Ana María tenía 28 años, estudiaba sociología y trabajaba en el Ministerio de Hacienda. Con su desaparición, Mirta no solo comenzó a buscar a su hija, sino también a su nieto o nieta, a quien Ana María planeaba llamar Camila o Ernesto. A principios de 1977, una fuente anónima le confirmó que su hija había dado a luz en cautiverio, un dato que consolidó aún más su compromiso con la búsqueda de niños nacidos en esas condiciones.
Su labor y aporte
Su labor, marcada por el dolor y la esperanza, la llevó a unirse a otras madres y abuelas que compartían su tragedia. En compañía de Azucena Villaflor, María Isabel “Chicha” Chorobik de Mariani y otras mujeres, Mirta ayudó a consolidar el movimiento de derechos humanos más emblemático de la Argentina, convocando a la primera marcha en Plaza de Mayo el 30 de abril de 1977. Más tarde, también integraría Madres de Plaza de Mayo - Línea Fundadora, desde donde participó activamente en la denuncia de los crímenes de la dictadura.
El recuerdo de su compañera, Norita Cortiñas, con quien compartió gran parte de esta lucha, y de aquellas madres que fueron víctimas de la represión por su activismo, como Mari Ponce de Bianco, marcó profundamente a Mirta. Como ella misma confesó en años recientes, su "esqueleto estaba cansado", pero su voluntad de justicia permaneció intacta.
Despedida
La despedida a Mirta se realizará este sábado, de 16 a 19, en el hall del Municipio de San Martín, en el partido que la vio residir y donde también realizó una incansable tarea de memoria. Dejó un legado de amor y resistencia, y un país que, gracias a su ejemplo, mantiene viva la promesa de la memoria, la verdad y la justicia.
(Con información de Página 12)