uruguay no es Brasil, y al decir de una famosa publicidad, acá nos conocemos todos.
Una cosa es desde la impunidad de un teclado y las redes entonar bolsonarismo y otra cosa es sostenerlo en vivo y en entrevistas.
Pero tomen en cuenta el principio del artículo: ¿les suena el shopping para los trabajadores, la meritocracia personificada, los valores de la familia?
Claro, el Partido de la Gente no tiene chance y esa denominación generada por benjamines de la comunicación, en una suerte de gancho marketinero pero demasiado oportunista no disputa ni atrae, carente de esos conceptos que sí Bolsonaro, entre sus bestialidades, reivindicó.
Crujidos en el nicho
La virulencia de los fraccionados sectores de la derecha y la extrema derecha política Uruguaya viene avanzando más allá de las pantallas; azuza a algún lobo estepario a actuar por las suyas, atenta contra sitios de la memoria o convoca a la acción directa de grupejos que patotean colectivos organizados.
Algunas perlitas
Partido Orden Republicano (https://www.facebook.com/groups/1076589455805811/).
En voz alta (https://www.facebook.com/presospoliticosuy/).
Partido Republicano Uruguay (https://www.facebook.com/presospoliticosuy/).
Una vez más, la discusión programática de la izquierda uruguaya deberá tomar en cuenta la necesidad del abordaje metodológico y organizativo.