La Organización Meteorológica Mundial (OIM) explica que la ola de calor se originó en el norte de África y ha ido subiendo gradualmente hacia el norte.
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El meteorólogo Scott Duncan explicó a la BBC que la ola es un resultado de un calentamiento provocado por las temperaturas del verano boreal en el desierto de Sahara, que coincidió con un sistema atlántico de baja presión entre las islas Azores y Madeira.
Según dijo, este sistema alimenta el frente cálido, lo que lo ha empujado hacia Europa occidental.
Rompiendo récords
Las temperaturas sofocantes han marcado récord en los últimos días en varias naciones y, solo este martes, Reino Unido rompió tres veces en un mismo día sus marcas históricas y llegó a los 40,3 °C, una cifra jamás registrada allí.
Francia emitió advertencias de calor extremo, Países Bajos registró también un récord de temperaturas para el mes de julio y en Bélgica un fuego provocado por el calor destruyó varios vehículos.
Los incendios forestales en Francia, Portugal, España y Grecia han obligado a miles de personas a evacuar sus hogares y, aunque todavía se desconocen las cifras oficiales, se estima que el número de muertes es elevado.
De acuerdo con los pronósticos, la ola de calor se dirigirá en los próximos días hacia el norte y se espera que la temperatura llegue también a los 40 °C en el extremo sur de Bélgica, así como en el oeste y suroeste de Alemania.
Otro fenómeno en estudio
Además del comportamiento heredado de África, está otro fenómeno atmosférico que ha hecho que las corrientes de calor suban tan drásticamente hacia Europa.
Según explica el sitio especializado AccuWeather, está relacionado con el comportamiento que ha tenido últimamente la corriente de chorro, una especie de "río de aire" que fluye rápidamente de este a oeste a gran altura en el hemisferio norte.
El meteorólogo de la BBC, Nick Miller, comenta que durante la semana pasada, la corriente de chorro en Europa y América del Norte estuvo dominada por fuertes crestas de alta presión, también conocidas como cúpulas de calor.
Estas oscilaciones conectan las dos olas de calor continentales a través de un patrón de ondas atmosféricas, lo que ha hecho que la incidencia sobre partes de Europa sea mucho mayor.
Esto se debe a que las fuertes corrientes de aire del Atlántico también intensifican la alta presión en el continente.