La calma y el ritmo citadino de esta capital no parecen alterados por las elecciones. Ni siquiera en una instancia bisagra como la de este domingo. Por segunda vez en la historia, la hegemonía del Partido Colorado con Santiago Peña como presidenciable podría interrumpirse. Pasó en 2008 cuando ganó el obispo Fernando Lugo con su Frente Guasú y ahora, Efraín Alegre, el persistente candidato de la Concertación que va por su tercer intento consecutivo, podría llevar a la oposición al gobierno.
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Si el guaraní, una cultura con su lengua ancestral, aglutina a la sociedad paraguaya hace más de 500 años, la política de estos días divide a muchas familias alrededor de la mesa. Incluso, porque se perfila como emergente del descontento con el bipartidismo, un personaje disruptivo como Paraguayo Payo Cubas: la salida por la ultraderecha a la que echarían mano muchos trabajadores jóvenes y humildes.
Es un fenómeno que ya vivió el Brasil de Jair Bolsonaro y que se perfila como hipótesis en la Argentina con Javier Milei. El trueno está entre las hojas, igual que en el libro de cuentos de Augusto Roa Bastos. El caudal de votos de este personaje –-ver aparte-- podría arbitrar unos comicios que se anticipan muy reñidos, como no sucede hace quince años.
La sombra de Horacio Cartes
En Asunción, el verano tiene pereza para irse. El sol entibia la piel y las paredes amuralladas de la mansión del expresidente Horacio Cartes sobre la avenida España. Ése es el hombre que domina la política paraguaya desde su atalaya sostenida sobre parvas de dinero. No es candidato a nada, pero está omnipresente en cada diálogo. Jamás podría ser reelegido como marca la constitución de 1992 --ni por dos períodos discontinuos-- pero su figura adquiere contornos presenciales cuando se lo menciona.
Habla de él Gustavo, el chofer que nos trae hasta el centro. Del multimillonario y máximo dirigente del Partido Colorado. La vida de este país de poco más de 7,5 millones de habitantes está surcada por sus setenta empresas y el sistema de premios y castigos que estableció cuando gobernaba y siguió luego desde el llano.
Siempre bajo la mirada atenta de Estados Unidos, cuya embajada juega su partido a favor de la alternancia en los comicios. EE.UU –-se dice aquí-- ve con mayor entusiasmo a la oposición de centro izquierda en el Palacio López, que al ahijado político de Cartes, su exministro de Hacienda. Pero los dos no están solos. Se apoyan en una maquinaria política formidable que es la Asociación Nacional Republicana (ANR), como también se conoce al oficialismo gobernante. Solo desplazada del poder una vez, desde el comienzo de la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989) hasta hoy. Ese aparato tiene más de un millón de afiliados y entre 300 y 400 mil funcionarios en el Estado. La Concertación no debería confiarse en su “falsa creencia de superioridad moral” para imponerse en las urnas, como define con precisión Aldo, un hombre de 40 años con formación política en la izquierda.
Autoridades de mesa coloradas
Otro dato clave es que en Paraguay las autoridades de mesa no son designadas desde el Estado, sino a instancias de los partidos políticos. Cuando se constituyen los centros de votación, suele haber superioridad colorada. Los buenos augurios para el candidato Alegre que arrojan ciertas encuestas, se robustecerían más si aumentara el caudal de electores que aquí alcanzó picos de un 60 por ciento en el pasado. Casi 4,8 millones de personas están inscriptas en el padrón.
Mientras conduce desde el aeropuerto, Gustavo confiesa que votará a la Concertación, así como apoyó a Lugo en 2008. Pero le preocupa lo que le anticiparon sus dos hijos varones. Se inclinan por Cubas. Pregunta también por el valor de la moneda en Argentina, aunque acá no se sufren problemas severos de devaluación. El peso cotiza a trece guaraníes. Pero la diferencia está en la durabilidad de uno y otro. La divisa local cumplirá 80 años en 2024. Nosotros pasamos del peso al austral en 1985 y volvimos al peso convertible en 1991, sin contar a las cuasimonedas que le siguieron, le contamos.
El recorrido hacia el centro permite ver imágenes de las principales fórmulas presidenciales (Peña y Alegre), aunque nada apabullantes. Mucho más módico es el despliegue callejero del outsider Payo o de José Luis Chilavert, el candidato del Partido de la Juventud (PJ) que, como dice Aldo, “está lleno de gente grande”. Al fin de cuentas, el ex arquero de San Lorenzo y Vélez vive en Buenos Aires y quizás tenga una segunda oportunidad en el partido de La Matanza arropado por Patricia Bullrich. Acá no figura ni siquiera cerca de Cubas en las encuestas previas.
El "Pablo Escobar" paraguayo
Así como se percibe en ciertos mercados populares o en las calles un crecimiento del exsenador ultraderechista Cubas, también hay clima de que, esta vez, no será igual a 2018 cuando ganó el actual presidente Mario Abdo Benítez. La candidatura de Alegre se anticipa más fortalecida. Las campañas cerraron el jueves y éste último lanzó en Capiatá una frase explosiva para Cartes y Peña que reprodujeron los diarios Última Hora y ABC: "Vamos a derrotar al Pablo Escobar paraguayo y a su Chili", por el personaje que hacía de mandadero del narco en la serie de ficción colombiana.
Esa pirotecnia del lenguaje electoral está lejos de la dulzura del guaraní –-es lengua oficial-- y de su papel cohesionador de la sociedad. En Paraguay no todo es lo que parece. La tranquilidad del primer día de veda conduce hacia un desenlace que nadie puede garantizar sobre base cierta. Hay encuestas para todos los gustos.
Por Gustavo Veiga (vía Página 12)